
Acaba de fallecer George Steiner, uno de los principales intelectuales del siglo XX y uno de los más grandes ensayistas que haya dado el siglo XX a las letras universales. Esa labor de intelectual y ensayista la combinó con la docencia en las más prestigiosas universidades europeas y norteamericanas
Con el fallecimiento de George Steiner, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la crítica literaria se queda huérfana, ya que desaparece una de las «vacas sagradas» de la crítica literaria de todos los tiempos.
Además de crítico literario, lo fue de la prestigiosa revista The New Yorker entre los años 1966 y 1997, también fue ensayista y profesor universitario, creando una interesante obra sobre la teoría del lenguaje.
El autor de Tolstói y Dostoievski ha fallecido en la localidad británica de Cambridge, a la provecta edad de 90 años, por lo que nos deja, uno de los principales representantes de la literatura comparada.
Un buen caldo de cultivo

El 23 de abril de 1929 ve la luz Francis George Steiner en la Ciudad de la Luz, hijo de dos judíos austriacos que habían abandonado su país por la existencia de un antisemitismo larvado que sería el prolegómeno de la Solución Final.
Los progenitores del que llegaría ser uno de los principales intelectuales del siglo XX, esmeraron la educación de Francis, al que le dieron competencias, casi antes de las primeras letras, en francés, inglés y alemán.
Seguramente esta aculturación en tres idiomas hizo que, una vez terminada la educación secundaria, sus estudios universitarios los orientara hacia estudios que tenían que ver con la filología.
Ya antes de terminar la licenciatura escribía sesudos ensayos sobre los más variados temas, iniciado su labor de ensayista tras haber logrado su doctorado en literatura comparada, una magna obra que todavía es motivo de consulta.
Georges Steiner impartió la docencia tanto en universidades europeas como norteamericanas, siendo profesor titular en las universidades de Ginebra, Nueva York y Harvard.
Dotado de una gran cultura

Su erudición, que había logrado a lo largo de una vida intelectualmente activa, lo convertía en un gran conversador que lo mismo podía opinar, con el suficiente magisterio, de la teoría de la evolución de Charles Darwin o de la poesía de Pablo Neruda.
Su epopeya vital lo llevó a tener que vivir dos guerras mundiales, y por tener orígenes judíos, sus padres y él tuvieron que abandonar Viena y emigrar a Francia, en concreto a la ciudad de París.
Su mente brillante y analítica era rápidamente percibida por su interlocutor al poco tiempo de trabajar conversación, y sería seguramente esa inmensa capacidad de razonar lo que hizo que, en los últimos años de su vida, confesase que no se encontraba ya cómodo en este Mundo.
Por todas estas características reseñadas, Steiner se convirtió en una de las mentes más lúcidas de su generación. Reconocido por sus coetáneos, por lo cual, casi siempre, sus opiniones sentaban cátedra.
Amante del silencio

Era una de las condiciones que el hijo de Frederick George y Else Steiner necesitaba para crear, y en ese silencio escribió dos magnas obras, como fueron Los libros que nunca he escrito y Errata, su autobiografía.
Por muchas de sus opiniones, la vida de George Steiner estuvo abonada al escándalo, ya que no era muy bien considerado por sus compañeros académicos y de profesión, nos referimos aquí a la de escritor.
Del mismo modo, a muchos de sus colegas les corroía una emoción básica tan común como la envidia ya que entre otros logros consiguió ser el miembro más joven del staff de profesores de la Universidad de Princeton.
Su labor de docente le llevó a codearse con intelectuales cruciales para el siglo XX, como fue el caso de Albert Einstein o Robert Oppenheimer, entre los cuales no desentonaba por su enorme erudición y mente incisiva.
Algo que tampoco le hizo popular entre sus compañeros de docencia es que siempre criticó la enorme vanidad que poseían los académicos, sobre todo si impartían la docencia en el ámbito universitario.
A favor de la eutanasia

De las muchas reflexiones que gestó cuando ya tenía una edad provecta y veía que el fin se acercaba, se desprende que era favorable a, llegado el momento, poder fallecer con la suficiente dignidad.
De hecho, en algunas entrevistas demostró su taxativa opinión a que debería de ser aprobada una ley que regulase la eutanasia, lo que él entendía como algo necesario para evitar el ensañamiento terapéutico.
Además, tal como también comentaba, la calidad de vida de los ancianos había disminuido a medida que avanzaba el siglo, dado que, con la generalización del trabajo en las mujeres, las familias ya no tenían tiempo para ocuparse de sus mayores.
Figura emblemática

Con el fallecimiento de Georges Steiner se nos va uno de los principales intelectuales con los que contó el siglo XX.
Su labor como intelectual y profesor fue incluso reconocida en nuestro país, no en vano le fue concedido, en el año 2001, el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
A pesar de que son cientos las obras, del más variado tipo, que escribió y publicó a lo largo de su vida, donde verdaderamente brilló con luz propia fue en su faceta de ensayista.
Entre sus más magnas obras encontramos Después de Babel, La muerte de la tragedia o La poesía del pensamiento, por citar solo tres de sus más sólidos ensayos.
Quizás una de las frases más destacadas y lúcidas sea “Sabemos que un hombre puede leer a Goethe o Rilke en la tarde, puede escuchar a Bach o a Schubert y después ir durante la mañana a su trabajo en Auschwitz”.
Puso en valor la comunicación humana y la calificó como un arma de doble filo, que puede servir para lo mejor, pero también para lo peor que el ser humano alberga dentro.
Ante todo, lingüista

Pero su vocación, y su actividad como ensayista, se desarrolló sobre todo en el ámbito de las lenguas, dedicando a la capacidad humana de la lengua sus más prolijos ensayos.
En algunos de sus trabajos probó científicamente la superioridad de los políglotas, o los beneficios de dominar más de una lengua, en cuanto a la mayor capacidad de comprensión que permite esa cualidad.
Fuente – EL PAÍS / George Steiner en Wikipedia / elPeriódico
Imagen – Eliott Brown / Josiah Mackenzie / James Lee / Mark Hillary / Joe Logde / rick