Vigilancia permanente, de lectura imprescindible

Ya tenemos en los expositores de las librerías Vigilancia Permanente, el libro en el que Edward Snowden se despacha, largo y tendido, acerca de las ilegales actividades de espionaje que lleva a cabo la Agencia de Seguridad Nacional – NSA en sus siglas en inglés – y de sus programas de vigilancia Prism y XKeyscore

Edward Snowden, vilipendiado por unos y en ensalzado por otros, fue el agente de la NSA que descubrió las «vergüenzas» de la Agencia de Seguridad Nacional.

Después de una fuga de película que le llevo de Hawái, en donde trabajaba en un centro de la citada agencia de seguridad, a Hong Kong, donde desveló Prism y XKeyscore a The Guardian y a recibir asilo en Rusia, se ha tomado un tiempo para escribir un libro donde lo cuenta todo.

Prácticas anticonstitucionales

Lo que hizo que Snowden abriese la Caja de Pandora, y revelase al rotativo británico los entresijos de la vigilancia electrónica que ejerce, sobre los ciudadanos de todos los países del mundo, es que se estaba produciendo un espionaje masivo injustificado.

La Agencia de Seguridad Nacional, que se encarga al completo de la vigilancia electrónica de Estados Unidos, según Snowden, vigila a propios y extraños, efectuando sus pesquisas ilegalmente sobre cualquier ciudadano norteamericano que cae bajo su «radar».

Vigilancia permanente es también, además de las memorias de un agente de la NSA, la historia de un desencanto de un patriota que tras los atentados del 11S, se alistó para ser un Navy SEAL.

Tras sufrir una importante lesión mientras se preparaba para ser comando, decidió, también por patriotismo, convertirse en agente de la CIA, primero, y después de la NSA.

Son muchas las razones que para los que gustan de la geoestrategia y la política internacional este libro resulta de lectura imprescindible.

Del mismo modo, los activistas de derechos civiles y los aficionados a las novelas de espías, también encontrarán de su gusto esta lectura, que nos enseña la «trastienda» de la organización que dirige Michael S. Rogers.

Historia de un desencanto y de cómo se las gasta Tío Sam

Pero el libro es también narra su progresivo desencanto de las políticas de seguridad de las agencias de inteligencia norteamericanas y en especial de alguien que como ya se dijo se alistó por patriotismo para ser Navy SEAL.

Tras una lesión gravísima e incapacitante mientras se preparaba para poder lucir con orgullo el emblema del tridente SEAL, decidió probar suerte en la CIA, llegando a estar destinado en la «antena» de Viena.

Más adelante, y siendo un experto informático, paso a formar parte de la NSA y lo que vio allí no le gustó nada: se dio cuenta de que la agencia de inteligencia de señales se dedicaba a intervenir las comunicaciones de quién le venía en gana, inclusive a ciudadanos norteamericanos dentro de suelo nacional.

En los últimos capítulos de Vigilancia permanente Edward Snowden cuenta la persecución que tuvo que soportar su novia, Lindsay Mills, una vez que Snowden dejó de estar en el alcance de los servicios de seguridad y de inteligencia norteamericanos.

Una vez que, Edward Snowden había filtrado las actividades ilegales de la NSA y participó las mismas al rotativo británico The Guardian y a la documentalista Laura Poitras, los organismos de seguridad norteamericanos se dedicaron a hacerle la vida imposible a su novia.

Dado que no podían «echar el guante» al propio Snowden, se dedicaron a acosar a Lindsay Mills y a tal grado llegó la persecución que la única solución que encontraron, ella y Snowden, es que ella se mudase a vivir a Moscú.

Un alegato de defensa

Vigilancia Permanente da para muchas lecturas, y una de ellas es la de que con la redacción de libro lo que ha hecho Edward Snowden es un alegato en la que defiende su inocencia.

El libro le sirve para justificar la que ha sido, y con mucho, la más importante filtración sobre los servicios secretos norteamericanos y las constantes vulneraciones de las leyes y la constitución que juraron defender.

Con Vigilancia permanente, Snowden quiere deslegitimar a todos aquellos que lo han llamado y lo llaman traidor, justificando el haber revelado secretos de la inteligencia en aras de defender la libertad y el Estado de derecho en EE. UU.

Una filtración muy medida

Afortunadamente, el proceder de Edward Snowden no fue, ni de lejos, el filtrado masivo de datos en «bruto» que llevó a cabo Julian Assange en Wikileaks, con lo que el ciberactivista australiano puso en peligro a muchos agentes de inteligencia y a sus fuentes que desarrollaban misiones en el extranjero.

Antes de realizar la filtración al medio de prensa escrita The Guardian, primero se preocupó de que los datos los manejasen profesionales del periodismo de investigación, y después filtró datos que no van, en absoluto, en contra de Estados Unidos como país.

Glenn Greenwald, el primer periodista de The Guardian con el que traba contacto, se preocupa mucho, antes de elaborar y publicar sus reportajes periodísticos de contrastar sus fuentes y las informaciones que va a escribir.

En este caso, Greenwald se cercioró de que quien le estaba filtrado secretos de la NSA fuese una persona comprometida con la democracia y con la libertad que permiten el Estado de derecho.

Edward Snowden no es, ni con mucho, un «renegado» de la NSA que ha decidió tomarse venganza por haber sido relegado en sus funciones o suspendido por haber vulnerado algún régimen disciplinario.

Un cruzado por la libertad

Snowden es, a fin de cuentas, un defensor de las libertades, fundadas en los estados de derecho, y de la democracia.

Solo así se explica que abandonase una vida con una buena casa, un buen sueldo y unas proyecciones profesionales más que notables, para tener que huir de su país como un fugitivo y acabar asilado en Rusia.

Snowden narra muy bien como la NSA y otras agencias han dejado de interceptar las comunicaciones globales para buscar enemigos de la Estados Unidos y de occidente para interceptar aquellas comunicaciones que le son de interés, aunque la fuente sean ciudadanos anónimos que no han incurrido en ningún delito.

Efectos legislativos

Es una de las primeras derivadas de las filtraciones de Edward Snowden y no es otra que, en el caso de la Unión Europea, las nuevas leyes de protección de datos han tenido como efecto una mayor protección de los datos de los ciudadanos.

Y entre los datos sobrecogedores que se muestran en el libro, uno que informa de hasta donde pueden llegar los «tentáculos» de la NSA: llegar a intervenir el teléfono móvil personal de la presidenta alemana, Angela Merkel.

A partir de ahí un «rosario» de sentencias judiciales ha calificado a Estados Unidos: desde un fallo en el cual se consideraba a Estados Unidos como un «puerto no seguro» para el almacenamiento y trasiego de datos, hasta un nuevo Reglamento de Protección de Datos en España.

Fuente: Público / Edward Snowden en Wikipedia / Agencia de seguridad Nacional en Wikipedia / SEAL en Wikipedia / Laura Poitras en Wikipedia

Imagen – kikodoze / Jorge Elías / Rennet Stowe / Charles Dyer / FHG Photo

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