
Dos libros recién publicados intentan arrojar un poco de luz sobre la figura de caudillo militar y político de Simón Bolivar, pero mientras el volumen firmado por Marie Arana lo presenta como un campeón de la libertad de las colonias americanas, el libro de Pablo Victoria lo muestra como un autócrata peor que muchos monarcas absolutistas que fueron sus contemporáneos
La figura de Simón Bolívar siempre ha estado sujeta a controversia, aunque hay un consenso en que fue el libertador de Iberoamérica frente al imperio español y que intentó unificar el Sudamérica bajo un mismo gobierno.
En este comienzo de año, dos libros intentan discernir quién fue realmente el militar y político caraqueño, ya que para el autor de El terror bolivariano los principales rasgos del aristócrata revolucionario fueron la crueldad y el centralismo.
En cambio, la imagen que nos haremos de Bolívar será mucho más benévola después de leer Bolívar, libertador de América; como normalmente es necesario que cada uno genere su propia opinión, no está demás leerse ambos.
Figuras que han hecho correr ríos de tinta

En Latinoamérica, fértil en figuras de caudillos, tanto políticos como militares, la literatura ha reflejado a muchos de ellos, o al menos, en versión figurada, la esencia de los mismos.
Por citar solo unas pocas obras, nos encontramos con Cayo Bermúdez de Alejandro Esparza Zañartu, Yo el Supremo de Augusto Roa Bastos, Tirano Banderas de Ramón María del Valle Inclán o La fiesta del chivo del Nobel peruano Mario Vargas – Llosa.
En cierto modo ese caudillismo salpimentado con un cierto mesianismo se ha mantenido en muchos políticos latinoamericanos contemporáneos: Alberto Fujimori en Perú, el matrimonio Kirchner en Argentina o el depuesto Evo Morales en Bolivia.
Un George Washington del Cono sur

Es la imagen que se proyecta de Simón Bolívar en el libro de Marie Arana que, bajo el título de Simón Bolívar, libertador de América, realiza una semblanza laudatoria del hijo de María Concepción Palacios y Blanco.
Publicado en castellano por Debate, se trata de un libro originalmente escrito en inglés y que en principio estuvo destinado al público norteamericano, de ahí seguramente el paralelismo histórico que se establece con uno de los padres fundadores de los Estados Unidos de América.
El libro destaca por su fácil lectura, ya que Arana le imprime un ritmo trepidante en donde el abrumador torrente de datos se pone al servicio de la narración, dinamizando más si cabe la misma.
Entre los datos que se aportan en el libro, nos encontramos con el hecho de que Simón Bolívar, aunque fue un niño rico, su niñez no fue nada feliz debido a que ya desde muy joven fue huérfano.
Una ideología política producto de su extracción social

Víctima de preceptores codiciosos, su vida se estabilizó a partir de que tuvo como tutor a Simón Rodríguez, de quien aprendió, además de contenidos académicos, la idea de que toda América del Sur necesitaba liberarse del yugo español.
Además, llegar a la conclusión de que los americanos estaban alienados por España, procedía también de su extracción social, ya que nació entre los mantuanos, esto es, criollos de origen español pero que estaban excluidos de cualquier responsabilidad del gobierno de la cosa pública.
Además, esos ideales de libertad se acrecentaron cuando viajó a España, donde estuvo varios años y compartir mesa y mantel con el heredero al trono, el futuro Fernando VII, y ver la decadente corte de Carlos IV.
A río revuelto ganancia de pescadores

Retornado a Caracas y con un odio cerval a todo lo que tuviese que ver con la Colonia española, vio una «ventana de oportunidad» cuando las tropas francesas toman España y los retales de lo que había sido el ejército español se tienen que involucrar en lo que más adelante se denominó como la Guerra de la Independencia Española.
De hecho, nada más volver a su Caracas natal comenzó a conspirar contra el gobierno del virreinato, encabezando varias asonadas, siendo la más relevante la que se denominó como la Conjuración de los Mantuanos.
Mala prensa

De otro cariz es El terror bolivariano del colombiano Pablo Victoria, donde retrata a Simón Bolívar como poco más o menos que un Roberspierre latinoamericano, déspota y centralista, que pretendía acabar con el imperialismo español para instaurar el suyo propio.
Victoria, para crear el andamiaje de la semblanza tenebrosa de Bolívar se sirve del archivo personal de Joaquín de Mosquera y Figueroa, que no fue otro que el regente que tuvo el futuro Fernando VII durante su minoría de edad.
Lo que no se puede negar al libro de Victoria es que es mucho más académico que Simón Bolívar, libertador de América, dotando al volumen de unos análisis mucho más profundos que los que podemos encontrar en el volumen de Arana.
Una guerra mucho más compleja de lo que parece

Se trata de una de las explicaciones más esclarecedoras que se han dado sobre los dos bandos enfrentados en la guerra de secesión de las colonias americanas, lejos de planteamientos simplones que fue una conflagración entre los de allí contra los de aquí.
Inclusive, entre los pobladores de las colonias americanas, hubo una parte, los realistas, qué, aunque eran criollos, esto es, nacidos en América, estaban involucrados en el gobierno y la administración de los territorios de ultramar.
También apoyaban el gobierno del rey los denominados «pardos», esto es, personal de clase baja o clase media, muchos de ellos de piel cobriza producto del mestizaje, que alimentaron las levas que hicieron los ejércitos del rey en el territorio americano.
A cada cual más violento

Durante la Guerra de Independencia se cometieron tal cantidad de tropelías que la calificación legal actual iría desde crímenes contra la humanidad hasta genocidio.
Tácticas de «tierra quemada», ciudades y pueblos enteros que eran pasados a cuchillo, descuartizamiento de los líderes capturados, violaciones sistemáticas y más.
Sin embargo, a la hora de adjudicar la autoría de todas esas salvajadas, los dos autores difieren radicalmente.
Mientras que Pablo Victoria alude a que las mayores atrocidades fueron cometidas por ordenes directas de Simón Bolívar, por otra parte, un personaje que purgaba a sus más cercanos colaboradores en cuanto veía que le podían «hacerle sombra».
Victoria también caracteriza a Bolívar como un gobernante voluble y caprichoso, que en sus decisiones políticas y militares tenían mayor valor sus humores corporales que el uso del raciocinio, en lo que nada le tenía que envidiar cualquier gobernante absolutista y por derecho divino.
Soledad y pobreza al final de su vida

Después de haberlo sido todo en la política latinoamericana después de que el continente se sacudiese el yugo imperialista español, los últimos años de su vida fueron de soledad y de pobreza.
Todo su patrimonio, el que le venía por herencia y el que logró en los saqueos de los jirones de la administración colonial española, lo invirtió en pertrechos militares y pagas de la tropa para lograr una Sudamérica libre.
Con un pequeño grupo de fieles, y con los pocos dólares que había logrado reunir vendiendo algunas joyas familiares, huyó de Bogotá, falleciendo en Santa Marta pasto de la tuberculosis y las fiebres tifoideas.
Casi en su último aliento logro acabar de escribir un libro en el cual daba su versión sobre lo que supuso la Guerra de Independencia, con lo que además de referir sus principales campañas, intentó exculparse de todo de lo que se le acusaba.
Fuente – EL MUNDO / Simón Bolivar en Wikipedia / Augusto Roa Bastos en Wikipedia
Imagen – Richard Eriksson / Matt Brown / Jonat Hunder / D Coeetze / Nathan Hughes Hamilton / Ivan Erre Jota / Casper Moller / Wikipedia