Mujeres de «armas tomar»

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Ve ahora la luz, después de un documental homónimo, el libro titulado Las mamás belgas, publicado en el sello editorial El Mono Libre, donde se relata la vida de 21 mujeres belgas, comunistas y judías, que vinieron a España a combatir como brigadistas internacionales, siendo la mayor parte de ellas enfermeras

Vidas de película

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Es el caso del matrimonio que formaban a enfermera belga Feigla Vera Lutfig, era una de esas mujeres de «armas tomar» con un brigadista internacional de la misma nacionalidad que falleció en el frente de Madrid.

Judía y comunista, con los primeros desmanes del nazismo en Alemania, comenzaron a llegar a Amberes muchos huidos de las tropas de asalto del NSDAP a los que ella acogía en un local del partido marxista al que pertenecía.

A pesar de que en un primer momento reprendió a su marido por irse a luchar a un país extranjero, posteriormente se concienció de que lo que se libraba en Europa, y especialmente en la Guerra Civil española era una lucha contra el fascismo.

Persuadida de la razón que asistía a la II República Española, convenció a sus hermanas Rachel y Golda para ir a España para combatir en el bando republicano.

Pronto quedaron convencidas que para la Alemania nazi y la Italia fascista la guerra en España era un mero teatro de operaciones para probar las opciones bélicas que más tarde utilizarían en su intento de conquista de Europa.

Las tres hermanas sirvieron como «banderín de enganche» para que otras mujeres con conciencia política pusiesen rumbo a España. El contingente alcanzó los 21 miembros.

Todo corazón

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La mayor parte de estas 21 brigadistas no tenían ningún tipo de formación, salvo las tres hermanas enfermeras, pero entendieron que lo que se libraba en España era una guerra de la democracia contra el fascismo.

De hecho, muchas de este grupo de mujeres combatientes internacionales a favor de la República, habían tenido que huir de sus países por el antisemitismo que era azuzado, sobre todo, desde la Alemania nazi.

Casi todas ellas, estamos todavía antes de la invasión alemana de Polonia que seria el detonante del inicio de la II Guerra Mundial, intuían el régimen de terror que Hitler y sus secuaces instituirían en Europa mientras iban ganando la guerra mundial.

La historia de estas 21 valientes es el argumento del libro Las mamás belgas que acaba de salir al mercado de libros en español, publicado por la editorial El Mono Libre.

Memoria de una época

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El libro del periodista Sven Tuytens nace como complemento de un documental, factura del propio Tuytens donde indaga sobre las biografías y las peripecias vitales de estas 21 belgas, que durante la Guerra Civil fueron conocidas como “las mamás belgas”.

La indagación del periodista sobre estas valientes y generosas mujeres se ha realizado siguiendo sus trágicas vidas a partir de sus diarios, pero también entrevistando a Rosariet, la única superviviente que cuenta con 97 años.

«La peque»

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Así era conocida Rosariet en el Hospital Militar Republicano de Ontinyent, donde se desempeñaba como enfermera. El motivo del mote es más que evidente, ya que contaba solo con 15 años.

A pesar de la avanzada edad, todavía se mantiene lúcida y tiene un vívido recuerdo de Vera, lo que impactó tremendamente en Tuytens, ya que creía que de las 21 valientes no quedaría ninguna con vida.

Esta indagación, en forma de documental y de libro, no es extraña en Tuytens, ya que durante varios años fue el corresponsal de la televisión pública belga en España.

De ayudante de enfermería a enfermera

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«La peque», como ya se ha referido, llego al frente republicano con solo 15 años, con lo cual la única formación que tenía es la que había adquirido en la enseñanza primaria, esto es, no tenían ningún tipo de conocimiento sobre medicina.

Empezó trabajando en quirófanos como ayudante, y poco a poco terminó adquiriendo destrezas que la llevarían a ser un miembro indispensable de muchas de las operaciones quirúrgicas que se desarrollaron en el hospital.

