Napoleón I, un dechado de virtudes

Arpa Editores nos trae a los expositores de las librerías Las guerras privadas del clan Bonaparte, una selección que ha realizado el doctor en filología Xavier Roca Ferrer sobre las memorias de a condesa de Rémusat; la familia Bonaparte no queda muy bien parada

Se publica ahora, por parte de Arpa Editores Las guerras privadas del clan Bonaparte, que fue escrito por la condesa de Rémusat, y conoció bien a todos los Bonaparte, dado que era la mujer del que fue Chambelán Imperial de Napoleón.

Vivir permanentemente en la corte imperial le permitió estar avisada de todo lo que se «cocía» allí y la capacidad de saber de secretos imperiales aumentó cuando Napoleón Bonaparte la nombró dama de compañía de la emperatriz Josefina.

Por méritos propios – era una gran conversadora – se convirtió también en un elemento insustituible para el matrimonio formado por Napoleón I y por Josefina de Beauharnais, el matrimonio imperial por excelencia.

Parte de sus memorias

El volumen de Arpa Editores, titulado Las guerras privadas del clan Bonaparte son realidad una parte de sus memorias, unas ricas memorias que se podrían calificar, sin errar, como unas memorias eminentemente políticas.

Contaba con indudables virtudes – era una mujer muy inteligente, que se sabía bandear en los complós de salón constantes que se producían en la corte imperial – y con posición social, ya que era nada menos que la mujer del chambelán imperial, la convirtieron en una cronista clave de ese periodo.

Además, sus virtudes y su posición la proporcionaron una «atalaya» privilegiada a partir de la cual ver muchas cosas que a otros cortesanos se les escapaba, lo que le permitió que sus jugosas memorias fueran la Historia de un periodo histórico.

Una selección

Lo que ahora nos presenta Arpa Editores en este libro es una selección de sus memorias, que ha sido realizada por el doctor en Filología Clásica y traductor Xabier Roca – Ferrer.

Este notario define el volumen como “auténticas instantáneas del emperador y su extraña familia con un valor casi periodístico en unos tiempos en los que no se habían inventado la fotografía ni los paparazzi”.

En algunos pasajes, la condesa de Rémusat es sumamente cáustica, y Roca – Ferrer considera que se comporta con el que fuera general de artillería de una manera sumamente ingrata ya que fueron los Bonaparte – especialmente Napoleón I y Josefina de Beauharnais – los hacedores de su felicidad y de su preminencia social.

Una superviviente nata

De la capacidad de «navegar» por los más variados «mares políticos», deja constancia el hecho que después de haber sido personajes claves – ella y su marido – de la corte imperial, pudiesen integrarse en el nuevo régimen político y cortesano producto de la Restauración.

A pesar de que su marido no se pudo integrar en la corte borbónica resultado de la derrota del I Imperio en los campos de batalla de Europa, no tuvo problemas para que Luis XVIII lo nombrar para importantes puestos de la administración civil.

El conde de Rémusat fue prefecto de Haute – Garone y posteriormente en Lille, falleciendo en el año 1822 cuando todavía ocupaba el puesto de prefecto de la capital de la región de Alta Francia.

Esclarecer lo que sucedió en la corte napoleónica

Las memorias se publicaron cuando falleció su nieto Paul de Rémusat, y descubrieron el talento literario que latía en el interior de Claire Elisabeth Gravier de Vergennes.

En las memorias traza, con fina ironía y un lenguaje propio de haute culture, lo que realmente sucedió en la corte del emperador Napoleón I.

En la lectura atenta del texto se pueden ver las mezquindades que «adornaban» a los miembros del clan Bonaparte, en especial a Napoleón y su mujer Josefina, matrimonio con el que tanto ella y su esposo tuvieron una relación muy estrecha.

De una familia realista

A pesar de que estuvieron a bien con el Consulado y el posterior I Imperio francés, Claire Élisabeth pertenecía a lo que se llamó en la Francia de esa época una familia realista.

Su padre y su abuelo participaron en lo que se dio por llamar la conspiración de Saint – Lazare, cuyo líder era el general Beauharnais y que como no triunfó, provocó que los tres citados fueran guillotinados.

Los bienes de la familia fueron confiscados y durante un periodo de tiempo Claire Élisabeth y su madre vivieron en la indigencia, hasta que se casó con Augustin-Laurent de Rémusat, que además de título nobiliario le otorgó vivir de una manera desahogada.

