Jorge Luis Borges sigue desatando pasiones tres décadas después de su fallecimiento. Acaban de ser subastados en Buenos Aires un libro y una revista con textos autografiados del autor, que han alcanzado un precio de 65.800 y 24.100 dólares norteamericanos, respectivamente
Muchos grandes escritores, como sucede en otras muchas profesiones, tienen desde jóvenes plena conciencia de su importancia, por lo cual guardan como «oro en paño» cualquier tipo documento con el cual luego se pueda reconstruir su vida.
Por lo general, y en el caso de muchos escritores, suelen ser instituciones públicas, como universidades y bibliotecas nacionales, y en menor medida coleccionistas privados.
Son ellos los que se hacen cargo de las muchas cajas donde el autor en cuestión guardó desde originales de sus obras hasta relaciones epistolares con otros autores, todo vale a la hora de poder recordar a un genio
Y Jorge Luis Borges no iba a ser menos
Como no podía ser menos, dado que ejercía de porteño de pro, en una reciente subasta realizada en Buenos Aires, dos documentos del archivo de Borges, en concreto una revista y un libro, han logrado un récord casi millonario en su precio.
En el caso de la revista, la revista – mural Prisma con una dedicatoria del propio Borges a su compatriota Macedonio Fernández, se vendió por 24.100 dólares norteamericanos.
En la misma subasta, un libro del genio argentino nacido en Buenos Aires en el año 1924, titulado El idioma de los argentinos, ilustrado por Xul Solar, alcanzó los 65.800 dólares norteamericanos.
Tal como ha referido Hilario Artes, Letras & Oficios, la casa de subastas, ambos bienes fueron adjudicados a dos coleccionistas que por el momento han optado por permanecer en el anonimato.
Borges, la creatividad desencadenada
Amén de prolífico escritor, Jorge Luís Borges también emprendió en todo aquello que tenía que ver con las letras, inclusive fundó varias revistas, una de las cuales fue la revista Prisma.
El emprendimiento editorial de Borges se llevó a cabo con la compañía de su hermana, la artista plástica Norah Borges, y los escritores Guillermo Juan de la Torre y Eduardo González Lanuza.
Se trató de una revista militante, que se desarrolló dentro del ecosistema literario y poético del ultraísmo, que en esa época hacia furor en Buenos Aires en los años veinte del pasado siglo, una revista que fue tan efímera que solo publicó dos números.
Una revista de poesía
Cuando se publica el primer número de Prisma, en noviembre de 1921, el ultraísmo campaba por sus respetos en los cafés literarios y las librerías de la ciudad del Boca Juniors.
Para los no avisados en movimientos literarios, recordar que el ultraísmo, en esencia, pretendía crear una literatura para los ya iniciados, esto es, huía, como de la peste, de la creación de textos para las masas.
En los dos números que se publicaron de la revista, que fue ilustrada por Norah Borges, se pueden encontrar poesías de vates bonaerenses, entre los que se encontraban Salvador Reyes y los ya citados Guillermo Juan de la Torre y Eduardo González Lanuza.
De hecho, es un ejemplar del segundo número, con la dedicatoria a Macedonio Fernández, la que se ha subastado por casi 25.000 dólares norteamericanos, y donde Borges, de su puño y letra, «regala» una dedicatoria al que fue uno de sus mejores amigos.
En el autografiado se puede leer: Para el ínclito filósofo Macedonio Fernández, inagotable pensador dando tus esbeltas reflexiones en La Perla
La perla, el café de la intelligentsia bonaerense de la época
La Perla era, durante los «felices veinte», el café de referencia de los intelectuales bonaerenses y de los del resto de la Argentina que recalaban en la capital del Estado que gobernase el general Juan Domingo Perón.
Uno de los muchos días en los cuales Borges se pasaba por el Café, coincidieron dos circunstancias: la primera que llevaba, en un hatillo ejemplares de Prisma que acaban de salir de «máquinas» y por otro que estuviese allí Macedonio Fernández.
