
Instagram también tiene su «lado oscuro», y así lo muestra la periodista norteamericana Sarah Frier en su recientemente publicado Sin filtro, la historia secreta de Instagram, trabajo producto de cientos de entrevistas con directivos y empleados de la citada red social
La red social creada por Kevin Systrom y Mike Krieger se ha convertido en una de las aplicaciones más populares, sobre todo para aquellos que gustan de la fotografía y demás artes plásticas.
Ahora la periodista Sarah Frier publica Sin filtro, la historia secreta de Instagram donde se «abre en canal» la citada red social mostrándonos bien a las claras que es una app más que trafica con nuestros datos.
Instagram no es una red social menor, no en vano la visitan todos los meses más de 1.000 millones de personas, y los likes y el número de visitas que tiene cada «instagramer» es relevante.
Muchos de los usuarios de esa red social logran monetizar tan bien su presencia que muchos de ellos se han convertido en influencers y vivir de ello.
Ego y capitalismo

Para la autora de libro, con Instagram se ha logrado una intersección entre el capitalismo y el ego.
Son miles los usuarios de Instagram que se crean una vida paralela a la realidad y la vuelcan en esa red social, para dar una aparente sensación de éxito.
Sin filtro, la historia secreta de Instagram tiene detrás un concienzudo trabajo de investigación con cientos de entrevistas a los principales «actores» de esa red social: altos directivos, empleados, usuarios e influencers.
Debido a que muchas de las fuentes están obligadas al secreto profesional, la autora tomó la decisión de utilizar un narrador omnisciente para evitar poner en un aprieto a buena parte de sus fuentes.
De la sencillez a lo absolutamente complejo

En sus comienzos Instagram solo era un sitio alojado en internet donde los usuarios podían compartir urbi et orbi las fotografías que realizaban con sus teléfonos móviles.
La inexistencia de algo similar hizo que en poco tiempo la app que pergeñaran Kevin Systrom y Mike Krieger llegara a lo más alto, lugar en el que todavía se encuentra.
Pero quizás su éxito más rotundo se encuentre en los filtros que se pueden administrar a las imágenes, ya que entendieron rápidamente que aquella época, hay que remontarse al 2010, la calidad de las fotografías que podía sacar un móvil era de baja calidad.
Con dichos filtros se podía dar una categoría «artística» a las fotografías que los usuarios realizaban con unas ópticas y uno sensores CMOS que dejaban mucho que desear.
De hecho, en relativamente poco tiempo muchos famosos y celebrities se abrieron cuenta en Instagram y comenzaron a «subir» fotografías de todo tipo, muchas de ellas promocionales de sus carreras.
Cazados por Facebook

Se puede decir, sin temor a equivocarse, que en poco tiempo Instagram fue engullido por su propio éxito: su valor en bolsa se disparó en pocos meses, superando a «gigantes» como Facebook y Twitter.
Pronto Mark Zuckerberg se dio cuenta de la mina de oro en que se había convertido Instagram y en el 2012 se hizo con la aplicación, pagando por ella 1.000 millones de dólares.
Con el tiempo, y aunque hace nueve años la cantidad podía resultar astronómica, se ha convertido en una de las inversiones más rentables de Facebook.
Hay que recordar que, en el 2016, Facebook pagó 22.000 millones de dólares por hacerse con el control de WhatsApp.
Desencantados

A pesar de haber hecho «caja» con la venta de Instagram, desde Facebook se aseguró a Kevin Systrom y a Mike Krieger que su aplicación tendría la configuración de una pequeña start-up dentro de Facebook.
Mark Zuckerberg también prometió que Instagram seguiría con su particular filosofía, pero pronto llegaron las imposiciones de Facebook motivadas por su necesidad de crecimiento, añadiendo nuevas funciones.
Entre ellas destaca la de poder etiquetar a las personas que aparecieran en las fotografías, algo que desde Instagram se consideraba altamente intrusivo, pero que es algo habitual en las fotografías que aparecen en Facebook.
En poco tiempo Facebook «despedazó» Instagram, convirtiéndola en la versión gráfica de Facebook, esto es, una red social a la que lo único que importa es «engordar» su base de datos, segmentar esos datos y vendérselos a los anunciantes.
Llegado el 2014, el propio Zuckerberg presionó a Systrom para que aumentase el número de anuncios que se podían ver en Instagram y disminuir su calidad, como una manera de colaborar en el crecimiento de Facebook.
Historias evanescentes

Aquí es el momento donde el ego de los usuarios comienza a interferir en Instagram, por la necesidad de la filosofía liberal, en el peor sentido de la palabra, de mostrar la vida como algo perfecto.
Así nacen las Historias, esto es, imágenes evanescentes que solo duran en el perfil 24 horas y luego desaparecen, en una operativa muy parecida a la que utiliza Snapchat.
La estrategia se mostró como correcta e Instagram crecía y crecía, mientras que Facebook comenzaba a dar síntomas de fatiga en cuanto a su proyección.
Es a partir de ese momento cuando Mark Zuckerberg comienza a ver a Instagram como un competidor directo de Facebook, a pesar de que ambas aplicaciones son propiedad de la misma corporación.
Fue Zuckerberg el que pensó que Instagram tenía que servir, sobre todo, para lograr que Facebook creciese lo cual desencadenó una guerra en entre Facebook e Instagram, que finalmente concluyó con la salida de Systrom y Krieger de la compañía.
Un lado oscuro

Es lo que comienza a tener Instagram, después de hayan sido cientos de usuarios y periodistas los que han revelado el «lado oscuro» de la casa matriz, nos referimos a Facebook.
Fue Facebook la que «vendió» miles de perfiles a Cambridge Analytica, una empresa que está acusada de haber manipulado la opinión pública para que ganase el sí en el referéndum del BREXIT.
Facebook también es la empresa cuyo algoritmo permite que del magma de información que se vuelca todos los días en la red social se destaquen aquellas informaciones sobre el más variado tipo de conspiraciones, muchas veces inventadas.
Por otro lado, ha sido Facebook la que ha dado pábulo a los bulos de Donald Trump y de la extrema derecha norteamericana que han servido de «caldo de cultivo» al Trumpismo.
Fuente – el diario
Imagen – Instagram / Hollywood Branded / Nenad Stojkovic / Anthony Quintano / Snapchat