En su nuevo libro, Antifa, del historiador norteamericano Mark Bray hace un recorrido por lo que ha sido el movimiento antifascista desde sus orígenes a la actualidad; para ello analiza la biografía de algunos de los antifascistas más conspicuos, analizando tanto la filosofía como los métodos de lucha de ese movimiento
Desde los cientos de antifascistas, que, con generosidad, se enrolaron en las Brigadas Internacionales para defender el gobierno legítimo de la II República, hasta los jóvenes que se oponen, pacíficamente, a cada reunión del G – 20, el antifascismo tiene una luenga historia.
Ahora el historiador norteamericano Mark Bray, analiza lo que ha supuesto el antifascismo, desde sus albores, hasta la actualidad.
Para ello, podríamos decir que en análisis lo realiza a partir del «estudio de caso», esto es, glosando las biografías de conspicuos antifascistas, y a partir de ahí descubriendo la filosofía y las estrategias del movimiento.
Un tema de rabiosa actualidad
Desgraciadamente el antifascismo está de rabiosa actualidad, máxime porque, en un goteo constante, alrededor de todo el mundo se producen atentados de índole fascista; el último de ellos no hace ni una semana.
Nos referimos al asesinato de 11 personas, a manos de un neonazi, en una sinagoga de Pittsburg, lo que ya las autoridades norteamericanas, inclusive antes de que haya concluido la investigación, no han dudado en calificar como un delito de odio.
Alimentar la «bicha»
Antifa de Mark Bray está de plena actualidad, máxime cuando el fascismo internacional y sus ideologías asociadas – racismo, supremacismo – han encontrado un inmejorable caldo de cultivo en partidos políticos de nuevo cuño.
Mientras en el país de nacimiento de Bray el incontinente verbal de Donald Trump ha creado una política espectáculo dedicada a ridiculizar y criminalizar a las minorías, emigrantes y demás, en Europa los movimientos neofascistas campan por sus respetos.
Y lo peor en el viejo continente, es que muchos de esos movimientos neofascistas se han trasmutado en partidos políticos, que, si no gobiernan ya, se encuentra «en capilla» para hacerlo.
Hablamos de La Liga de Matteo Salvini en Italia, Reagrupamiento Nacional, antes conocido como Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia o los gobiernos de Viktor Orban en Hungría y Mateusz Morawiecki, del Partido Ley y Justicia, en Polonia.
Otros movimientos políticos de inspiración fascista están en la «pole position» y van subiendo, poco a poco, su representación en los parlamentos, como es el caso de AfD (Alternative für Deutschland) y su siamés, el movimiento social antimusulmán Pegida.
Algo más que un movimiento
Bray carga, en su libro, primeramente, contra los «neutrales», aquellos que, desde un academicismo apoltronado, deciden estar en medio, una postura peligrosa según el autor de Antifa, ya que muchas veces su neutralidad cae del campo de los fascistas.
Por otro lado, Bray defiende que el antifascismo es, y debiera aspirar, a ser algo más que un movimiento, ya que se le puede calificar de ser, desde una ideología política, pero también un método de identificación individual, y hasta un movimiento transnacional.
El libro también pretende ser un campo abonado para la contienda y para el debate, ya que Bray indaga a base de preguntas, que se hace y que hace al lector.
¿Qué hacemos con la violencia? ¿Se oponen los antifascistas a la libertad de expresión? O ¿Tienen los fascistas el derecho a disponer de tribunas públicas?, son dudas que se plantean en Antifa.
Un movimiento con diferentes «familias»
Como cualquier otro movimiento que se precie, y máxime si lo que se lucha es contra el fascismo, en el coexisten grupos con diferentes sensibilidades.
Sobre todo, en cuanto a su posicionamiento sobre la violencia, existen desde grupos pacifistas a aquellos que preconizan el uso de la fuerza para hacer frente a los fascistas.
Inclusive hay algunos movimientos que lo que a lo que aspiran es al gradualismo, esto es, a un uso proporcional de la violencia, esto es, utilizar la fuerza únicamente dependiendo si antes se ha producido una agresión.
Barcelona, el más inmediato campo de batalla
Barcelona ha sido testigo de como el movimiento antifascista «demuestra músculo» aprovechando la celebración del Día de la Hispanidad, el pasado 12 de octubre.
La convocatoria la realizaba la Plataforma Antifascista, para protestar contra el fascismo y el racismo, y según fuente de la Guardia Urbana llegó a concentrar a 2.000 personas.
Bajo el eslogan «El antifascismo es cosa de todas», la manifestación comenzó a las 11:00 horas, al tiempo que en las proximidades evolucionaba otra marcha, de signo contrario, convocada bajo el lema «D’Espanya i Catalans», contra la independencia de Cataluña.
Dispositivo de los Mossos d´Esquadra
Con el objetivo de evitar incidentes, un fuerte dispositivo de la policía catalana se desplegó en previsión de incidentes entre ambas marchas.
Mientras que la manifestación antifascista discurría por los distritos de Eixample y Gracia, los partidarios de la fiesta nacional española iniciaban un trayecto que los llevó desde el Paseo de Gracia hasta la plaza de Catalunya.
El dispositivo de antidisturbios, que los organizadores de la marcha antifascista no han dudado en calificar como desmesurado, tuvo conatos de enfrentamiento entre los Mossos y algunos de los antifascistas, aunque no se llegó a mayores.
En Valencia también
La ultraderecha valenciana también salió en manifestación el Día de la Hispanidad, con una intención clara de «reventar» la concentración antifascista que tenía la intención de protestar por ese día, que durante el franquismo todavía se llamaba «Día de la raza».
Para evitar que los neonazis se saliesen con la suya, la Policía Nacional desplegó hasta 900 agentes antidisturbios que velaron por el normal desarrollo de la concentración.
Para evitar incidentes, en la movilización antifa se desplegó un «servicio de orden» encargado de evitar que se cayese en provocaciones, de las que fueron objeto por elementos de la extrema derecha.
La manifestación fue una muestra de fuerza del movimiento antifascista levantino y contó con la mayor afluencia en años, que según los organizadores congregó a 15.000 personas pero que para la policía se quedaron en 6.000.
Entre los diversos grupos de la «derecha alternativa» que habían convocado una concentración para exaltar el Día de la Hispanidad, – Grup d’Acció Valencianista (GAV). Avant-dCide-Verdes moderados y Mi Tierra CV – no llegaron a reunir ni a cien personas.
Parafernalia neonazi
Los escasos manifestantes neonazis estaban pertrechados con parafernalia nazi y símbolos preconstitucionales, siendo infructuosos sus intentos por «reventar» la concentración antifascista.
Además, la policía, que supervisaba el normal desarrollo del acto, los acordonó en la Avenida del Oeste y posteriormente los efectivos antidisturbios que se bajaron de veinte furgonetas construyeron una muralla humana que se interpuso entre las dos manifestaciones.
Fuente – Público / Internacional en Público / Wikipedia / El País / Levante – EMV
Imagen – Guy Hepner / Edittrix / European People´s Party / Agente Provocador / Pascal Jaminon / kaosenlared / Mossos.Generalitat de Catalunya / InfoLibre / Rolf K. Wegst