Esa «conjunción astral» hizo que Borges decidiese regalar un ejemplar de Prisma al filósofo en ciernes y aprovechase, además, para firmarle un ejemplar, que ahora, algo más de ochenta años después, ha alcanzado el nada desdeñable precio de 25.000 dólares norteamericanos.
Un Borges filólogo
En el libro subastado por Hilario Artes, Letras & Oficios, bajo el título de El idioma de los argentinos nos encontramos con un completo estudio de filología, precisamente por lo que anuncia el título, esto es, el hablar de los argentinos.
El volumen, ilustrado por Xul Solar, es un estudio sobre las diferentes formas de hablar de los argentinos, y, de hecho, para la segunda edición, que nunca sea publicó, Borges había adherido todas las correcciones, tachaduras y toda la «marginalia» con la que había corregido la primera edición.
Un Borges universal
Al menos eso es lo que está intentando una iniciativa ciudadana que pretende que el edificio que albergaba la antigua Biblioteca Nacional en Buenos Aires se convierta en un centro que reúna la obra y el legado del autor, entre otros, de El Aleph.
El «rastro» de Jorge Luís Borges en la capital de la Argentina está «subrayado» con mayúsculas: una placa recuerda el edificio de la calle Maipú donde nació y otra está colocada en la calle Serrano de Barrio de Palermo, donde vivió muchos años.
Pero, sin embargo, todavía no hay una institución en Buenos Aires que se haya dedicado a preservar su memoria, guardar su archivo con fines de investigación y seguir promocionando al que sin duda es el escritor argentino, con permiso de Julio Cortázar, más universal.
Centro de documentación Jorge Luis Borges
Creado por iniciativa de escritor y traductor argentino Alberto Manguel, en los dos años ha creado un centro que, desde sus comienzos, ha querido atesorar el mayor número de documentos del genio bonaerense.
Manguel es de la opinión de que es una pena que muchos de los documentos, incluidos originales y cartas, estén en mano de coleccionistas privados, una labor de recolección que tendría que depender las autoridades argentinas.
De hecho, la iniciativa popular, liderada por el propio Alberto Manguel, pero también por los escritores Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, secundados por miles de ciudadanos argentinos, han logrado que la biblioteca de Borges, de 17.000 volúmenes, no pueda abandonar la Argentina.
Nadie es profeta en su tierra
Paradójicamente, es fuera de Argentina, donde con más rigurosidad se ha querido mantener la obra y la memoria del que fuera marido de María Kodama.
Son centros en los cuales, además de preservar el legado de Jorge Luis Borges, se permite que investigadores y estudiosos de la obra del autor de El Hacedor, y también se hace proselitismo del que fuera profesor de la Universidad Católica.
Uno de esos «centros de referencia» es el Borges Center de la Universidad de Pittsburgh, dirigido por el profesor argentino Daniel Balderston.
Para encontrar el otro «centro de referencia» es necesario desplazarse hasta el Atlántico Sur, donde se encuentra el Borges Small de la Universidad de Virginia, llamado Small no porque sea pequeño sino porque es el apellido del mecenas que lo construyó y lo mantiene.
En un primer momento, ese centro de culto a Jorge Luis Borges estuvo dirigido por los investigadores Laura Roseto y Germán Alvarez, que fueron designados para ese puesto por parte de Daniel Balderston.
A día de hoy, la dirección del Borges Small ha recaído sobre la también argentina Elsa Baber, que cuenta con mérito de haber sido la primera mujer que ha dirigido la Biblioteca Nacional de la Argentina
Fuente – ABC / Jorge Luis Borges en Wikipedia / Ultraísmo en Wikipedia / EL PAÍS / Intelligentsia en Wikipedia / Marginalia en Wikipedia
Imagen – Levan Ramishvili / Pedro Ribeiro Simões / Kaboom pics / Steve Johnson / Gabriel García Marengo / Beatrice Murch / Biblioteca Nacional de la República Argentina / Mateussf / Brice Dawson