
A pesar de que los máximos representantes del género negro han sido escritores, también ha habido un puñado de mujeres que han llevado este tipo de literatura hasta lo más alto, por lo que desde aquí os recomendamos cuatro libros que pueden ser de amena lectura
A pesar de que pueda parecer que el género negro pueda ser coto de caza exclusivo de los hombres, también ha habido importantes escritoras que han dinamizado este género en el que evolucionan detectives, policías y malhechores.
En este artículo vamos a destacar a cuatro autoras de género negro de las que ahora se publican o se reeditan obras y que se pueden encontrar en los expositores de las librerías, recién salidos del «horno».
Sobre todo, reediciones

La tradición de las editoriales españolas de reeditar títulos es luenga, y ahora, con la crisis provocada por el covid-19, todavía más, dado que el pago de derechos de autor de una obra ya publicada es menor.
Estas reediciones son tanto de libros que fueron grandes éxitos en su momento, como obras de autores que fueron injustamente relegados y que ahora, muchas décadas después de publicar, han visto por fin la luz en castellano.
En este reportaje os vamos a acercar a cuatro escritoras de género noir que no tuvieron éxito entre sus coetáneos, y que han tenido que esperar, en su caso décadas, para poder recibir la atención de editoriales españolas.
De los libros que os presentamos a continuación, dos son dos novelas que se pueden calificar como de tronío en lo que respecta al género negro, y los otros dos son dos sólidas recopilaciones de relatos noir.
Laura, de Vera Caspray

Se trata de uno de los personajes femeninos más sólidos de la escritora norteamericana, producto de la magistral pluma de Vera Caspray, y sus sólidas bases hacen palidecer a muchos de los personajes femeninos del género negro contemporáneo.
El argumento es un clásico en lo que se refiere a las tramas de género detectivesco: Quién es Laura y quién la ha asesinado; a medida que va avanzando la novela nos toparemos con otros protagonistas que han conocido a la finada.
Uno de ellos es Waldo Lydecker, un personaje absolutamente insoportable que se convertirá en su padrino en su ascenso social y profesional, encontrándonos también con Mark McPherson, un policía de origen escocés con una gran afición a las letras.
En un lugar solitario

Producto del género literario de la escritora norteamericana Dorothy B. Hughes, acaba de ser publicada en la Gatopardo, con una impecable traducción de Ramón de España, y se convirtió en un clásico del género al poco de su publicación.
Dos veteranos de guerra, que participaron en la II Guerra Mundial, se vuelven a reencontrar de manera inopinada, siendo la cara y el envés de la misma moneda: Brub es un policía con una vida ordenada que se dedica a su mujer y a perseguir el delito.
En el otro lado nos encontramos con Dix, que es un joven disoluto y es la viva representación del mal, ya que su principal diversión consiste en matar mujeres, y aburrido de sus feminicidios decide destrozar la vida de su amigo.
La novela se escribió en el año 1947, y la complejidad psicológica de los personajes es tal que opaca completamente a cualquier personaje contemporáneo de novela negra, con una aproximación desconocida hasta ese momento.
Son de destacar también dos personajes femeninos de una gran entidad, y un final esplendoroso que se proyecta 80 años en el futuro, y es una de las pocas muestras del genio literario de la autora.
Tras casarse en 1932, estuvo ocho años sin publicar, y posteriormente sus obligaciones familiares y criar a los hijos hizo que no pudiese dedicar el suficiente tiempo al ejercicio de las letras.
En un lugar solitario tuvo también un correlato cinematográfico, que fue protagonizado por lo que en el Hollywood de los años 40 eran dos de los astros de la industria, que no eran otros que Humphrey Bogart y Gloria Grahame.
No duermas más

Obra de P.D. James, y publicada en castellano por Siruela, el volumen está compuesto por seis historias, titulada con una de las frases – no duermas más – que aterrorizaron a Macbeth, son seis historias que han sido contadas en primera persona, y con una «fórmula» que siempre ha tenido éxito en el género negro.
La técnica consiste en tener un narrador que «echa la vista atrás» para narrar una historia con nada escabroso en la misma, pero que finalmente, con mucho retruécano que muchas veces resulta divertido, dar una solución a la historia.
Una de las historias que podemos encontrar en el volumen lleva por título El cumpleaños del señor Millcroft, cuya principal virtud consiste en presentar unos personajes muy parecidos al común de los mortales, con sus pequeñas maldades y preparados para el rencor.
En La niña que adoraba los cementerios nos encontramos con un relato en primera persona, y destaca por ser algo inquietante, sucio, y con un inmejorable final.
En Una residencia muy deseable revolotea sobre todo el relato la idea de que “cuidado con lo que deseas no vaya a hacerse realidad”, aunque el que reúne toda la genialidad para el relato del escritor norteamericano es El asesinato de Papá Noel, en donde hace un despliegue de todos los artificios de género.
Por último, aquí os presentamos Una pizca de locura, de Ruth Wendell, publicada en español por Menoscuarto ediciones, con una buena traducción de Susana Carral, y en donde se pone negro sobre blanco que no existe un nosotros (buenos) y un ellos (malos).
En el relato nos encontramos con una viva muestra de que la gente, en la vida real, es más rara de lo que puede aparecer en la personalidad de los protagonistas de una novela, siendo uno de los libros que hizo que vendiese más de 20 millones de ejemplares.
Rendell era una de las principales especialistas en desarrollar textos aparentemente sencillos y previsibles, y era capaz, en pocas líneas, de dar un giro magistral al relato, e inclusive en la última línea dar un giro magistral a la historia.
Fuente – EL PAÍS
Imagen – Maxens M. Finch / Rene Schwietzke / Elvert Barnes / Paulius Malinovskis / Jennifer C. /