
La novela negra latinoamericana se renueva: además de nuevos temas y estructuras, una nueva hornada de escritoras comienza a publicar novelas policiales y de detectives, reivindicando su feminismo
Latinoamérica, continente machista donde los haya, siempre ha relegado a las mujeres a un lugar secundario, también en lo que tiene que ver con la creación cultural en general y la literatura en particular.
Ahora, mujeres escritoras de ese continente, bien desde entornos rurales o urbanos, comienzan a hacerse presentes en un género que nunca ha calado bien en aquellas tierras que descubriera Cristóbal Colón.
Estas nuevas escritoras de género noir, además de aplicar una visión femenina al género negro, también están siendo capaces de crear un nuevo estilo a las novelas de crimen y policiacas.
Mezcolanza

En el caso de la novela negra latinoamericana, igual que ha sucedido en otras regiones de globo, se ha hecho mestiza, algo casi obligado en ese continente, y se ha permeado de otro tipo de literaturas.
La exuberancia literaria y lingüística propia del continente americano se ha sumado a los cánones del género noir, sumando a ello la capacidad que siempre han tenido las «letras» del otro lado del Atlántico.
Ahora, aprovechando que se celebra el festival anual BCNegra, algunos de estos nuevos valores, siempre en femenino, han sido invitadas al evento. Autoras tan rotundas como Dolores Reyes, Bonnie Jo Campbell o Mónica Ojeda están presentes en Barcelona.
Un continente especialmente propicio

América, desde las costas de Maine hasta la Patagonia argentina, siempre ha sido un continente especialmente predispuesto para todo lo que «huela» a crimen y comportamientos delictivos.
De hecho, toda América pasa por ser el continente más violento de todo el orbe terráqueo, con unas cifras que asustan: teniendo el 13% de la población mundial, en su suelo que producen el 42% de las muertas violentas.
Quizás, dentro de un continente especialmente violento, el «punto rojo» se lo lleva México, tanto por la guerra contra el «narco» como por las oleadas incesantes de centroamericanos que quieren «cruzar» al país que gobierna Donald Trump, sin olvidarnos de los omnipresentes feminicidios.
Una nueva perspectiva

Por lo general, la novela negra latinoamericana, habitualmente escrita exclusivamente por hombres, siempre ha estado repleta de mujeres violentadas, en un continente donde, desgraciadamente, la tasa de feminicidios es altísima.
Estas nuevas autoras latinoamericanas de género noir, además de significar un soplo de aire fresco en un tipo de narrativa bastante acartonada, muestran otra mirada que hace que los crímenes figurados que narran sean de otro jaez.
Estas autoras de novelas policiales y de detectives, son conscientes que su irrupción en el panorama literario latinoamericano está levantando «ronchas» por varios motivos, el primero de ellos por ser una «hornada» de mujeres que toman la voz en primera persona.
Otro de los tsunamis que están provocando proviene del hecho de que con sus novelas están modificando el canon de lo que se considera una novela negra al uso, algo que está sentando muy mal en escritores ya consagrados.
«Terremoto» Reyes

Esta bonaerense de 41 años, con su novela Cometierra, publicada por el sello editorial Sigilo, ha supuesto un movimiento tectónico importante en la novela negra latinoamericana.
La primera novedad de Cometierra es que la protagonista es una joven, y eso tiene su importancia porque son contadas las novelas de género negro latinoamericano donde las mujeres son protagonistas.
La joven se convierte en una detective improvisada y comienza a resolver los muchos feminicidios de los que tienen conocimiento. Además de mujer, detective: fuera de los cánones de la novela negra que se realiza por esos pagos.
Tal como refiere Dolores Reyes, la materia prima de sus novelas la encuentra a 150 metros del centro educativo en el que trabaja, donde hay un camposanto en el cual hay enterradas un buen número de mujeres asesinadas a manos de hombres.
Un continente peligros para las mujeres

Además de tener el dudoso honor de ser la región más violenta de mundo, el continente americano tiene también el dudoso honor de ser el lugar del Globo en el que más violencia se ejerce sobre las mujeres.
Por ello, lo que narró Roberto Bolaño en 2666 no es un hecho puntual, sino una constante que hace que las mujeres latinoamericanas, por lo general, tengan miedo cuando se encuentran solas en lugares públicos.
Para los que no hayan leído la citada novela, en 2666 se narra la ola de feminicidios que se producen en Ciudad Juárez, aunque en la novela Bolaño fijó la acción en una localidad supuesta por él, bautizada como Santa Teresa.
Otro de los riesgos que tiene la narración de las sevicias contra las mujeres, en opinión de Reyes, es que, si no se maneja bien la narración, la novela se puede convertir perfectamente en un panfleto pornográfico.
Narración que se convierte en poesía

Es un buen ejemplo de como puede mutar una novela negra al uso para convertirse incluso en un poemario sui generis; tal es el caso de Mandíbula de Mónica Ojeda, que no tienen pábulo en reconocer que la novela es una excusa para poder regocijarse en el lenguaje.
La ecuatoriana, recién entrada en la treintena, plasma en Mandíbula a unas protagonistas adolescentes y de clase alta, y de la vida que les rodea, en donde se ve como se desean, se agreden, e incluso se destruyen.
El comienzo de la novela es la escena de un secuestro, de una de esas adolescentes, por parte de una profesora, una situación, la del secuestro, que no es infrecuente en Latinoamérica, y que afecta sobre todo a las clases pudientes.
Armonía Somers: la precursora

Fue la autora precursora de las escritoras que comenzaron a dar su particular versión de la novela negra, que comenzó a publicar en los años 50 del pasado siglo, escribiendo crudas historias, pero eso sí, desde una óptica feminista.
Bajo tan pomposo nombre se encontraba, en realidad, Armonía Liropeya Etchepare Locino, escritora y poetisa uruguaya, y que perteneció a la denominada Generación del 45 uruguaya.
Por los temas que abordó, sobre todo lo que tenía que ver con lo marginal, pero también con las clases privilegiadas de su país, ha llegado a ser comparada con la brasileña Clarice Lispector, que también abordó ese tipo de temáticas.
Publicó, a lo largo de su dilatada carrera como escritora, cuatro novelas: La mujer desnuda (1950), De miedo en miedo (1965), Un retrato para Dickens (1969) y Solo los elefantes encuentran mandrágora (1986).
Fuente – EL PAÍS / Clarín / 2666 en Wikipedia / Armonía Somers en Wikipedia
Imagen – Office of Public Affairs / Mike Steele / Oregon Department of Transportation / WOCinTech Chat / paula le dieu / Senado Federal / Steve Johnson / Andreanna Moya Photography