Ahora, a punto de cumplir un siglo, se mantiene activa, en lo que permite edad tan provecta, todavía conserva la mente lúcida y puede recordar lo que vivió durante la Guerra Civil Española.

Tras la Guerra Civil española, «la peque» volvió a su país donde siguió trabajando como enfermera hasta que se jubiló.

Vera, el «motor» del grupo

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El libro y el documental son un merecido homenaje a este grupo de mujeres valientes que vinieron a España a plantar cara al fascismo, y también a luchar por la igualdad entre hombres y mujeres, la justicia social y por la libertad.

Pero Vera eran sin duda el «pegamento» que mantenía unido al grupo y también era su líder natural, el nódulo a partir del cual surge todo el grupo, mujeres brigadistas de otros países y hasta las milicianas valencianas.

Vera no fue la única que perdió a su marido, el sindicalista Emiel Akkerman, en el frente, en concreto en el de Madrid.

Otras seis mujeres del grupo también sufrieron la pérdida de sus maridos o compañeros en otros teatros bélicos, como fue la Ciudad Universitaria de Madrid, el Jarama o Teruel.

Una fotografía guardada en una caja

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El origen del libro y del documental no han podido tener un origen más inopinado, ya que el detonante fue una foto guardada en una caja cualquiera en uno de los muchos archivos fotográficos que hay en Bélgica.

En la imagen se puede ver posando a once mujeres en mayo del año 1937 en la barcelonesa Plaza de Catalunya, una fotografía que el director del citado archivo belga había utilizado para investigar a las brigadistas belgas de origen judío.

De hecho, cuando Tuytens preguntó que quieren eran las mujeres, nadie le pudo dar razón, lo que pone de relieve es que, inclusive actualmente, la historia de las mujeres siempre ha sido accesoria y poco aireada.

Una lucha que continuó en la II Guerra Mundial

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En el año 1939, tras la victoria de las tropas franquistas, las «mamás» que todavía quedaban con vida tuvieron que ser evacuadas a Argelia, que todavía era territorio colonial francés.

El grupo de Vera, por su condición de mujeres, no fue ni siquiera investigada para ver si habían combatico contra las tropas franquistas, por lo cual tuvieron el camino expedito para volver a su país natal.

Mientras tanto, sus compañeros y maridos sufrieron escrutinio por parte de las autoridades francesas, y al ser considerodas como «peligrosos» fueron mantenidos bajo custodia.

En el caso concreto de Vera, tras su regreso a Bélgica, se convirtió en una de las piezas más importantes de un grupo de informantes del espionaje soviético, al que se conoció como la Orquesta Roja.

Este grupo de la inteligencia soviética fue desarticulado por los nazis y sus miembros sufrieron todo tipo de torturas antes de ser asesinados.

A pesar de ello, Vera pudo escapar de las garras nazis y huir al sur de Francia, donde la resistencia francesa la mantuvo escondida hasta que una vez finalizada la II Guerra Mundial, la enfermera pudo volver a su país natal.

Campos de exterminio

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Aunque Vera salvó su vida, muchas de las componentes de las «mamás belgas» no corrieron igual suerte, ya que muchas no sobrevivieron a la II Guerra Mundial.

Una de sus hermanas, Rachel, trabajó como enlace de la resistencia, pero fue descubierta, encarcelada y enviada a un campo de concentración alemán, aunque afortunadamente pudo sobrevivir.

Mientras tanto Golda, que había tenido un hijo al que bautizó como Madrid, dieron con sus huesos en el campo de extermino de Auschwitz, y no sobrevivieron ninguno de los dos.

Del grupo de 21, otras cuatro enfermeras tampoco llegaron a ver como se celebraban los juicios de Núremberg, ya que todo se conjuraba en su contra: además de mujeres y comunistas eran judías.

Fuente – Público

Imagen – National Museum of Health and Medicine / Jeff Quitney / Nature Therapy / Museo Reina Sofía / rtve / Pinterest / WALL PAPER UP / jaxenter / Españoles en la II Guerra Mundial / NH53

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