Ave, Caesar, morituri te salutant

La fascinación por las muertes violentas en el imperio Romano nos habla de que el derecho a la vida no estaba contemplado en la antigua Roma. Desde el más humilde esclavo hasta los emperadores ninguno estaba a salvo de una muerte violenta

La frase se atribuye a los gladiadores que en los Juegos que se organizaban en la antigua roma y es como saludaban a las autoridades y el público que se congregaba para ver ese espectáculo sangriento.

A diferencia de las sociedades actuales, donde la mayoría de ellas tiene garantizada la atención universal en salud, en la antigua Roma la muerte estaba «a la vuelta de la esquina», ya fuese por enfermedad o por heridas provocadas por arma blanca.

Ahora, un ensayo de Emma Southon, se explora la veneración que en Roma se tenía a la muerte y los ritos que la acompañaban.

Divertimento de las clases patricias

Los nobles y clases acomodadas de Roma tenían en las luchas de gladiadores uno de sus principales divertimentos.

No era raro que se acercasen a las escuelas de gladiadores para contratar que dos luchadores se enfrentaban a muerte mientras ellos disfrutaban de manjares e hidromiel.

En la antigua Roma, tal como ya hemos indicado, la vida tenía muy poco valor, de hecho, solo tenían derecho a la misma aquellos que gozaban de riqueza o habían protagonizado grandes gestas militares.

En Roma, para ser más exactos había una exaltación de la muerte violenta, tal como nos ilustra Emma Southon en Sangre en el foro. Los asesinatos en la antigua Roma, publicado en el sello editorial Pasado y Presente.

Esclavitud y guerra

Fueron las dos constantes entre las que pivotó el imperio Romano, y el derecho a la vida solo se concedía a aquellos que hubiesen hecho algo por la República o el imperio.

Para despreocuparse de su propia seguridad y que la vida no «pendiese de un hilo» era necesario haber adquirido dignitas (honor) y fama (reputación), ya que de esa manera el Estado te protegía.

Tal como abunda Sangre en el foro. Los asesinatos en la antigua Roma la vida no tenía mucho valor y se podía fallecer de decenas de causas, incluidas los asaltos de delincuentes, duelos, o inclusive en los Juegos.

Eso no era óbice para que, en las exequias funerarias, que tenían detrás un complejo protocolo, las familiares y deudos expresasen su sentimiento por aquellos que partían hacia el más allá, transportados por Caronte.

Lenguaje llano y coloquial

Quien tenga entre sus manos Sangre en el foro. Los asesinatos en la antigua Roma, se dará cuenta que el libro «engancha», ya que con un lenguaje llano y coloquial.

Esta doctora en Historia no sumerge en los lugares más sórdidos de la Antigua Roma, lugares y ambientes la vida no valía un ardite y no era raro que los que allí vivián no volvieran a ver el sol.

Una de las mayores virtudes del libro es que nos sumerge, de un modo natural y ameno, en lo que supuso la Antigua Roma.

Minirelato

Es la técnica que utiliza Emma Southon para contaron una particular historia de la Antigua Roma, presentándonos todo tipo de asesinatos, dividiendo en tríadas las historias que nos cuenta.

Como ya hemos indicado, los asesinatos y las muertes sucedían en todo el entramado social de Roma: desde personas anónimas que eran asesinada para robarles unas pocas monedas, gladiadores cuya profesión era la muerte y hasta las clases patricias.

Aunque el volumen toca aspectos tan tenebrosos como la muerte, casi siempre violenta, podemos encontrar pasajes que llamen a la hilaridad.

Uno de ellos tiene como protagonista al emperador Tiberio, que se convierte en un detective amateur para investigar la muerte de la mujer de Pretor Plaucio Silvano.

Penas dolorosísimas

Roma, no en vano, era un estado con mayúsculas que tenía su propia justicia, por lo que, en determinadas muertes violentas, sobre el victimario caía todo el peso de la Ley.

Uno de los delitos mas deplorables para los romanos era el parricidio, y que llevaba aparejada una de las penas más duras de todo el derecho romano, su castigo se denominaba «pena del saco».

En esencia al parricida se le introducía en un saco, confeccionado con piel de buey, después de haber sido golpeado con lo que los romanos llamaban virgis sanguinis. En dicho saco se introducían animales.

Una vez introducido en el saco el condenado y los animales, el mismo se cosía y se llevaba, en una carreta a algún acantilado, donde se arrojaban al mar.

También asesinos en serie

Como no podía se menos en un imperio con «solera» como el Romano, también tuvo sus asesinos en serie, tal como podemos leer en Sangre en el foro. Los asesinatos en la antigua Roma.

La primero de esos asesinos tenía nombre de mujer, Locusta, y fue una de las envenenadoras más afamadas de la Antigua Roma.

Tan efectiva era Locusta al ahora de enviar a alguien la «otro barrio», que fue empleada por Nerón, hasta tres veces, para que envenenase a su madre Agripina.

Aquí tenemos un claro caso de «agente doble» ya que Agripina no pudo ser envenenada debido a que tomaba todos los días hasta tres preparados neutralizantes en caso de que fuera envenenada.

Hablamos de que Locusta era una «agente doble» debido a que los neutralizantes solo se los podía proporcionar la citada envenenadora.

Esclavitud

Era la base del imperio Romano, y cuando alguien adquiría esa condición su vida – y su muerte – estaba en manos de su propietario.

La esclavitud, la condición más habitual en el imperio Romano, se convirtió en la base social y económica del imperio, y le permitió mantener su opulencia durante muchos siglos.

Aunque casi todos los ciudadanos del imperio podían ser víctimas de la violencia arbitraria, los esclavos estaban sometidos a todo tipo de arbitrariedades y sevicias.

Pero la nobleza, el poder y el dinero, no eran ni muchos menos antídotos contra una muerte violenta, ya que el 58% de los emperadores romanos murieron de forma violenta, en las muchas conspiraciones de palacio que sucedieron en esa época.

Fuente – EL PAÍS / Poena Cullei en Wikipedia

Imagen – Peter Mulligan / Alexander Z. / Edoardo Taloni / Denis Simonet / Maïlis Donnet / Hans Braxmeier / Jennie Robinson Mongoose / Jun

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