
La librería alicantina 80 mundos acaba de ser galardonada con el premio Librería Cultural 2019 que todos los años otorga la Federación de Gremios y Asociaciones de Librerías de España; al frente de ella un grupo de jóvenes libreros que dinamizan culturalmente la ciudad
Uno de los grandes lujos que nos permite la literatura es, como lectores, poder habitar otros mundos, ya sean estos en épocas pretéritas, presentes o incluso, en el género fantástico, mundos que es poco probable que existan.
Eso, vender mundos, universos y hasta constelaciones, todo ello en formato libro, es lo que hace la librería alicantina 80 mundos, que acaba de ser galardonada con el premio Librería Cultural 2019, que otorga la Federación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías de España.
Un proyecto al que se le da continuidad

La librería 80 mundos puede presumir de la vitola de librería veterana y con solera, no en vano fue inaugurada en el año 1984, por Fernando Linde, que ya puede ejercer de librero jubilado, después de que cuatro jóvenes se planteasen seguir con el proyecto.
La nueva 80 mundos no ha renunciado a su labor de extender la buena literatura en una localidad que parece que solo está en el mapa por el sol pertinaz y las playas que adornan su litoral.
La «nueva» 80 mundos pretende, además de vender libros, convertirse en un faro que ilumine la vida cultural de esa ciudad costera valenciana, convirtiéndose en un dinamizador de cualquier actividad que tenga que ver con la literatura, y cualquier otra de las bellas artes.
Libreros Ochenteros

Es el simpático nombre que le han puesto a la sociedad que gestiona 80 mundos, los libreros Sara J. Trigueros, Carmen Juan, Ralph del Valle y Marina Vicente, donde las librerías han sido una constante en sus vidas.
Todos ellos, o sus padres, compraban los libros de texto de primaria, secundaria y universidad en la citada librería, y Linde también ejercía de prescriptor de sus lecturas, afición que seguramente ha sido crucial para que hayan acabado siendo propietarios de 80 mundos.
Una de las socias, Carmen Juan, poetisa, no tiene empacho en confesar que uno de sus sueños de niñez era acabar convertida en librería, un sueño que ha logrado hacer realidad, máxime ahora que 80 mundos, cuyo nombre proviene de una obra de Julio Cortázar, acaba de ser galardonada.
Una filosofía que se ha mantenido en el tiempo

En la justificación del galardón, desde CEGAL se destaca sobremanera el fondo bibliográfico que maneja la librería y el ser un dinamizador cultural de primer orden, algo que por otra parte era una de las máximas de Fernando Linde, su primer propietario.
Uno de los «platos fuertes» de 80 mundos es haber apostado, en sus dos épocas, pero bien es cierto que con más ahínco desde que la gestión está en manos de Libreros Ochenteros, por la edición independiente y por los pequeños sellos editoriales que existen en nuestro país.
Además, los socios pretenden que la librería sea también un espacio en el que educar los gustos literarios de los clientes, y en definitiva un espacio de libertad donde poder discutir, siempre civilizadamente, de las ideas que se suscitan con las lecturas.
80 mundos también es un polo de atracción para los amantes de la poesía ya que el catálogo de ese género literario que manejan es de los más importantes de la península, y ello sin dejar de lado la atención a lo que ellos definen como «ensayo comprometido».
Actividad cultural durante todo el año

Es uno de los grandes logros de 80 mundos, ya que su calendario de actividades, si se descuentan los festivos, es de una actividad diaria, lo cual la convierten en una de las entidades dinamizadoras culturales más importantes de la ciudad.
En las instalaciones de 80 mundos cabe de todo: presentaciones de libros, ciclos de poesía, conferencias de feminismo y hasta la literatura infantil y juvenil.
Además, se trata, al menos en lo que tiene que ver con los libros, de actividades coordinadas para que los lectores comprendan el proceso por los que pasa una obra literaria hasta que llega a los expositores de la librería.
La necesaria labor de prescripción

Pero si de algo se puede jactar 80 mundos es que se convierte en el principal prescriptor literario de sus clientes.
A pesar de los raquíticos niveles de lectura que hay en nuestro país, España tiene un pujante sector editorial y la labor de cualquier librero que se precie, y más ahora, tiene que ser «desbrozar» el terreno para encontrar qué puede ser de interés de cada lector.
A pesar de que hay mucho cliente que se acerca a 80 mundos con concienzudas listas elaboradas a partir de lo que encuentran en los suplementos culturales de diversos medios, sobre todo de prensa escrita, los más jóvenes son más proclives a la recomendación.
Los lectores de menor edad enseguida traban conversación con el librero y le solicitan recomendación a partir de sus gustos y son permeables a la panoplia de títulos que les puede presentar el librero o la librera.
Una línea de vida

Y es precisamente esa capacidad que tienen los pequeños establecimientos para realizar una labor de prescripción lo que les puede salvar de ser irremediablemente fagocitados por las grandes cadenas de librerías o por operadores logísticos como Amazon.
Tener presencia en una ciudad, para una pequeña librería, también implica tener que pulsar la vida cultural que se vive en ese núcleo urbano, de manera que se pueda acabar convirtiendo en un polo cultural más y ser capaz de generar sinergias con otros polos de creación cultural.
Sin poder augurar si con el tiempo 80 mundos llegará a buen puerto, hasta ahora la librería que fundase Fernando Linde ha reforzado su función de polo cultural en una ciudad como Alicante que hoy por hoy solo está en el radar de los turistas que buscan sol y buenas playas.
Fuente – EL PAÍS
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