
Editorial Comares reedita Salida de las tinieblas, la biografía de un médico, Juan Alonso Pérez, adicto a la morfina desde su etapa universitaria, y que alternó la misma, durante buena parte de su vida, con otros tóxicos, de los que finalmente se pudo desintoxicar y escribió el libro para dar esperanza a los que en algún momento ha estado en su misma situación
Llegado el 2020 es hora de reediciones, y una de ellas es la de Salida de las tinieblas, un libro autobiográfico de un médico, adicto a la morfina que vivió sus años más intensos durante la dictadura franquista que asoló España durante casi cuarenta años.
Ahora, reconocido como un libro de culto, acaba de ser publicado por la editorial Comares, que lo rescata del averno editorial, después de haber estado décadas descatalogado y pone en los expositores de las librerías las peripecias con ese derivado de la adormidera.
Todo comenzó como un juego

A pesar de haber nacido en un entorno burgués donde nunca faltó lo material, a los diez y siete años, la separación de los padres de Juan Alonso Pérez lo sumió en una depresión con la que pretendió lidiar con la compañía de una vicetiple de local de mala nota, Gloria, con la que se inició en el consumo de cocaína.
A pesar de las malas compañías, Juan Alonso no se enganchó a la «coca», pero si a la morfina, y además de la manera más inocente y casual, ya que, como estudiante de medicina, tenía acceso a la sustancia.
Fue antes de un examen, cuando Alonso y otros compañeros de facultad, quisieron probar el «perico» para ver si los efectos eran los que les habían dictado en los apuntes que cogían en clase.
El inicio de su adicción se produce cuando, mientras a sus compañeros el efecto de la cocaína no pasa del narcótico, él vive una de las experiencias más placenteras que había tenido nunca en su vida.
A partir de ese momento, para revivir lo más intensamente esa experiencia hedonista, se convierte en poco tiempo en un adicto.
La Guerra Civil no mejora su adicción

A pesar de que una vez que tomó conciencia de que se había convertido en un drogadicto e inició un proceso de desintoxicación, el comienzo de la contienda fratricida impide que lo concluye, siendo movilizado, en el bando republicano, como médico militar.
En su puesto como médico, tenía fácil acceso a la morfina, que se utilizaba para como sedación en operaciones y en la recuperación de los heridos, por lo que, para escapar del horror de la guerra y de los muchos amigos muertos, sigue con su consumo del opiáceo.
Tras la contienda, es depurado por la maquinaria represiva francesa y de ser un prometedor médico que estuvo a punto de ser becado para estudiar en Alemania, es destinado como médico rural en Xirivella, un pequeño pueblito valenciano.
Allí pronto se convierte en un personaje popular y muy apreciado por los habitantes, siendo la mayoría de ellos eran sus pacientes. Con acceso al narcótico, lo sigue consumiendo, siendo un secreto a voces que consume dicha sustancia.
La reedición proyecto de un historiador de Xirivella

El impulsor de que Salida de las tinieblas haya sido vuelto a editar, esta vez por Comares se debe al impulso del historiador de Jorge Marco, que ha prologado la obra, y que ya desde la adolescencia conocía la existencia del volumen.
Y eso debido a que una tía abuela de Marco fue criada por la familia del médico, por lo que su familiar tenía un volumen de Salida de las tinieblas, además dedicado por el propio galeno, que Marco leyó en sus años mozos.
La idea de volver a publicar la autobiografía le surgió en los primeros cursos como alumno de la carrera de Historia, a pesar de que no deja de calificar el libro como una anomalía de la literatura española.
Único en su temática

Tal como relata Jorge Marco, se trata del primer libro de memorias, al menos de los que él conoce, ya que el hilo conductor del relato es la relación con las drogas, en este caso con la morfina y de qué manera afecta a su vida familiar y social.
Además, al menos circunscrito al medio social de un pequeño pueblo valenciano, pero también a los «movimientos tectónicos» que hubo durante el franquismo, nos presenta una realidad social y política muy alejada de la propaganda del Régimen.
También hubo una burguesía republicana

