Quizás el principal aporte de leer libros de literatura de viajes es que nos permite entrar en un territorio entre la realidad y la ficción; realidad de quien protagonizó esos viajes y ficción la que cada lector aporta en la lectura de libros de viajes que nos trasportan a otras realidades, realidades que se convierten en ficción en nuestra mente.
La literatura de viajes nos permite, en nuestro lugar de descanso estival, visitar otras tierras e incluso otras épocas, unas realidades en las cuales solo podemos estar presentes de modo vicario mediante la lectura. La literatura de viajes lleva siglos en un inmejorable maridaje con el periodismo con unos textos que están entre la ficción y la realidad, entre lo histórico y la fábula.
La literatura de viajes es una manera muy adecuada para acercarnos, en primera persona, a las realidades culturales, históricas, políticas y sociales de cada territorio, con un acercamiento mucho más ameno que bucear en áridos tratados históricos repletos de datos asépticos y abstractos que llaman más a la razón que a la emoción o a los sueños.
Tal como defiende Paco Nadal – periodista especializado en viajes, escritor y fotógrafo – es la literatura de viajes la que nos permite soñar, con ciudades, paisajes, ríos y montañas. Es con la lectura con la cual cada uno hace propio las vicisitudes del protagonista, los paisajes y las situaciones. La literatura de viajes es uno de los principales incentivos que hacen a muchos viajar para encontrar esas estampas que hasta hace poco eran solo soñadas.
Obras míticas de la literatura de viajes hay centenares, pero solo unas pocas han quedado en el inconsciente colectivo de los ciudadanos de países avanzados. Así citaremos a “El imperio de Ryszard” de Kapuscinsky, “El cielo protector” de Paul Bowles o la mejor visión que se ha dado hasta el momento del áfrica negra en “En busca del Doctor Livingston” de Henry Morton Stanley.
Quizás entre los escritores coetáneos que brillan con luz propia dentro de los autores de literatura de viajes debamos destacar la labor del argentino Martín Caparrós, que se aproxima a la literatura de viajes creando un subgénero híbrido entre el libro de viajes y el ensayo dónde el autor plasma las reflexiones que el surgen al albur de la realidad que narra.
De este autor porteño se pueden recomendar varias obras de lectura obligatoria, como es el caso de “Contra el cambio” dónde aborda el calentamiento global de nuestro planeta. En “El interior” nos encontramos un viaje al interior de argentina, donde nos muestra unos aguafuertes inolvidables de la Argentina profunda, con una importante carga del medio rural, un viaje que el escritor hizo con un vehículo por el que se internó por esa Argentina poco conocida para el viajero de business class.
Más información –
Fuente – Noticias de Navarra
Imagen – Mary P. Madigan