La carnicería también da para literatura

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La carne ha sido uno de los principales alimentos del ser humano desde hace dos millones y medio de años. Con una proteína de mayor calidad que la de origen vegetal, durante siglos comer carne fue asociado a poder económico y político. De todo ello nos habla Marta Zaraska en Engachados a la carne

Reconozcámoslo: somos una especie carnívora. A pesar de modas y posturas ideológicas, al grito de «yo no me alimento de cadáveres» de vegetarianos y veganos, ha sido las proteínas de la carne la dieta más habitual durante todos los miles de años que nuestra especie ha habitado el Planeta.

Ahora, la periodista polaca Marta Zaraska publica, traducido al castellano, el libro Enganchados a la carne, una aproximación sociológica e histórica de la pasión del ser humano por todo lo que tiene que ver con la carne.

Omnipresente en todos lados

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Es difícil salir a comer o a cenar, y salvo en los locales expresamente vegetarianos, encontrarnos con un menú en el que no haya diversos tipos de carnes.

Querámoslo o no, la historia de la humanidad es la historia de la ingesta de carne, y sobre ese particular, nos informa la periodista polaca en un volumen de 312 páginas.

Tal como razona Zaraska en Enganchados a la carne, existen muchas razones, también evolutivas, que explican porque resulta tan difícil desterrar la carne de nuestra dieta.

Unas razones que, aunque les pese a los vegetarianos y veganos, también se incardinan en lo puramente biológico.

A la fuerza ahorcan

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Se suele decir que el ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra, y eso se puede también aplicar al consumo de carne.

Las carnes siguen siendo omnipresentes en la dieta de la mayoría de los habitantes del Planeta, al menos en los países desarrollados, y eso a pesar de las contraindicaciones médicas que existen.

Comer carne en abundancia correlaciona con una mayor prevalencia de cáncer colorrectal y su producción, generan unos niveles de contaminación que no se dan con otro tipo de alimentos, como por ejemplo pueden ser los cereales.

A pesar de todo ello, la carne, en sus más variadas preparaciones, sigue siendo uno de los manjares más apetecibles para casi cualquier ser humano.

Abandonar la carne: ventajas ambientales

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Una de las tesis de la autora es que, si de un plumazo, se abandonase el consumo de carne de todos los habitantes del Planeta, el efecto sería eliminar una contaminación que es similar a la que generan todos los medios de transporte del Planeta.

Pero, inclusive sabiendo eso, hay muy pocas personas dispuestas a renunciar a un suculento filete por sus convicciones ambientales, por no hablar de los cientos de millones de euros que mueve el sector.

Una verdadera adicción

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La autora sitúa la introducción de la carne en la dieta humana hace dos millones y medio de años, cuando el organismo de nuestros ancestros empezó a tolerar carne no humana.

Además, esa remota época coincidió con un fenómeno climático, a nivel del todo el Globo, que produjo una reducción de las precipitaciones y como consecuencia la necesidad de encontrar otras fuentes de alimento, en este caso carne animal.

De hecho, mientras los australopitecus tuvieron la evolución de mejorar su dieta, pero siempre a partir de vegetales, nuestro primer ancestro del género homo fue el que paso de una dieta exclusivamente vegetal a una en la cual se introdujo la carne.

De lo que no hay constancia es de qué manera se produjo la introducción de carne animal en la dieta de nuestros antepasados más remotos: bien porque iniciaron la caza de herbívoros o bien porque la primera carne que comieron fue la de un animal muerto.

No solo de carne vive el hombre

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Sin lugar a dudas, la adopción de la carne animal como fuente alternativa de alimentación a los frutos recolectados tiene que ver con algo evidente: la sensación que tenían nuestros antepasados cuando comían carne es que ese alimento les daba más vigor y les saciaba antes.

Pero esa no fue la única razón por la cual el hombre prehistórico decidió cazar: el «cobrar la pieza» de un gran animal, como podía ser un mamut, también daba al cazador un reconocimiento social de la comunidad en la que vivía.

Debido a la inexistencia en el inicio de la humanidad de métodos para la conservación de la comida, la pieza de caza cobrada era compartida con toda la tribu.

Prestigio social y sinónimo de riqueza

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Llegados a la Edad Media, poder comer carne era un lujo que estaba solo al alcance de los nobles, con lo cual era sinónimo de poder, riqueza y prestancia social.

Mientras los nobles comían carne hasta reventar, los siervos de la gleba con lo único que se podía contentar eran con productos de la tierra, como alubias y lentejas, una dieta que con el tiempo se rebeló como más saludable.

La sensación de economía saneada que da el comer carne habitualmente ha llegado hasta nuestros días, donde todavía amplias capas de la población siguen asociadas una dieta basada en vegetales como sinónimo de bajos ingresos económicos.

Hasta los vegetarianos

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La querencia a la carne está, casi tan asociado a nuestro ADN, que tanto vegetarianos como veganos buscan desesperadamente alimentos que tengan sabor a carne, aunque lo más parecido sea una suerte de «carne» fabricada a partir de proteína vegetal.

De hecho, existen datos que corroboran que el 33% de los veganos comen carne después de una buena borrachera, de lo que se deduce que cuando alguien tiene la conciencia alterada, producto de unas copas de más, muestra claros signos de lo carnívora que es nuestra especie.

Un lobby con mucha fuerza

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Que el consumo de carne siga siendo alto en los cinco continentes es producto, también, de la capacidad de influencia que tienen los productores de carne, que inclusive tiene cabilderos que ejercen presión ante las autoridades alimentarias y sanitarias de los países.

Son legión las organizaciones que se dedican a cabildear a favor de los productores de carne: Asociación Estadounidense de Criadores de Ganado Vacuno, Consejo Estadounidense de Productos de Cerdo, Asociación de Procesadores de Carne, Asociación Canadiense de Ganaderos, Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España, Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas.

Inclusive estas asociaciones promueven y financian estudios pretendidamente científicos que informan a favor del consumo de carne, como si de una actividad nutricional salutífera se tratase.

Fuente – Público

Imagen – Watershed Post / John Dryzga / The Animal Day / Charley / Rusty Clark / Jimmy Harris / Francesco Dazzi / Bernt Rostad / Model European Union Strasbourg

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