
Rusia, que ha sido un imperio, tanto con los zares como cuando era la capital de la URSS, siempre ha tenido afanes imperiales; ahora, en este verano tan poco canicular, tres libros nos intentan dar una visión de lo que fue y es Rusia
La Madre Rusia siempre ha estado en el inconsciente colectivo de los rusos y de su vocación imperial y ha sido una constante desde la época de los zares hasta esa monarquía casi hereditaria que forman el tándem Putin – Medvédev.
Para este verano, poco canicular al menos en el norte, nos podemos deleitar con tres magníficos libros de viajes que intentan desentrañar, desde la mirada de un extranjero, qué es eso de Madre Rusia.
Historia de Rusia, Historia de Europa

No se puede comprender la historia de nuestro continente sin conocer la historia de Rusia, ya que ese país ha participado en todos los grandes acontecimientos de Europa, sobre todo en los que se desarrollaron en los siglos XVIII y XIX.
Rusia, actualmente, no cuando era el imperio zarista o la URSS, tiene frontera con 18 países incluida China, en lo que siempre ha sido un vecino al que convenia mirar, muchas veces con preocupación.
Es lo que hace que muchos historiadores, no rusos, escriban sesudos ensayos donde pretenden desentrañar las intenciones de un país que nunca, ni inclusive ahora que está de capa caída, ha dejado sus ínfulas imperiales.
En busca de un piano por el imperio ruso

Es lo que nos propone Sophy Roberts en Los últimos pianos de Siberia, editado por Seix Barral, en donde un alemán, perdido en una Yurta en un páramo mogol perdido de la mano de dios, tiene como misión encontrar un piano que sea del agrado de la virtuosa mogola Odgerel Sampilnórov.
La historia no puede ser más costumbrista, ya que la acción se inicia en una tienda de campaña mogola en un encuentro regado por el vodka y en las estribaciones del Karakórum.
Los últimos pianos de Siberia también un estudio sociológico sobre gentes que viven al límite en uno de los espacios más desolados del globo y la pasión que les hace seguir viviendo y buscando alternativas vitales.
También el GULAG

En el libro la autora también se detiene en las prisiones soviéticas del GULAG y como los presos, que cuando salían cada mañana de campo de concentración a trabajar no sabían si regresarían, construyeron la línea 501 del ferrocarril.
Estamos hablando de unos territorios, que no dejan de tener belleza, que están rozando el círculo polar ártico y donde la supervivencia, y más si eras un prisionero soviético, no era nada fácil.
En Los últimos pianos de Siberia también vamos a visitar la casa Ipátiev, en donde ejecutaron a la familia real, y aprovechando la localización la autora nos hablará del imperio, de la memoria y del olvido inevitable.
Aventuras por doquier

Aunque el último libro de Sophy Roberts sea también una reflexión histórica de un tiempo ya pasado y un atlas que nos muestra vívidas estampas naturales, también es un libro de aventuras.
Entre ellas se encuentra la llegada a Kiatja, una suerte de Venecia arenosa donde el protagonista busca a C. Bechstein, en donde contará con la inestimable ayuda de Tsogt, un personaje por lo menos peculiar.
Tsogt es un barítono mogol educado en París y que también es un avezado arquero que los sacará de más de una situación peligrosa para la integridad física de ambos.
Curiosa es también su paso por un pueblo, siguen buscando un piano que sea del gusto de Odgerel Sampilnórov, y encuentran un instrumento que, mediante una colecta entre los habitantes de la localidad, está siendo preservado de las inclemencias meteorológicas y del paso del tiempo.
El método no puede ser más peregrino: se preserva a piano de la humedad utilizando frascos llenos de mantequilla y con paños de seda húmedos, sin que nadie tenga ni repajolera idea si esos métodos son los adecuados.
El imperio perdido

Pero no el de los zares, sino el que disfrutaba la extinta Unión Soviética es el que intenta rastrear el periodista polaco Jacek Hugo – Bader en En el valle del paraíso, publicado en español en La Caja Books.
A base de un método de trabajo que se basa en la entrevista, el autor de, entre otros Diarios de Kólima, rastrea la grandeur de la extinta Unión Soviética a base de hablar con personajes que personificaron la superpotencia que fue la URSS.
Hugo – Bader, uno de los mejores representantes de las nuevas hornadas de periodismo polaco, logro, a partir de la empatía que derrocha con sus entrevistados, que estos le cuenten historias que hasta ahora no eran de dominio público.
Entre sus entrevistados se encuentra inclusive el ingeniero miliar Vladimír Kalashnikov, que diseño el fusil de asalto homónimo que se convirtió en sinónimo de la infantería soviética y de todos aquellos movimientos revolucionarios armados por la Unión Soviética.
También nos encontraremos en En el valle del paraíso con veteranos de la Guerra de Afganistán, el Vietnam de Unión Soviética vueltos a la vida civil.
Esos exmilitares, sin posibilidades de encontrar un empleo digno vueltos a la vida civil, tuvieron que poner sus conocimientos militares al servicio del mejor postor, en este caso la mafia rusa y chechena.
La frontera, en las proximidades de Rusia

Es la apuesta de la autora noruega Erika Fatland, donde el libro comienza en Corea del Norte, donde la Rusia de Vladimír Putin tiene importantes inversiones aprovechando que en la autocracia de Kim Jon-un, la mano de obra es muy barata.
Fatland también recorrerá la frontera entre su Noruega natal y Rusia, siendo su país el único que no ha sido nunca invadido ni por la Rusia imperial ni por la Unión Soviética.
Es un viaje el de Erika Fatland que comienza en una de las peores dictaduras del mundo, la de Corea del Norte a una de las democracias más consolidadas del mundo, como es la de Noruega.
Tres grandes libros, inclusive por su extensión en número de páginas, para entender lo que ha sido, lo que es y probablemente el papel que desarrollará en el futuro y en el contexto internacional la actual Rusia.
Fuente – EL PAÍS / Madre Rusia en Wikipedia
Imagen – Larry Koester / Helge V. Keitel / Tobias Rehm / Vincent Desjardins / Cubic Rainbow / Dimitry Fomin / Simon Sees