
A pesar de que la relación entre autores y editores se retroalimenta, y unos no se entienden sin los otros, muchas veces, la mayoría, en dicha relación suelen «salta chispas», y casos sonados hay en el solar patrio, como el affaire entre Javier Marías y la editorial Anagrama
La relación entre los editores y los autores no se puede calificar de una manera unívoca, ya que se puede analizar en diversos niveles, y uno de los más importantes, indudablemente es el comercial.
Pero el conocimiento que traban editor y autor también tiene mucho de personal, ya que el primero, quiera o no, se tiene que preocupar de que el segundo se encuentre siempre en un estado creativo óptimo, lo cual implica un conocimiento personal y hacer muchas veces, desde de mánager a inclusive de «paño de lágrimas».
El tema sale a la palestra tras la polémica suscitada por la reedición de Malas palabras, la novela de Cristina Morales y también por la publicación de La entrometida de Muriel Spark, ambos hechos no exentos de polémica.
Un alter ego para desquitarse

Muriel Spark publicó, en el año 1981 la novela Loitering with Intent, y utilizó a la protagonista del relato, la también escritora Fleur Talbot, para desquitarse con el «mundillo» editorial.
En aquel momento ya se lo podía permitir: vivía retirada en un caserón de la Toscana italiana, vendía libros «como rosquillas» y había abandonado el «mundillo» literario, por lo que ya no le importaba lo más mínimo molestar al sector con las revelaciones de Talbot.
Ahora, la editorial Blackie Books lo publica en castellano con una impecable traducción de Lucrecia M. de Sáenz, bajo el sugerente título de La entrometida, y donde se ve bien a las claras que, si los autores literarios suelen tener muy desarrollada la paranoia, los editores suelen «tirar» de alienación esquizofrénica.
Una relación conflictual

En La entrometida encontramos una buena panoplia del tipo de relaciones que se establecen entre los autores y los editores, aunque también ambos tienen objetivos comunes, como son el de lograr publicar el libro y a ser posible que el mismo se venda bien.
Pero como la relación suele ser muy estrecha, máxime cuando muchas veces editores y autores «repiten» con varios trabajos, la relación se suele resentir, y no es raro que se produzcan «divorcios» entre editorial y autor.
Esos eventos suelen ser muy comentados, sobre todo porque suelen llevar asociadas agrias polémicas, que por lo general suelen ser muy mediáticas, debido a que editorial y autores utilizan magistralmente el lenguaje.
El affaire de Javier Marías con Anagrama

Aquello sucedió en el año 1996 y el autor, de entre otros, Corazón tan blanco, se enzarzó en una cruenta polémica con la editorial Anagrama, o más bien con su editor, Jorge Herralde.
El encontronazo se inició cuando en una entrevista que el diario El Mundo, además de hablar de las interioridades financieras de la editorial Anagrama, el escritor madrileño no dejaba muy bien, en lo personal, a Herralde.
El que siempre ha sido el editor de la barcelonesa Anagrama escribió una carta, que El Mundo publicó como descargo, en el cual explicaba su versión y se defendía de las acusaciones del hijo del filósofo Julián Marías.
Tal fue la «polvareda» que desató la polémica que aún hoy en día, más de dos décadas después, el tema es recurrente en cada entrevista que concede Herralde, a lo que él, con resignación cristiana, recuerda el tema.
Introducción a Teresa de Jesús / Malas palabras

Se trata de una polémica que ha dado para sendos artículos de opinión, uno de ellos publicado en el suplemento El Cultural y el otro en El Confidencial, y surgió a raíz de la nota a la edición de Introducción a Teresa de Jesús de Cristina Morales.
El libro, que acaba de ser reeditado por Anagrama fue inicialmente publicado por Lumen, y bajo otro título, que era Malas palabras.
Se trató de un libro por encargo, concretamente de la editora de Lumen, Silvia Querini, que quería tener un libro en los expositores sobre la santa abulense en el momento en el cual se celebraba los 500 años de su nacimiento.
Las hostilidades se iniciaron casi desde el momento en el cual Morales y Querini se conocieron y continuaron durante todo el proceso de escritura del libro. La polémica estallaba a cada momento: por el título del libro, por el estilo de la escritura o por el enfoque de la historia.
Morales ha sido tremendamente explícita a la hora de definir la relación entre autores y escritores, siendo un tipo de relación, siempre según la autora de Lectura fácil en los cuales los primeros intentan sistemáticos intentos de violación (creativa) sobre los primeros.
Inclusive Morales ha llegado a ser mucho más explícita con la siguiente frase: “O sea, que ni captatio benevolentiae ni hostias: patada en los huevos, navaja a la yugular y carcajada al aire”.
Y tampoco son raras las trifulcas por motivos económicos, siendo uno de los últimos y más sonados los de la editorial Malpaso – que todavía sigue teniendo libros a la venta – que acumula un abundante historial de impagos a diversas categorías profesionales dentro del gremio editorial.
Tan flagrantes han sido los «pufos» que inclusive se ha creado un hashtag en Twitter, #MalpasoPagaYa, donde autores, traductores y colaboradores cuentan sus historias de impagos por parte de la editorial que fundasen Malcolm Otero Barral y Julián Viñuales.
Hay editores y editores

La idea general que existe en lo que respecta a los editores en nuestro país es de alguien que extiende cheques, normalmente a los autores y que también normalmente se inmiscuye en su trabajo.
Sin embargo, sobre esa idea se pueden establecer muchos matices, ya que cada editor suele imprimir su marchamo sobre su trabajo y sobre los autores que tutoriza.
Algunos editores se autocalifican como «facilitadores anónimos», que leen el texto que les presenta el autor, y siempre respetando la «voz» de ese autor, intentan que el texto llegue a la máxima expresión que el mismo puede dar.
Y esto cobra especial importancia en unos momentos en los cuales hay un aluvión de jóvenes talentos, muchos de los cuales todavía están en la veintena pero que tienen un inmenso talento creativo y «hambre» por publicar.
Desde el punto de vista de los autores, algunos de ellos consideran que la presión a que los pueden someter los editores depende del tamaño de la editorial, considerando que en editoriales más pequeñas se trata mejor a los autores.
Esto implica que se respeta más su opinión, se les da el suficiente tiempo como para que establezcan los cambios que la editorial desea, y en muchos de esos casos la relación entre el autor y el editor se extiende en el tiempo.
Fuente – el diario / Javier Marías Wikipedia / Teresa de Jesús en Wikipedia / Cristina Morales en Wikipedia / Malpaso Ediciones
Imagen – Leimenide / Brian Boucheron / Bromiskelly / Francis Lenn / EL CULTURAL / Alan Light