Una edición más que tiene a Barcelona como escenario de BCNegra, uno de los eventos más importantes en lo que a narrativa policial y detectivesca se refiere. En la edición de este año participarán escritores tan importantes como Javier Cercas o Dolores Redondo
El pasado jueves, como es tradición en la Ciudad Condal, la misma se tiñó de negro para recibir a una nueva edición de BCNegra, el festival de novela negra que se iniciase en el año 2005 desde la librería barcelonesa Negra y Criminal.
Hasta el próximo 9 de febrero, todos aquellos que disfrutan con la novela policiaca y de detectives con cientos de actividades, que se desarrollarán en lugares tan dispares como el Teatro de Liceo, los cementerios de Poble Nou o el foso del mercado de San Antoni.
La muestra será visitada por casi un centenar de autores que participarán en coloquios y mesas redondas donde, además de hablar de su obra, también darán su diagnóstico sobre la salud del sector.
Primeras figuras
Entre los autores de novela negra que acudirán a tan magno evento se encuentran «primeros espadas» del género noir, tanto español como internacional.
Del «combinado» español podemos destacar a Javier Cercas y Dolores Redondo, que se han hecho famosos en este registro por las novelas policiacas que han escrito, en especial la autora donostiarra con historias de género que tienen como protagonista la a Inspectora de la Policía Foral Navarra Amaia Salazar.
Entre los escritores internacionales, en la edición de este año vamos a contar con el escritor griego Petros Márkaris, hacedor del célebre inspector Kostas Jaritos y también a Yasmina Khadra, alter ego bajo el que se esconde el escritor argelino Mohammed Moulessehoul.
Moulessehoul, militar en excedencia, tuvo que utilizar su seudónimo para poder hablar con mayor libertad de la guerra civil que durante los 90 se produjo en Argelia entre fuerzas de seguridad y ejército, de un lado, y el Frente Islámico de Salvación, por otro.
Con temas tasados
En lo que se refiere a debates, mesas redondas y encuentros, que serán más de sesenta, se debatirán temas transcendentales para un género que parece que no envejece, ya que siempre surge «savia nueva» que reverdece la literatura policiaca y de detectives.
Uno de los libros que está cobrando importancia en lo que respecta a BCNegra, y que, +aunque pueda parecer extemporáneo – se trata de un ensayo y no una novela al uso – es Detectives. La realidad y la leyenda, de sociólogo norteamericano John Walton.
En esencia el libro es una disquisición de casi de 400 páginas sobre qué hay de verdad en la imagen que la literatura ha dado de los investigadores privados.
En las jornadas también participarán los escritores catalanes Àlex Martín Escribà y Jordi Canal i Artigas que presentarán Trets per totes bandes, que hace un recorrido desde las primeras historias de misterio de Edgar Allan Poe, hasta nuestros días.
Con orígenes revolucionarios
Walton data la existencia del primer detective en la Francia de II Imperio, mientras se celebraba la denominada Revolución de Julio, cuando un, al menos en ese momento, desconocido Eugéne Vidoq se convierte en detective privado.
Con una biografía digna de ser novelada, como ya lo ha sido varias veces, Vidoq era un delincuente que eventualmente realizaba funciones de confidente policial, aunque finalmente, y por un breve periodo antes de iniciar su actividad privada, se suma a las fuerzas del orden.
Con posterioridad la estructura de las agencias de detectives se hace más compleja, surgiendo las primeras agencias de detectives dignas de tal nombre, especialmente en Estados Unidos, con agencias míticas como Pinkerton, Burns o Sherman.
Mucho de espionaje industrial
A pesar de la imagen que la literatura, el cine y la televisión han dado del detective privado, siempre enfangado en crímenes y en los «bajos fondos», habitualmente caracterizados como personajes patibularios, esa imagen no se ajusta a la realidad.
La eclosión del trabajo de detective privado se produce entre las dos guerras mundiales y en Estados Unidos de América, donde durante esos años había más de 600 agencia de detectives operando a lo largo y ancho del país.
Pero, hete aquí, que la mayoría de esos profesionales, además de ser probos esposos y padres de familia, dedicaban la mayor parte de su tiempo al espionaje industrial de diverso tipo, y es en esa época se acuñó el término «buena gente, trabajo sucio».
También trabajo sucio
Pero no solo de investigación vivían las agencias de detectives, formadas en su mayor parte por trabajadores asalariados, ya que realizaban actividades a las que no llegaban las fuerzas del orden, desde proteger trenes hasta a realizar labores de seguridad.
La agencia Pinkerton, por poner un ejemplo, realizó labores de seguridad en la Exposición Internacional de San Francisco del año 1915, y precisamente a esa agencia perteneció el también novelista Dashiell Hammett que participó en la resolución de un robo en el barco de pasajeros SS Sonoma.
De hecho, la resolución del robo de 125.000 dólares, de 1921, en monedas de oro, casi dos millones de dólares en la actualidad, fue el argumento en que se basó El Halcón Maltés, una de sus novelas más famosas.
Lamentablemente esas agencias de detectives también se dedicaron a tareas menos edificantes como «reventar» huelgas de manera violenta, en un tiempo en el cual los trabajadores ya tenían reconocido ese derecho.
Ficción
De hecho, el origen de las primeras narraciones de detectives las podemos encontrar en las propias agencias de detectives, las cuales, para acrecentar su prestigio ante futuros clientes, contrataban a escritores para crear narraciones de ficción.
Es por ello que, en el imaginario colectivo tenemos a detectives que, sobre todo, especialmente los de autores anglosajones, se ven envueltos en retorcidos crímenes, en los cuales, habitualmente, la sangre corre a raudales.
De hecho, producto de la imaginación de un escritor contratado por la agencia de detectives que fundase Alan Pinkerton, dicha agencia llegaría a frustrar el magnicidio contra el mismísimo Abraham Lincoln.
El paso a los guardas jurados
Los años treinta del pasado siglo, al menos en Estados Unidos, supuso el principio del fin de las agencias de detectives, por lo menos como se habían concebido desde su nacimiento, y ello por diversos motivos.
Esas acciones poco edificantes de las agencias, nos referimos a «reventar» huelgas, pasaron a un segundo plano, en parte porque ya se habían dictado muchas leyes laborales y porque el «campo de batalla» dejó de ser la calle para trasladarse a los juzgados.
Al mismo tiempo, ya en la década de los años veinte del pasado siglo, las fuerzas del orden se convierten en entes profesionalizados con diferentes departamentos, y uno de ellos era la fuerza de detectives.
Fuente – LA VANGUARDIA
Imagen – Mayimbú / Pedro Cambra / Tomasz Baranowski / Royal Opera House Covent Garden / Edna Winti / Mstyslav Chernov/ TNS Sofres / Tim Evanson