El diplomático español Enrique Criado presenta El paraguas balcánico: un paseo sin protocolos (Aguilar), en donde hace un profundo análisis histórico y sociopolítico sobre la península de los Balcanes en general y de Bulgaria en particular, país donde estuvo tres años destinado en la Embajada de España en Sofía
Cuando se citan los Balcanes, siempre le suele anteceder la palabra avispero. Y no es para menos, si se hace solo un somero análisis de la historia política, y sobre todo bélica, de esa pequeña parte de Europa Central.
En El paraguas balcánico: un paseo sin protocolos, publicado por Aguilar y en la que Enrique Criado, de profesión diplomático, analiza los Balcanes desde la experiencia que le da el haber trabajado en diversas embajadas que nuestro país tiene en los países que conforman aquella península.
Un título altamente simbólico
Cuando habla del «paraguas balcánico» no está hablando únicamente de lo común que tienen todos los países de esas coordenadas geográficas.
Cuando Criado habla del «paraguas», se está refiriendo también al instrumento, que con la punta emponzoñada de un veneno letal, fue utilizado para asesinar al escritor búlgaro Georgi Markov en el londinense puente de Waterloo.
La operación fue diseñada y ejecutado por la Darzhavna Sigurnost, la traducción más aproximada sería Comité de Seguridad del Estado, los servicios secretos búlgaros que operaron hasta que calló el «telón de acero».
Con esa operación, que culminó con la muerte del disidente búlgaro Georgi Markov, los servicios secretos del régimen comunista búlgaro refrendaron algo que ya sabía la comunidad de inteligencia occidental, que, conjuntamente, con el HVA de Alemania Oriental, se trataba del «servicio» más letal.
Una tierra inolvidable
Enrique Criado muestra en el texto el mismo convencimiento que la célebre frase que pronunció el diplomático español Sebastián de Erice, que estuvo destinado en los Balcanes durante los años 30 del pasado siglo.
La célebre frase viene a decir, que en los Balcanes se llora dos veces: la primera cuando se llega y la segunda cuando uno se va.
Enrique Criado estuvo destinado, es diplomático de carrera, en la Embajada Española en Bulgaria entre los años 2015 y 2018, lo que le permitió, conocer y «bucear» en el país y sus gentes.
El deslumbramiento de este diplomático por Bulgaria y los búlgaros reside en que estos bailan ritmos que desconocemos en España, comidas que nunca han llegado a la Piel de Toro y que ha tenido experiencias, a lo largo de su historia, que solo hemos visto por la televisión y en películas.
Producto de ese conocimiento es El paragua balcánico: un paseo sin protocolos, en donde una de las tesis que defiende es el gran parecido que tiene Bulgaria y sus gentes a España y los españoles.
Su segundo libro
Enrique Criado no es un autor «primerizo» ya que hace tres años publicó Cosas que no caben en una maleta. Experiencias de un diplomático novato.
En aquel libro, relata lo que fue uno sus primeros destinos como diplomático, que lo llevo al Congo, también, como en los Balcanes, por un periodo de tres años.
A media que nos vamos adentrando y avanzando por las páginas del libro, se nos describe un país peligroso e ingobernable, carente de las mínimas infraestructuras, y con una sociedad militarizada, donde existen un sinnúmero de armas de guerra en manos de civiles.
Tal como lo define en una de las páginas del libro, el Congo es “el país más africano de África”, un país, además, que después de la descolonización de los años setenta del pasado siglo, quedó dividido en Zaire por un lado y República Democrática del Congo por otro.
Bulgaria, esa gran incógnita
Y con ello no hacemos referencia a un eufemismo, ya que el país en el que gobierna Boiko Borisov, es un gran desconocido, inclusive dentro de las fronteras de la Unión Europea.
Y ello a pesar de que las más importantes civilizaciones que se asentaron en Europa lo hicieron en esas tierras que el Danubio separan de Rumanía.
En la sangre de los búlgaros podemos encontrar trazas de tracios, celtas, griegos e incluso romanos, ya que su territorio formó parte del Imperio romano.
De hecho, durante 500 años fue la Sublime Puerta la que dominó lo que hoy es una república parlamentaria. Fue la guerra que se libró entre el imperio ruso y el Otomano la que permitió, tras la victoria de las tropas del zar, que se constituyese el estado búlgaro en 1878.
Bajo la bota soviética
Tras la II Guerra Mundial, y de resultas de la Conferencia de Yalta, que tuvo como partícipes a Winston Churchill, Josef Stalin y al presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt, se configuraron las zonas de influencia soviéticas y de las democracias occidentales.
En ese reparto, Bulgaria cayó bajo el dominio de los intereses geopolíticos que emanaban del Kremlin moscovita, por lo que se configuró como República Popular, convirtiéndose a todos los niveles en un trasunto de la Unión Soviética.
No será hasta el año 1989, con la caída del Muro de Berlín, y el desmantelamiento de los regímenes comunistas del este de Europa, cuando Bulgaria inicie una singladura política como democracia parlamentaria.
Europeísmo convencido
Es una de las señas de identidad de la Bulgaria actual, a pesar de que, para un español, que «de buenas a primeras» llega al aeropuerto de Sofía, la capital, le puede parece que acaba de aterrizar en otro planeta.
Con una cultura culinaria desconocida en España, y un alfabeto cirílico, como el ruso, y que también es desconocido en países de tradición grecolatina con el nuestro, lo más seguro es que el recién llegado sea lo más parecido a un náufrago.
Un puente sobre el Drina, un buen ejemplo de lo que son los Balcanes
Si queremos aproximarnos, aunque sea tímidamente, a lo que son los Balcanes en general y a Bulgaria en particular, nada como leer el libro que escribiera el escritor serbio Ivo Andric.
La trama de Un puente sobre el Drina se desarrolla en la localidad de Visegrad y la trama gira alrededor de la ciudad y de su puente.
A medida que vamos avanzando por las páginas del libro, seremos testigos de cuatro siglos de historia de la ciudad y de su famosísimo puente.
El libro, además de abundar en la ocupación otomana, y la posterior ocupación del imperio austrohúngaro, también analiza las relaciones, siempre tirantes y muchas veces también violentas, entre la comunidad ortodoxa y musulmana.
Un puente sobre del Drina es un relato con una gran profundidad analítica de Bulgaria, ya que nos lleva de paseo por localidades búlgaras como Plovdiv, Veliko Tarnovo, Varna, Melnik, Bansko, Blagoevgrad, Rila, Borovets, Buzludzha.
Fuente – el diario / Cultura en el diario / Península balcánica en Wikipedia / Paraguas búlgaro en Wikipedia / Bulgaria / Darzhavna Sigurnost en Wikipedia / Gueorgui Markov en Wikipedia / Congo en Wikipedia / Franklin D. Roosevelt en Wikipedia
Imagen – atasot / Mike McBey / Alexandru Panoiu / Óscar W. Rasson / Klearchos Kapoutsis / TANK ENCYCLOPEDIA / Biser Teodorov / Julijan Nyča