El filólogo Carlos Mayoral acaba de publicar “Etílico” un libro en el cual muestra la enorme influencia que tuvo la ingesta inmoderada de alcohol en la vida y en la obra de cinco escritores que forman parte del canon de la literatura universal. Además Mayoral también toca tangencialmente la importancia que las bebidas espirituosas han tenido en la conformación de determinados movimientos literarios
El tradicional maridaje entre las más altas gradaciones alcohólicas y la literatura, es el tema central de Etílico, el más reciente libro del filólogo Carlos Mayoral. Algunos de los autores, muchos de los más importantes de las letras universales – Scott Firegald, Hemigway, Poe, Bukowski o Sylvia Path – fueron dipsómanos consagrados.
En La campana de cristal, el único libro que vio la luz de la poetisa Sylvia Plath (Boston 1932, Londres 1963) no tenía pábulo en confesar que “El vodka no sabía a nada pero bajaba directamente hasta mi estómago como la espada de un tragasables y me hacía sentir poderosa semejante a un dios”.
Fue precisamente leer esa frase durante la lectura de La campaña de cristal la que incitó a Mayoral a comenzar la escritura de Etílico. A pesar que el madrileño considera que el tema de la relación entre el alcohol y la literatura ha hecho correr ya ríos de tinta, considera que la aproximación que se ha hecho al mismo ha sido abordada desde una óptica excesivamente academicista.
Mayoral ha querido huir de toda pedantería, Mayoral ha dotado de una estructura de novela al texto, de manera que ha plasmado situaciones reales de esa relación entre las bebidas espirituosas y diversos escritores primeros espadas de las letras universales.
Mayoral ha intentado, y ha logrado, reconstruir, con esas historias, el pensamiento, los sentimientos y la imaginación de esos escritores, desde un marco que se inserta completamente en la ficción.
Además de los escritores ya citados, en las páginas del volumen también hay espacio para el poeta francés Charles Baudelaire, el autor de Bajo el volcán, Malcolm Lowrry o autores españoles del Siglo de Oro como Quevedo o Góngora. La afición a bebidas con alto octanaje alcohólico ha sido una constante en las letras universales, entre otras causas por su fácil acceso.
Sin embargo, a partir de los años en los cuales triunfó la generación Beat norteamericana y cristalizaron movimientos musicales como el punk o el glam, serán otras sustancias – cannabis, cocaína, heroína o anfetaminas – las que serán muchas veces motor de la creación literaria.
Con la llegada de las últimas décadas del siglo XX, la asepsia llega a la comunidad de escritores, ya que al convertirse el libro en un objeto de consumo más, que goza del favor de amplias capas de la población, el escritor ya no tiene que reivindicarse a sí mismo como un enfant terrible.
Fuente: Noticias de Álava | Imagen: Phil Long