Es otro de los valores intrínsecos de Salida de las tinieblas, y es demostrar que considerar que la burguesía española, en bloque apoyó la sublevación militar contra la II República y que combatió con entusiasmo en el bando faccioso, mal llamado bando Nacional, no es sino un reduccionismo estúpido.
En España, en 1936 también existía una burguesía liberal e ilustrada, amiga de las vanguardias y de la modernidad que pensaba que lo que necesitaba España era huir de las sotanas y de los confesionarios y abrazar el progreso y la ilustración que venía de Europa.
Esa burguesía liberal, a la que pertenecía Alonso y su familia, fue «depurada» después de la contienda y castigada siendo relegada profesional, social y económicamente, como lo fue el caso de Juan Alonso Pérez.
Una completa farmacopea con la que «ponerse»

Otro de los mitos del franquismo que caen con la lectura atenta del libro autobiográfico del médico valenciano es que, en la España franquista, el español medio solo se «colocaba» con drogas legales, como los alcoholes de alta graduación y el tabaco.
Lo cierto es que, amén de otros mercados negros, uno de los más florecientes era el de las drogas ilegales, y que en la España franquista había muchas personas que se drogaban de manera ilegal.
Mientras que los que habían vivido en el protectorado español en Marruecos gustaban del hachís, también denominado kif y que gustaban de fumar en pipa, y no como ahora en un «porro» mezclado con tabaco.
Mientras tanto en la Península, había una gran cantidad de sustancias que se podían encontrar en su mayor parte en el mercado negro, brillando con luz propia, aunque muchas veces se consumía en reservados rodeados de tinieblas, la cocaína.
Las anfetaminas, cosa que puede causar estupor actualmente, se vendían en farmacias sin receta, y algunas de ellas, como la centramina, era muchas veces parte del «kit de supervivencia» en temporada de exámenes para muchos estudiantes universitarios.
Aunque la morfina exigía receta médica, esta era muy fácil de conseguir de cualquier galeno y se administraba con prodigalidad para tratar cualquier tipo de dolor, por leve que este fuera.
Y como no, los omnipresentes tabaco y alcohol, drogas legales que inclusive actualmente somos campeones en comparación con los países europeos de nuestro entorno.
Politoxicómano

Tal como veremos narrado en el libro, en sus etapas más negras de la adicción, Juan Alonso, sin tener que hacer mucho esfuerzo para conseguirlas en un país tomado por las fuerzas represivas del Régimen, mezclaba todo tipo de sustancias.
En las épocas más críticas podía llegar a consumir 25 ampollas de morfina y doce anfetaminas diarias, que «regaba» generosamente con hasta ocho cubalibres, sumando, las más de las veces, a todo ello el contenido de cuatro vasos de güisqui bien mediado y hasta dos litros de cerveza.
Un homenaje a su familia

Las múltiples adicciones de Alonso también tuvieron efectos con su familia, que tuvo que soportar, muchas veces en la intimidad familiar, los desagradables efectos conductuales que produce la drogadicción.
De cualquiera de las maneras, tal como reconoce en el libro el propio autor, las mayores «peloteras» familiares las provocaba, paradójicamente, una droga legal: el alcohol.
En cierto modo la publicación de Salida de las tinieblas es un canto de esperanza para todos aquellos que viven las etapas más duras de la adicción, aquellas en las cuales quien se pone a los mandos no es la persona, sino la cocaína, la heroína, el speed o el alcohol.
El motor que impulsó la escritura y la publicación de la biografía calamitosa de Alonso es que sirva a otros adictos a tener esperanza de que un día lograrán superar sus adicciones, y volver a estar «limpios».
Fuente – EL PAÍS / Morfina en Wikipedia / Cocaína en Wikipedia
Imagen – neonow / Valerie Everett / Cassowary Colorizations / Qoan / Cindy Shebley / Pedro / Paolo Gamba / electric tuesday / Ivan