
En Un país terrible, el periodista y escritor Keith Gessen nos lleva al Moscú de la era Putin y nos presenta una juventud idealista y desencantada con la economía de mercado que habla abiertamente de socialismo, mientras su alter ego cuida de su anciana abuela
Aparece en los expositores de las librerías Un país terrible, producto de la experiencia en la Rusia de Vladimír Putin, donde el escritor ruso estadounidense Keith Gessen estuvo varios años cuidando de su abuela.
Corría el año 2008, cuando «armado» con un buen número de traducciones para realizar, decidió viajar a Rusia, donde había nacido en el año 1975, para cuidad de su anciana abuela, después de no haber pisado las estepas desde el año 1981, cuando con su familia se exiliaron en EE. UU.
Con su hermana, Masha, ensayista y periodista, formaba parte de la intelligentsia ruso – estadounidense que, como nietos de la guerra fría analizan con destreza la brecha que existe entre los dos países.
Una mente inquieta

Cuando tenía a medio «hacer» una maestría en escritura creativa por la Universidad de Siracusa, después de haberse licenciado por la Universidad de Harvard, decidió asentarse en Moscú para cuidar de su anciana abuela, base del argumento del libro.
Con un grupo de amigos había fundado la revista N+1, una revista, que, aunque aspiraba a tener como lectores a jóvenes profesionales con posibilidades de formar parte del establishment, era tremendamente crítica.
En esas estaba Gessen cuando decidió regresar a Moscú para hacerse cargo de su abuela, una anciana que empezaba a no poder valerse por sí misma; ese periplo y la estancia en la capital rusa han dado para una novela, con tintes autobiográficos, que lleva por título Un país terrible.
Un «cajón de sastre» que terminó en novela

En un primer momento, lo que ahora publica Galaxia Gutenberg bajo el título de Un país terrible no tenía las trazas de acabar siendo una novela.
En un primer momento, la experiencia de cuidado filial que vivió Gessen en Moscú, creyó que le podía dar para un ensayo, en el cual, dejando de lado las cuestiones personales, podía analizar la realidad postsoviética y la Rusia de Putin.
Sin embargo, finalmente, lo que cuajó fue una novela en la cual el protagonista, hasta cierto punto un alter ego de Gessen, disfruta de su vida en Moscú: se decepciona con la Rusia de Putin, se enamora, juega al hockey sobre hielo y visita las zonas más desangeladas de la capital moscovita.
Y mientras tanto, cuida de su abuela, que sufre un proceso irreversible de degeneración cognitiva del cual seremos testigos a medida que vayamos leyendo la novela.
En el tiempo que no está trabajando con sus traducciones ni cuidando a su abuela comparte tardes y copas con jóvenes de su edad, esos sí educados en la ortodoxia soviética y en el posterior «sálvese quien pueda» tras la caída del Muro de Berlín.
Lenin vuelve

Hasta cierto punto, como en su ópera prima, que llevó por título Todos los jóvenes tristes y literarios, el libro que tenemos entre manos es también una novela coral, habitado por jóvenes postsoviéticos desencantados con la Rusia de Putin.
Una pléyade de jóvenes, por lo menos los que habitan Un país terrible, son unos idealistas contumaces y desencantados con el libro mercado, dispuestos a reclamar justicia social, y a debatir abiertamente sobre socialismo sin hacer retornar a los fantasmas del pasado soviético y el mal llamado socialismo real.
En el libro vamos a ser testigos también del movimiento contestatario «a pie de obra»: manifestaciones en las cuales la policía reprime todavía «a la soviética» y en donde la oposición está todo menos unida.
En cierto modo estamos ante una novela ficcional, basada en hecho y en la experiencia propia de Gessen, y también de haber trabado conocimiento con líderes opositores, como el poeta Kirill Medvedev.
A la intemperie

El relato que pergeño Gessen tiene ribetes humorísticos, a veces, tiernos, pero también sumamente crudo, ya que relata magistralmente a amplias capas de la población rusa que se encuentra al albur del capitalismo salvaje.
También representa la paradoja de que amplias capas de ciudadanos soviéticos, incluida la abuela del protagonista, que, odiando profundamente a la Unión Soviética, vieron como con la llegada del libre mercado y la desregulación, perdieron todo lo que tenían.
Es precisamente ese desarraigo y sensación de orfandad la que ha explotado políticamente Rusia Unida, el partido político personalista que lidera Vladímir Putin, que promete volver a las seguridades de la grandeur de la época soviética.
Nacionalismo de nuevo cuño

Es tanto el que anda desatado en Rusia, pero no en menor medida en los Estados Unidos de América donde Donald Trump acude a los mítines electorales con gorras en la cuales se puede leer “Hagamos América grande otra vez”.
Sin embargo, a la hora de comprender y metabolizar este nacionalismo ruso de nuevo cuño, reconoce sus limitaciones por haber vivido casi toda su vida en Estados Unidos, ya que no vale solo con tener ascendencia rusa para entender aquello.
Por ello, y también por otras razones, se decidió por la ficción que ha dado lugar a esta novela, Un país terrible, que en breve plazo se podrá encontrar en los expositores de las librerías.
Entre los años 2009 y 2017 tuvo el libro en «cuarentena», pero al calor de la victoria de Donald Trump en las elecciones del 2017 y su también nacionalismo de nuevo cuño, hizo que Gessen entendiese que el libro que guardaba en un cajón tenía nueva vigencia.
A medida que la administración Trump se hacía con el control de la «sala de máquinas» del 1600 de la Avenida Pensilvania, la tensión con el otrora enemigo soviético subía de intensidad, lo que de facto ha configurado una nueva Guerra Fría.
Una buena muestra de ellos, de esa nueva Guerra Fría, es la intromisión, ya probada, del Kremlin en las elecciones norteamericanas y en algunas que se han celebrado en Europa, como las que se celebraron en el Reino Unido.
Nuevos proyectos

En estos momentos, este profesor de periodismo de la Universidad de Columbia, está trabajando en un ensayo sobre la Norteamérica que ha configurado, en solo una legislatura, Donald Trump.
En dicho trabajo, Gessen reflexiona sobre el hecho de que Trump gobierna en la Casa Blanca porque gusta el votante tipo de esa República y esos ciudadanos se sienten identificados con él, algo que todavía no comprenden muchos votantes demócratas.
Fuente – EL PAÍS
Imagen – Timur Lararenko / wyinoue / Sven / Brandon Carson / Sthephane Mignon / kingofthedead / David Merrett