
De la mano del sello editorial madrileña Funambulista ve la luz Archivos secretos de Sherlock Holmes, unos relatos de un Sherlock Holmes apócrifo pergeñados por un tándem de «negros» literarios – Kurt Matull y Matthias Blank – que gozaron casi de tanto éxito como las originales de Arthur Conan Doyle publicadas en The Strand Magazine
Casi todos los que empezamos a leer cuando éramos unos niños nos topamos, llegados a la adolescencia, con las Obras completas de Sherlock Holmes, en mi caso creo recordar de la Editorial ORBIS, y disfrutamos de lo lindo con la pericia deductiva, y también para la capacidad para la acción – y el boxeo – del hermano de Mycroft y del doctor Holmes.
Pero coetáneo de Arthur Conan Doyle, el padre del detective, y la publicación de sus aventuras en la revista británica The Strand Magazine, existió otro Sherlock Holmes apócrifo, cuyas historias se publicaron casi al mismo tiempo que lo hacía el escritor escocés.
Y de repente un extraño

En lo que en el plan editorial está previsto que sea una trilogía ve la luz un conjunto de relatos que no serían editados si no fuese por el buen «olfato» del periodista David Felipe Arranz, y también por su alianza con la Diosa Fortuna.
Como es habitual cuando viaja a París, siempre incursiona por los tenderetes «de viejo» que se habilitan en la ribera del Sena; y en esas estaba cuando en uno de los puestos, para más inri situado frente a la muy conocida librería Shakespeare & Co., encontró un volumen con doce novelas de Sherlock Holmes.
Con tan buena fortuna que el libro estaba en castellano y llevaba el sello de la ya desaparecida Editorial Atlante, una iniciativa editorial que surgió «al calor» de los republicanos exiliados; el volumen no llevaba firma.
Arranz, que además de periodista es un bibliófilo, se llevó el volumen a su casa y allí durmió el «sueño de los justos» durante ocho años, en los anaqueles de su domicilio, hasta que apareció la editorial Funambulista.
Archivos secretos de Sherlock Holmes

De la mano de la editorial madrileña Funambulista ve ahora la luz Archivos secretos de Sherlock Holmes, en la cual se encuentran recogidos cuatro de esos relatos apócrifos, todos ellos sometidos a un ritmo frenético.
Las historias que se narran en el volumen tuvieron una gran acogida en su época y se publicaron al mismo tiempo que Conan Doyle hacía lo propio con el producto del trabajo que tenía como protagonista al detective del 221B de Baker Street.
Ya en aquella época se sabía quién había sido el ilustrador que había «iluminado» el relato en su versión en alemán, que fue el artista gráfico Alfred Roloff.
Ahora, tras una sesuda investigación de anotaciones de expertos alemanes y anglosajones se puede atribuir la autoría de los relatos del Sherlock Holmes apócrifo al polaco Kurt Matull y al alemán Matthias Blank.
Los dos trabajaron incontables años como «negros», cultivando, en Berlín, los más insospechados géneros literarios.
En el caso concreto de Matull, escribió desde obras de teatro a guiones de cine, incursionando en lo que posteriormente se conocería como Pulp fiction (no confundir con la película dirigida en el año 1994 por Quentin Tarantino).
En el caso de Blank, se centró específicamente en la novela negra, siendo el «padre literario» del detective neoyorquino Luther Frank.
Más de 200 relatos

La prosapia literaria y el trabajo arduo del tándem Matull – Blank dio como resultado más de doscientos relatos, exactamente hasta 230 piezas que fueron pergeñadas entre los años 1907 y 1911.
Aunque hubo una segunda parte, con más relatos del detective que originariamente creara Conan Doyle, aunque por presiones de la editorial que tenía los derechos del genuino Sherlock Holmes, el dúo Matull – Blank tuvo que ser sustituido por Harry Dickson y el belga Jean Ray.
Lutz, la editorial que en esos momentos gestionaba los derechos de Conan Doyle en la Europa continental, también logró que del título desapareciera el nombre de Sherlock Holmes; a partir del número undécimo la serie se tituló De los archivos secretos del mundialmente famoso detective.
Obligado a resucitar a Sherlock Holmes

Arthur Conan Doyle acabó «hasta el gorro» de la fama que le había proporcionado el avezado boxeador, que en ocasiones llegó hasta el acoso en su propio domicilio, por lo que no halló otra solución que matar al detective en el relato de 1893, El problema final.
Para los que no hayan leído el opúsculo, se produce un encuentro en Suiza entre Sherlock Holmes y su antagonista, el profesor Moriarty, alguien tan superdotado como él pero dedicado al mal; en una pelea en las cataratas de Reichenbach ambos caen al vacío con el resultado de muerte para el detective.
Las protestas entre sus lectores fueron masivas y su estafeta postal se llenó de cartas de lectores indignados que le pedían que resucitase de alguna manera al compañero de fatigas del doctor Holmes.
Eso unido a ciertos reveses económicos, hicieron que diez años después, y ya habiendo abandonado la residencia en la metrópoli y avecindado de nuevo en su Edimburgo natal, en el año 1924 publicase La Casa deshabitada, donde Holmes volvía a la vida.
En cierto modo, el éxito del Sherlock original también tuvo un efecto tractor en el éxito del detective ideado por el tándem Matull – Blank, ya que muchos de sus lectores – de las historias originales, y de las de «pega» – creían que Sherlock Holmes era un personaje real.
Ambos grupos de historias se situaban en la difusa frontera entre la crónica de sucesos y la narrativa de ficción, por lo cual, para los coetáneos de Doyle, encontrar narraciones que hablaban su mismo «lenguaje» y ambientadas en el Londres que ellos vivían en su día a día, era un cóctel de éxito asegurado.
Marketing editorial

Eran los propios editores, tanto los de Conan Doyle como los de Lutz, los que «alimentaban» esa confusión, ya que tenían departamentos dedicados en exclusiva a responder a los cientos de misivas que los lectores dirigían a Sherlock Holmes y a otros protagonistas de la saga.
Eran los redactores de esos departamentos los que respondían la correspondencia firmando con el nombre de Sherlock Holmes, Mycroft Holmes, el doctor Watson o inclusive en nombre de el ama de llaves del 221B de Baker Street, Mrs. Hudson.
La pervivencia del Holmes apócrifo en Lutz también tuvo mucho que ver que los relatos publicados en la editorial alemana también gozaron de la vitola de superventas, por lo que retroalimentaba el éxito que los relatos originales tenían en The Strand Magazine.
Fuente – LA VANGUARDIA / Sherlock Holmes en Wikipedia / Editorial Funambulista / Pulp Fiction en Wikipedia
Imagen – Editorial Funambulista / Kathleen Tyler Conklin / sunjong77 / Randy Robertson / Jim Kelly / pxfuel