
La Biblioteca Nacional de España programa, hasta el próximo 16 de febrero, una exposición retrospectiva sobre Benito Pérez Galdós, donde es posible ver una amplia panoplia de lo que fue su vida a través de muchos de sus objetos, desde pinturas hasta originales, pasando por parte de su biblioteca
Y lo hace con una exposición retrospectiva, ahora que se cumple un siglo de la muerte de unos de los autores que han dado las mejores páginas a la literatura española, con obras celebérrimas como los Episodios Nacionales.
Por ello, la Biblioteca Nacional se «viste de largo» en una muestra en la que se podrá contemplar su legado, su vida, sus amistades y hasta sus relaciones amorosas.
Con debilidad por el «bello sexo»

A decir de sus biógrafos, el hijo del coronel Pérez Macias, fue un mujeriego empedernido, lo cual casaba poco con su natural timidez, poco amigo de las reuniones sociales y las francachelas, inclusive durante su juventud.
Su vida privada y otras esferas como la creativa se pueden ver ahora en la exposición Benito Pérez Galdós. La verdad humana que ha programado la Biblioteca Nacional para celebrar el centenario del fallecimiento de este «canarión» universal.
Se podrá disfrutar de la retrospectiva sobre el autor, entre otros, de La Fontana de Oro hasta el próximo 16 de febrero en la sede de la citada institución, sita en el madrileño Paseo de Recoletos 20 – 22.
Su primer amor, en las Colonias

Sus primeros escarceos amorosos, o al menos los que han dejado transcender sus biógrafos, lo fueron con una prima de origen cubano y de nombre María Josefa Washington Galdós Tate, que era conocida en familia por el sobrenombre de Sisita.
Sin embargo, la cosa no fue a mayores debido a que la madre del que sería uno de los grandes escritores en lengua española, doña Dolores Galdós Medina se dio cuenta del incipiente romance que se estaba produciendo y lo «atajó por lo sano».
La madre de Benito Pérez Galdós «no se anduvo con chiquitas» y para evitar que el romance siguiera adelante, y tras terminar Pérez Galdós en bachillerato en Las Palmas, decidió enviar a su hijo a Madrid para que cursara la carrera de Derecho en la capital de España.
El romance tuvo efectos en Pérez Galdós durante toda su existencia y la amargura por no haberlo podido consumar anegó durante toda su vida al literato y en lo más inmediato, lleno de zozobra a un Benito Pérez Galdós sin amigos en Madrid.
Amigo de las aventuras galantes

Como ya se ha indicado, Benito Pérez Galdós fue de natural tímido, poco amigo de las celebraciones y de socializar en cafés, como era natural en los escritores decimonónicos, o los que aspiraban a ello.
Solo se le conocen otras dos relaciones sentimentales estables, una de ellas con la también escritora, Emilia Pardo-Bazán y otra con Lorenza Cobián González, que sería la madre de María, la única hija del escritor.
El encuentro con la única mujer con la que procrearía se produjo de una manera fortuita en el estudio del pintor Emilio Sala, amigo del escritor y donde Lorenza se desenvolvía como modelo del artista.
Fue su única hija María Galdós Cobián y sus descendientes los que han sido durante dos generaciones han sido legatarios de la obra del escritor, manteniendo vigente su figura y su obra literaria.
Sus otras relaciones

En su luenga vida, llegó casi a los ochenta años, a Benito Pérez Galdós se le conocen más aventuras galantes, siendo las principales las que involucraron a la actriz Concepción Ruth Morell Nicolau y a Teodosia Gandarillas.
Gandarillas pasa por ser el último gran amor del que fuera diputado por el Partido Liberal, y a la que conoció cuando ya contaba con 64 años, siendo ella una maestra con mucha afición por la lectura.
El amor entre Pérez Galdós y Gandarillas, lo llegó a calificar, el propio autor literario, como un amor «tranquilo».
En el caso de la actriz de origen catalán, se trató de una relación «de fondo» que el literato y la artista escénica mantuvieron entre los años 1891 y 1900, aunque no llegaron a pasar por el altar.
Lo que encandiló a dramaturgo canario fue que Morell era ante todo un «espíritu libre», y tal fue la pasión por ella que la convirtió en la protagonista de una de Tristana, una de sus más celebradas novelas.
Exposición total

Comisariada por Germán Gullón Palacio y Marta Sanz Pastor, en la exposición de la BNE vamos a encontrar hasta doscientas piezas, de los más variados «pelajes».
Los espectadores podrán gozar con manuscritos, libros impresos, esculturas, grabados y hasta lienzos de buenas proporciones, y tal como informan los comisarios, la transcendencia que tuvo Pérez Galdós en el tiempo que le tocó vivir.
De hecho, el objeto de la exposición es mostrar el mundo en transformación que encarna Galdós y su obra, la poliédrica personalidad que lo llevó, además de genio literario, a ser desde político hasta pintor y músico en ciernes.
Todavía de capital importancia

Esta muestra ha sido, ante todo, una necesidad, ya que, a un siglo de su muerte, su legado literario todavía está vigente en las letras españolas, inclusive orientando a escritores, algunos de ellos muy jóvenes, que escriben en este siglo XXI.
En la exposición hay un lugar dedicado exclusivamente a mostrar a los visitantes la semblanza que «primeros espadas» de las letras españolas reivindican su legado, y se reconocen deudores, en su técnica literaria, del canario universal.
Bajo el formato de entrevistas televisivas, los escritores, la mayoría españoles, van desgranando cómo han influido en su creación la lectura de las obras literarias de este escritor atípico.
Entre estos escritores que se confiesan deudores del genio literario de Las Palmas encontramos a reconocidísimos escritores contemporáneos, como pueda ser el caso de Elvira Lindo, Almudena Grandes y Manuel Longares.
También califican como inspiradores de su obra al que fuera miembro de la Real Academia de la Lengua Española, autores literarios como Antonio Muñoz Molina, Care Santos o Andrés Trapiello, entre otros muchos.
Fuente – LA VANGUARDIA / Benito Pérez Galdós en Wikipedia / Biblioteca Nacional de España
Imagen – Wikipedia / Victor Push / Dcoetzee / Vincent Albanese / Dirkjan Van Ittersum / Secretaría de Cultura Ciudad de México