Sinsajo resurge cual Ave Fénix

El género distópico, tanto en la literatura como en cine y televisión está viviendo un nuevo renacer, aunque bien es cierto que, con nuevos temas, y con unas dinámicas sociales, las de la vida moderna, especialmente proclive para el éxito de los argumentos distópicos

Después de una década sin tener noticias de Katniss Everdeen ni Peeta Mellark, ahora, y en español, la editorial RBA nos presenta una nueva entrega de la distopía que ideo Suzanne Collins, que encontraremos en los expositores de las librerías el próximo 3 de junio.

Bajo el título de Balada de pájaros cantores y serpientes, volviendo a Panem, el volumen se inicia la mañana en la cual se inician los décimos Juegos del Hambre, mientras que, en el Coliseo, Coriolanus Snow se prepara para ser investido como mentor de los juegos.

En Balada de pájaros cantores y serpientes nos vamos a encontrar con una lucha de poder dentro del Capitolio, ya que la Casa de Snow pasa por que uno de sus miembros más jóvenes, Coriolanus, realice una buena labor como mentor de los juegos en el Distrito 12.

Del lanzamiento se va a derivar una película promovida por el estudio Lionsgate, que ha producido las tres entregas anteriores de esta saga cinematográfica, en la misma, y en dirección y producción volverán a participar viejos conocidos de la serie, como el director Francis Lawrence, la productora Nina Jacobson y el guionista Michael Ardnt.

Una fértil literatura distópica

Balada de pájaros cantores y serpientes forma parte de una fértil tradición literaria que consiste en desarrollar las distopías del más variado pelaje y que seguramente comenzó con el surgimiento de la literatura.

Bien es cierto que en los últimos años este tipo de literatura han tenido un importante desarrollo, y muchas veces bebiendo de las fuentes de los grandes genios de la literatura distópica, como Aldous Huxley y su memorable Un mundo feliz o George Orwell con la pesadilla totalitaria 1984.

Es una literatura producto de los tiempos, y prioritariamente consumida por jóvenes que se encuentran especialmente sensibilizados con presentes distópicos: formados hasta la extenuación, con contratos precarios y mal pagados, muchas veces con un complicado horizonte vital y profesional.

Las sagas literarias de este tipo que han surgido en los últimos años son legión: El corredor del laberinto, Los juegos del Hambre, El piso mil, Divergente, Trilogía Glow, que en la mayor parte de los casos también han dado para sus correlatos cinematográficos.

A pesar de ello ha habido un reverdecimiento de los temas en la literatura distópica, alejados de los «clásicos», como podrían ser el peligro de los totalitarismos, el capitalismo, el control social o la amenaza nuclear.

Una evolución producto de los tiempos

Con el paso de las décadas, la literatura distópica se ha desbocado bastante, alejada de los postulados clásicos que se podrían presentar Un mundo feliz o incluso la distopía totalitaria 1984.

Del mismo modo, el cine, otra de las bellas artes, también ha sido terreno abonado para la ficción distópica, con películas memorables, como Blade Runner y su secuela Blade Runner 2049, del año 2017.

También la meca del cine ha sido testigo de aproximaciones menos brillantes con argumentos deslavazados, como el caso de Minority report, y en el ecosistema televisivo si hemos visto series de tronío como pueda ser Black Mirror.

Uno de los últimos productos distópicos en forma episódica, nos referimos a que se trata de una serie televisiva, es Years and Years, ambientada en el ruedo político del país que gobierna Boris Johnson, en donde vemos desfilar a un elenco de políticos inmorales con poco aprecio por la democracia.

Nuevos temas también en la literatura

Siendo el primer «medio» en el cual nació la ficción distópica, en la literatura también la temática ha variado, desde argumentos «clásicos», presentes en los ya citados Un mundo feliz y 1984, entre otros, a temáticas que tienen que ver más con la ciencia y la tecnología.

El escritor inglés Ian McEwan en Las máquinas y yo aborda los límites éticos de la inteligencia artificial, pero no hay que ir allende de nuestras fronteras para encontrar una buena «cosecha» de este tipo de literatura.

Uno de estos libros es República luminosa, de Andrés Barba, que logró el Premio Herralde de Novela 2017, y otro de ellos Homo Lubitz, de la editorial Seix Barral de Ricardo Menéndez Salmón.

También son reseñables Redención, que logró el Premio Alfaguara 2017 y Revolución, de la autoría, respectivamente, de Ray Loriga y de Juan Francisco Ferré, dos escritores que viniendo de otros pagos literarios han evolucionado hacia el género distópico.

Un subgénero que da para la teoría social

Tal como reflexiona el escritor Agustín Fernández Mallo, tanto el ambiente como la ficción se retroalimentan dibujando un panorama sombrío y un futuro difícilmente habitable, aunque para el autor, de entre otros, de Nocilla Dream, ni las distopías ni las utopías acaban cumpliéndose.

Pero es a partir de esos escenarios distópicos y los productos, desde donde se puede realizar una reflexión de la sociedad contemporánea a la obra, pero también para pensar y repensar como puede llegar a ser el futuro, al menos el deseado.

Hasta cierto punto las distopías también nos pueden servir como un «ancla» a partir de la cual construir hacia el futuro, en unos tiempos en los cuales hemos perdido, a nivel colectivo, la mayor parte de los referentes.

La pérdida de los valores helénicos y cristianos nos han dejado sin una teoría que decía que partimos de un origen común y que caminamos hacia un destino común, lo cual hasta cierto punto impide gestionar sin incertidumbre el presente, y mucho menos el futuro.

Desde un punto de vista psicológico, en el mundo actual nos encontramos rodeados de un buen número de amenazas que nos resultan difíciles de gestionar, y en ese contexto la distopía funciona como una especie de sedante.

Un calmante necesario ya que las dinámicas de la vida moderna nos tienen en un estado de alerta permanente que nos incita a pensar que algo catastrófico puede suceder en cualquier momento, lo cual es el combustible que necesita ese «motor» llamado ansiedad.

Fuente – LA VANGUARDIA / EL MUNDO / Los Juegos del Hambre en Wikipedia / Lions Gate Entertainment en Wikipedia / Blade Runner 2049 en Wikipedia

Imagen – Movieclips Trailers / James / Warner Bros. Pictures / Fronteiras do Pensamiento / Veni

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