La escritora sudafricana Nadine Gordimer, Premio Nobel de Literatura 1991, falleció ayer a la edad de 90 años. El primer medio que se hizo eco de la noticia fue la emisora de radio South África Radio. La obra de la Nobel recién fallecida siempre ha estado ligada al otro agraciado con el Nobel de Literatura, que no es otro que J. M. Coetzee.
Además de una brillante carrera literaria, más fuera de las fronteras sudafricanas que dentro, a ambos les une proceder de la misma extracción social: la minoría de habla inglesa de Sudáfrica, igualmente privilegiados como los descendientes holandeses de los Bóer por un sistema de segregación racial, pero mucho más liberales que estos y totalmente del poder político y económico que detentaba los descendientes de los primeros holandeses que arribaron a lo que hoy es Sudáfrica.
Pero ahí acaban las diferencias ya que mientras John Maxwell Coetzee se exiló en Londres y al mismo tiempo se ensimismó. Por el contrario la escritora recién fallecida tomó la determinación de quedarse en Sudáfrica y luchar contra el apartheid pasando a las filas, en la clandestinidad, del Congreso Nacional Africano, el movimiento político que fundó el Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela.
El ingreso en el CNA en el año 1962, cuando todavía era una organización prohibida por el régimen del apartheid y cuando pertenecer a ella era penado con muchos años de cárcel y ser juzgada por los tribunales de justicia sudafricanos por terrorismo, se produjo por mediación de los abogados de Nelson Mandela que eran amigos personales de Gordimer.
Ya para esa época Nadine Gordimer era una escritora prolífica que había escrito y publicado dos novelas, varios libros de relatos y una obra de teatro. Gordimer, como muchos sudafricanos procedía de una familia que había emigrado al sur de África desde Letonia. Judía de origen, por matrimonio con un galerista, entro en contacto con la bohemia de su ciudad de acogida.
Fue en la bohemia donde se implicó en la lucha contra la segregación racial en Sudáfrica. Puso su talento literario al servicio del CNA, escribiendo muchos de los discursos de sus líderes. Al mismo tiempo también brindó su casa para que vivieran circunstancialmente perseguidos del CNA y aprovechó su éxito internacional como escritora para amplificar las reivindicaciones de la mayoría negra de Sudáfrica.
El conflicto racial en Sudáfrica le permitió utilizarlo como combustible para sus novelas, caso de “El Conservador” donde relata la vida de un industrial blanco, conservador y solitario que es abandonado por su familia por sus posicionamientos violentos y de extrema derecha contra la mayoría negra de Sudáfrica.
La escritora, laureada por obras como “La historia de mi hijo” o “Mundo Extraño” contaba en su haber con 15 doctorados honoris causa por prestigiosas universidades entre las que se encuentra Yale, Harvard, Columbia, Cambrigde o la surafricana de Witwatersand.
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Fuente – El Mundo
Imagen – jsogo