Escritores, un 2021 complicado

Las escritoras y escritores encaran un 2021 complicado, después del desastre que va a suponer para la industria del libro el mes que llevamos de confinamiento y que ha impedido, entre otros, la celebración del Día del Libro, donde el sector factura el 30% de los libros que se venden en todo el año

Como para todos los sectores económicos, la recuperación de la normalidad, no se sabe a ciencia cierta cuando, va a ser complicada, dado que es un sector en el cual la mayor parte de los creadores son autónomos y viven sobre todo de los derechos de autor devengados.

A pesar de ello esta crisis sanitaria también da buen «material» para la literatura, por lo que tienen que ser muchos los escritores que estén ambientando sus obras, ya sea de prosa o verso, en el confinamiento.

Inspiración de la realidad

Son muchos los escritores, aunque sea de prosa de ficción, que recogen elementos y situaciones de la realidad para inspirar sus obras, por lo que es muy posible que muchos de los libros que se publiquen en el futuro cercano tengan que ver con la alienación y el aislamiento social.

Pero además de los temas, el confinamiento provoca unos efectos psicológicos que también se van a poder trazar en la forma en la cual los escritores y escritoras van a contar sus historias; inclusive puede ser trazable en el léxico que utilicen.

Es muy probable que ciertos temas ya no se vuelvan a tratar en la literatura de la misma manera: el aislamiento social, el confinamiento, la soledad de inclusive las pandemias que eran tema recurrente en ciertos tipos de literatura.

Trabajar en casa

Como otros muchos profesionales que pueden teletrabajar o que simplemente necesitan un ordenador o un portátil para poder «sacar el trabajo» adelante, una de las pruebas más duras está siendo tener que trabajar en casa.

Y eso, cuando en el domicilio familiar, para aquellos que tienen familia, tiene que convivir 24 horas al día con sus mujeres o maridos y seguramente también con sus hijos, unos retoños que amenazan con el motín después de llevar un mes confinados en casa.

La realidad que lo que escribimos, sabemos que es necesario una «atmósfera controlada», con poco ruido que permita concentrarse, para «sacar el trabajo adelante», y eso casa poco con un hogar en el cual los niños, sobre todo si son pequeños, están de un lado para otro.

Sin embargo, a pesar de esas circunstancias, los escritores son capaces de adaptarse, y después de un periodo de desconcierto, son capaces de retomar el trabajo con, inclusive, muchas más ganas que antes.

Un complicado futuro económico

La hecatombe económica que espera a la mayor parte de los sectores también acecha a la industria editorial, las librerías, y como no a los escritores, estos últimos hay que recordar que viven de los derechos de autor.

Y esos derechos de autor se van construyendo, ladrillo a ladrillo, con la venta de sus libros, y ahora, con las librerías cerradas, la única fuente de derechos de autor es la que se puede lograr es con la venta de copias digitales de sus libros.

Y en un entorno como el español, la venta de libros en formato electrónico no «despega», en un país en el cual hasta lo bibliófilos, no digamos aquellos que compran un libro «de ciento en viento», prefieren la copia en papel al formato electrónico.

Por no hablar de aquellos escritores a los cuales la crisis del covid-19 les ha «estallado en las manos» y han tenido que retrasar, además «sine die», sus giras promocionales e inclusive la publicación de sus últimas obras.

En muchos casos la mayoría de los autores no tienen conciencia de como van sus ventas, ya que liquidan sus derechos de autor a final de año, con lo que, sin poder mantener contacto con sus editoriales, el futuro es incierto.

Se «caen» muchas ferias de libro

Como otro tipo de eventos multitudinarios, son muchas las ferias de libro que no se celebrarán este año, mientras que otras han decidido retrasar su inicio varios meses, en la esperanza que en las nuevas fechas el confinamiento sea solo un mal recuerdo.

Lo más evidente es que este año no se ha celebrado el Día del Libro, siendo San Jordi una de las fechas señaladas en el calendario y donde librerías y editoriales «hacían caja», vendiendo el 30% de los libros que se venden a lo largo del año.

Otra de las «grandes» que se ha caído del calendario ha sido la Feria del Libro de Madrid que se celebra todos los años en el Retiro madrileño, por lo que se pierde, además de una importante fuente de ventas, un lugar en el cual autores con obra publicada acudían a darse un baño de multitudes.

Otro efecto tiene que ver con lo sentimental: para muchos autores participar en las ferias del libro que se realizan a lo largo y ancho del país es una experiencia gratificante, donde se produce la comunión con sus lectores y realizan firmas de libros.

Oficio noctámbulo

 El oficio de escritor siempre ha gustado de la noche para crear y para divertirse, aunque ahora los escritores siguen escribiendo en su gran mayoría de noche, bien es cierto que las fuentes de su inspiración las suelen encontrar en el día.

A pesar de ello, y que muchos no han variado sus hábitos, hay muchos días que el confinamiento pesa, y pesa mucho, sobre todo porque tener que pasarse la mayor parte del día confinando en el domicilio no es lo mejor para crear.

Para salir de la situación de marasmo que provoca la crisis sanitaria provocada por el covid-19, suelen recurrir, mediante videollamada, a hablar con familiares y amigos, lo cual, como para el resto de la población, supone un «salvavidas» con el que sobrellevar días que son clónicos unos de otros.

Pero entre los escritores también cunde la vena solidaria: desde autores que regalan libros, liberan parte de los libros electrónicos editados, o incluso que dinamizan clubs de lectura virtuales.

Todos ellos coinciden en que en esto momentos de emergencia vital el libro adquiere la categoría de un «salvavidas» que nos puede librar del marasmo, el miedo y el tedio que provocan días y días de confinamiento.

Fuente – EL INDEPENDIENTE

Imagen – Eelke / Pedro Alonso / Marco Verch / Monochrome / Secretaría de Cultura Ciudad de México / Peter Trimming

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