Encandilada por Talleyrand

Talleyrand, que lo fuera todo en la política francesa, fue un personaje siniestro que tuvo una enorme capacidad para «nadar y guardar la ropa», lo que le permitió ocupar puestos de gran poder desde la Revolución francesa hasta el reinado de Luis Felipe I.

Una joven condesa de Rémusat trabo conocimiento con él y quedó encandilada con el que fuera obispo de la Iglesia Católica, a pesar de que era 26 años más joven del que también fuera miembro de la Asamblea Nacional Republicana durante la Revolución francesa.

Aunque se supone que entre ellos dos – condesa de Rémusat y Talleyrand – hubo algo más que una relación amical, como no podía ser de otra manera, siendo un conspirador nato, pronto empezó denigrar al emperador ante el matrimonio Rémusat.

A pesar de ella, y tal como deja constatado en sus memorias, a pesar de las críticas de Talleyrand, el Príncipe de Benevento estaba persuadido de la misión que la Historia había encargado al pequeño corso.

La condesa de Rémusat es especialmente cruel en la descripción física que hace de Napoleón I al que describe como “bajo y desproporcionado, de cabellos ralos, mentón corto y mandíbula cuadrada”.

Al hablar de sus comportamientos en público, el hijo de María Leticia Ramolino no sale mejor parado: propenso a unos ataques de cólera violenta y positiva, y falto de educación y de formas.

Una impresión positiva para España

A pesar de que Napoleón conquistaría España, y posteriormente se produciría la Guerra de la Independencia Española, la primera impresión que se produjo en España de su entronización como emperador y sus victorias militares fueron positivas.

En aquella época se hacía gala del dicho popular aquel que dice que «los enemigos de mi enemigo son mis amigos», y en aquel momento para la monarquía de Carlos IV, el enemigo a batir era la pérfida Albión.

Inclusive, antes de que Napoleón I secuestrase en Francia a la familia real, los partidarios de Fernando VII creían que el general corso los apoyaría en la refriega palaciega que tenían con Godoy.

El amplio legado francés

A pesar de que, con la reinstauración de la monarquía en España, teniendo como monarca a Fernando VII quiso borrar la impronta que el I Imperio francés, el intento fue infructuoso.

En lo que se refiere a la política muchas de las instituciones que impuso el Imperio francés pervivieron, e incluso algunas todavía las podemos encontrar en la actualidad.

Aunque en un primer momento se purgó a los españoles que habían formado parte de la administración de la «ocupación», posteriormente Fernando VII no tuvo más remedio de «recuperar» a muchos afrancesados para organizar la Hacienda.

Otro de los «inventos» franceses, la policía, también se reinstauró durante el gobierno del hijo de Carlos IV de Borbón, con una concepción no solo en su función represiva, sino también con una función de protección del ciudadano y mejora de las costumbres públicas.

Fermento de un nuevo régimen político

Pero quizás la principal aportación de la Francia napoleónica fuese que los españoles se acostumbraron a unas libertades, tanto públicas como políticas, que no habían sido «degustadas» hasta ese momento.

A pesar de que lo que se vivió es una ocupación militar por tropas francesas los españoles gozaron de una serie de derechos y libertades que no conocían hasta aquellos momentos.

Por primera vez la actividad de las personas estaba reflejada en un Código Civil, que se mantuvo después, y hubo un rudimento de separación de poderes.

A pesar de la Restauración, tanto en Europa como en España, la semilla de la libertad ya había sido plantada, y en pocas décadas todo el continente europeo ardía en las barricadas de las revoluciones burguesas.

En fin, que a pesar de lo que nos pudo contra la condesa de Rémusat de la ruindad de Napoleón I, su legado en Francia, Europa y España todavía perdura.

Fuente – ABC / Claire Elisabeth Gravier de VergennesFuente en Wikipedia / Casa del Libro / Josefina de Beauharnais / Xavier Roca Ferrer en Wikipedia / Lille en Wikipedia / Charles Maurice de Talleyrand en Wikipedia / Napoleón Bonaparte en Wikipedia / El Norte de Castilla en Wikipedia

Imagen – belvedere / Marco Verch / arpa / akg images / Harvard Art Museum / Botaourus / Cris / Biblioteca Museo Víctor Balaguer / George Self / David Goitia

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