
Giuseppe Scaraffia nos muestra en La novela de la Costa Azul,un «bestiario» de nombres importantes de las letras universales que o bien vivieron o bien pasaron temporadas en la Costa Azul durante el periodo de entreguerras
Nada mejor que el verano, y la Costa Azul, para, siendo gente de posibles, dedicarse simplemente a descansar y ver, desde una hamaca, como el sol nace, llega a su cenit, y se acaba poniendo.
Durante los años veinte del siglo pasado, para todas las élites europeas, y por supuesto norteamericanas, la Costa Azul fue sinónimo de sol, playa, sofisticación de clases ociosas y fiestas nocturnas.
En ese contexto, los escritores e intelectuales solían cumplir la función de «aves exóticas» que sus mecenas alojaban en fastuosas villas que poblaban la Costa Azul, a lo largo de cientos de kilómetros.
Esa función de «ave exótica» la cumplió a la perfección Scott Fitgerald invitado por los Murphy a la villa que poseían en la ciudad francesa de Antibes, mecenas que acabaron hasta el moño de la falta de educación del autor de Suave es la noche.
La Novela de la Costa Azul

Es el título del libro que nos ocupa hoy, y que, obra de la pluma del filósofo y escritor Giuseppe Scaraffia, recorre los divertimentos estivales de muchos escritores y artistas que tuvieron como marco los espectaculares arenales de la Riviera Francesa.
El diplomático y hombre de letras Paul Morand, que se hizo con una vivienda en la localidad de Villefranche-sur-mer, estaba tan imbuido en convencer a sus vecinos de sus dotes cinegéticas, que era capaz de irse hasta Niza «armado» con una caña de pescar.
Una vez llegado a esa ciudad, compraba carpas en cualquier pescadería y volvía a Villefranche con los pescados a la vista, para que el vecindario creyese que los había pescado él.
Durand fue una persona que accedió a la propiedad de una casa en tan exclusiva zona, y se pasó aterrado el resto de su vida pensando que alguien le podía despojar de su hogar.
Niza, imán para escritores

Esta localidad francesa, a solo 30 kilómetros de la frontera italiana, ha sido tradicionalmente un «imán» para todos aquellos que han elegido la escritura como profesión.
A pesar de ello, y de resultar irresistible para Antón Chéjov, el novelista ruso defendía que esa ciudad era perfecta para leer, pero no para escribir.
Sin embargo, como excepción que confirma la regla, la mujer del autor de Dublineses no consideraba nada especial a la ciudad, y el matrimonio solo pasó unos pocos días en una ciudad que para Nora Barnacle no tenía más que mar y sol.
William Somerset Maugham y Cap-Ferrat

La localidad ubicada en Las Landas de Gasguña y el autor, entre otros, de El filo de la navaja, tuvo una relación especial con lo que en aquella época no dejaba de ser un poblachón de una Francia que se recuperaba de las heridas de la I Guerra Mundial.
Su casa destacaba porque estaba pintada toda ella en color blanco, y su interior se encontraba decorada con unos pocos objetos procedentes todos ellos de China, que tenían un gran valor artístico y monetario.
Lo suyo con Syrie Barnardo, nos referimos a su matrimonio, fue breve y tormentoso, a pesar de que ella lo intentó todo para mantenerlo a su lado.
Relato de una época

La novela de la Costa Azul, que ahora recupera Periférica para los lectores en español, es un mural de una época, la de los años veinte del pasado siglo, donde unas élites llenas de glamour se dedicaban al il dolce far niente.
La Costa Azul era mucho más interclasista de lo que se podría pensar, ya que en la misma se podía desde vivir «a todo trapo» hasta tener un mediano pasar sin excesivos gastos.
En este libro vamos a saber de anécdotas de grandes escritores que tuvieron como escenario lo que los franceses conocen desde tiempo inmemorial como Côte d’Azur.
Entre estos escritores nos vamos a encontrar con, entre otros, a Toqueville, Stendhal, Joseph Roth, Katherine Mansfield, Walter Benjamín, Zelda y Scott Fitgerald, pero también de Cocteau, Wilde y hasta Celine.
Villa Isola Bella

Se convirtió en el último reducto de la autora de Felicidad y otros cuentos, ya que Katherine Mansfield, nacida Beauchamp, encontró en Villa Isola Bella la necesaria serenidad para poder escribir.
Mansfield creyó que estar rodeada de lujo le protegería ante una realidad de la que llevaba huyendo desde que comenzó a escribir sus primeros cuentos en su Nueva Zelanda natal.
En su habitación de Villa Isola Bella, decorado completamente de gris plata, también recibió la carta en la cual su amante, John Middleton Murry, le informaba de que lo dejaba todo para estar juntos, aunque ella finalmente le rechazó.
Cañas y Barro agitadas por el Mistral

Otro de los ilustres veraneantes de la también conocida como Riviera de Génova fue el escritor valenciano, de renombre internacional, Vicente Blasco Ibañéz, conocido por obras como Cañas y barro.
Con los royalties obtenidos de la adaptación cinematográfica de Sangre en la arena y Los cuatro jinetes del Apocalipsis compró Fontana Rosa, un coqueto caserón que hizo las delicias de toda la familia.
Lo más espectacular de la casa no estaba dentro y era una gran superficie ajardinada que Blasco Ibáñez bautizó como El Jardín de los Escritores, y en toda la extensión de lo que era un verdadero vergel se podían encontrar bustos de los más importantes escritores universales de todos los tiempos.
Una biografía que aspira a lo coral

A partir de la presencia de importantes escritores y artistas en la Costa Azul en el periodo de entreguerras, a lo que ha aspirado Giuseppe Scaraffia en La Novela de la Costa Azul es la de realizar una biografía de todos esos personajes.
En el libro no perderemos ripio sobre la vida de esos escritores famosos y de la gente que los acompañaba: veremos sus celos, su encuentros y desencuentros, sus periodos creativos y sus periodos depresivos, que también los hubo.
En definitiva, la vida que hubo en la exclusiva Costa Azul en el periodo de media entre las dos guerras mundiales, un periodo apasionante con unos personajes igualmente apasionantes.
Fuente: EL PAÍS / Costa Azul en Wikipedia / Niza en Wikipedia
Imagen – Sudharsan Narayanan / Gillermo Morales / acebal / elle valentine / Editorial Periférica / Ed Webster / Mark Chinnick / Ron Cogswell