Narrar la experiencia carcelaria, esta vez en femenino

En tres volúmenes – Una fiesta para Thaera, Libretas de sal y Las chicas de la políticala iraquí Haifa Zangana ha coordinado un proyecto en la cual mujeres activistas políticas árabes narran, en primera persona, su experiencia de cárcel, torturas y exilio, en un proyecto literario que ha sido catártico para ellas

Aunque lo que podríamos calificar como «literatura carcelaria» surgió prácticamente con el inicio de la literatura, es más raro que esas experiencias de reclusión sean narradas por mujeres.

Todavía es más inhabitual que las narradoras sean prisioneras de origen árabe, máxime porque en aquellos países, es vox populi, la mujer lleva siglos oprimida por una cultura marcadamente machista y patriarcal.

Ahora, un buen puñado de voces femeninas que tienen en común haber tenido que compartir experiencia carcelaria, se reúnen en tres libros colectivos, donde presas tunecinas y palestinas rememoran las experiencias de su encierro.

La «batuta» de la coordinación editorial de los relatos la ha llevado la iraquí Haifa Zangana, que también sufrió la experiencia carcelaria por el mero hecho de su militancia política, ya que pertenecía al proscrito Partido Comunista de Irak.

Una intelectual comprometida

Zangana, ya desde muy joven, siempre fue una intelectual comprometida, que por su militancia en el Partido Comunista de Irak fue encarcelada, aunque pudo escapar en el año 1975 y exiliarse en Londres.

En tierras británicas desarrollo una sólida carrera como periodista y escritora, pasando a convertirse en parte de la intelectualidad de las islas británicas, reconocida como una intelectual brillante.

Uno de sus últimos proyectos, que ve ahora la luz en forma de tres volúmenes, ha sido recopilar las historias de cárcel, vejaciones, humillaciones y torturas que han sufrido otras presas árabes.

El resultado es Una fiesta para Thaera (2017), Libretas de sal (2019) y Las chicas de la política (2020), donde se compilan las historias de 30 presas políticas árabes, que ya cuentan con traducción al inglés – los dos primeros – y al francés, el último de ellos.

A partir de talleres de escritura

De hecho, los relatos que se han reunido en tres volúmenes no fueron encargados exprofeso a las represaliadas políticas, sino que surgieron a raíz que Haifa Zangana organizó a partir del 2007, como una manera de mantener la memoria histórica.

El origen más remoto del proyecto se encuentra en una conferencia que fue organizada en Toronto por la académica iraní Shahrezad Mujab, en la cual se llegó a la conclusión que esas historias de encarcelamiento que habían sufrido activistas árabes deberían de ser registradas para la posteridad.

Otro de los objetivos de los talleres eran servir de catarsis para que muchas de las activistas, que además de haber sufrido penas de cárcel habían sido vejadas y torturadas, pudiesen verbalizar lo que les había sucedido.

De la misma manera, algo que Zangana tuvo claro desde el principio, es que deberían de ser las mismas mujeres las que escribieran su propia historia, y no como sucede en el mundo árabe que los que acaban escribiendo esas historias femeninas son hombres.

Poner «piel» a la historia

En la práctica totalidad, los conflictos políticos que se producen en lo que los anglosajones denominan Middle East adquieren siempre una fisonomía fría y académica destinada únicamente para doctos y no para la población en general.

En el caso de la mayoría de las mujeres que escriben en este proyecto, activistas políticas de lugares en permanentemente conflicto político, y a veces inclusive militar, como es el caso de Túnez y Palestina, lo hacen en primera persona.

Eso lo que significa es que estamos hablando de una literatura «con piel», esto es, que se siente, se huele y se toca, contando la experiencia personal de cada una de las activistas y de cómo lo vivieron.

De lo que se trató desde el primer momento es que se explorara la vertiente creativa de la escritura, y sobre todo reflejar lo que significó la experiencia humana de tener que sufrir cárcel, cuando no torturas, por defender unas ideas.

De lo que se ha tratado es de «bucear» en la intrahistoria de movimientos políticos proscritos, como el Partido Comunista de Irak, del que formó parte Haifa Zangana, la líder de este movimiento que pretende poner negro sobre blanco la historia de las presas políticas árabes.

Una fiesta para Thaera

Es el primer volumen que inaugura la colección y surgió a raíz de los varios viajes de Zangana a Palestina, para organizara talleres de escritura a la que se apuntó con entusiasmo May al-Haj, una de las autoras del volumen.

May al – Haj aprendió las herramientas literarias de las que carecía para narrar la experiencia de sus siete años presa en una cárcel israelí acusada de haber participado en el atentado contra un colono israelí.

May al – Haj fue liberada producto de los Acuerdos de Oslo que pusieron algo de concierto en las relaciones entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina, en una parte del globo que desgraciadamente no conoce la paz.

Todas las autoras de Una fiesta para Thaera han sido presas palestinas que han sido encarceladas por participar en lo que para ellas es luchar contra la ocupación de Palestina por las IDF.

El segundo volumen en Túnez

Es de donde proceden todas las autoras de Libretas de Sal, que en su gran mayoría son presas islamistas encarceladas por el régimen de Ben Alí.

La publicación de Libretas de sal, al menos de su original en árabe, fue posible por la subvención de la ONG International Center for Transicional Justice, y narra la experiencia personal de militantes de Ennahda.

El partido islamista moderado Ennahda ganó las primeras elecciones democráticas que se celebraron en Túnez tras la caída de Ben Alí, y desde esa fecha ha participado en todos los gobiernos democráticos que se han ido sucediendo.

Una de las escritoras del volumen es Auatef Mezghani que, en el año 1992, fue condenada a seis meses de cárcel por repartir folletos en contra del gobierno de Ben Alí; y la escritura de la experiencia ha sido algo catártico para ella.

Las chicas de la política

Es el volumen que cierra la trilogía, está también está ambientado en Túnez, pero está dedicado a activas políticas de más edad.

Una de ellas es Zeineb Ben Said, una profesora jubilada de filosofía, y también fue represaliada por, a mediados de los años setenta del pasado siglo, participar en el movimiento de izquierdas Perspectives.

En aquella época el liberticida a batir era Habib Bourguiba, el que se convirtió en un gobernante perpetuo una vez que Túnez se libró del yugo francés con el logro de la independencia en el año 1956.

En el caso de Ben Said, la historia no culmina después de seis meses de presidio, si no que posteriormente fue represaliada siendo privada de su trabajo de profesora durante otros seis años.

Fuente – EL PAÍS

Imagen – doombook / needpix / Interactive News Print / Festival of Faiths / Hossam el-Hamalawy / Chris Huggins / Naevus

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