
El auge de la narrativa de no ficción en España es más que evidente, de manera que los expositores de las librerías están repletos de ese género literario, mucho del cual posteriormente se convierte en productos audiovisuales
Los directores y productores de cine han encontrado una nueva «veta» para sus películas y series, la no ficción, aquel género que inventase Truman Capote con su A sangre fría.
De hecho, dicho libro y Todos los hombres del presidente, este último libro del periodista Bob Woodward, dieron lugar a exitosas películas, que al mismo tiempo hicieron que los espectadores buscasen los libros en los que se basaban.
Lo que era un fenómeno exclusivamente norteamericano ha traspasado los océanos y ha llegado a otros continentes, como Europa en general y España en particular.
Uno de los últimos éxitos en lo que a series se refiere tiene que ver con la novela Fariña, que no está demás recordar que estuvo secuestrada judicialmente, aunque finalmente los cargos quedaron desechados.
Volvamos al 2003

Son los antecedentes más remotos en utilización masiva de narrativa de no ficción como guion para películas y series en España se remonta a 2003.
Fue la época de esplendor de lo que se llegaron a denominar como instant movies, esto es, telefilmes que dramatizaban hechos reales, con títulos como El tránsfuga o Secuestrados en Georgia.
Unos productos audiovisuales que se guionizaban y grababan a toda prisa para seguir el «rebufo» de temas de candente actualidad.
El producto, confesado por los mismos que lo manufacturaban, no era de gran calidad, pero servía para «salir del paso».
Series sobre celebridades

Fue el segundo intento de utilizar libros de no ficción para guionizarlos y crear series que hacían un seguimiento biográfico de celebridades españolas como Raphael o Isabel Pantoja.
Sobre el cantante se filmó Raphael: una historia de superación personal (2010) y sobre la tonadillera se filmó Mí gitana (2012).
Y llegaron Netflix y HBO

Con la llegada a España de las «vacas sagradas» del streaming, caso de Netflix o HBO, obligadas a producir series en los países donde hacen negocio, ha supuesto un renacer para los libros de no ficción como guiones.
En la actualidad son un buen número de series que se están filmando en la actualidad que tienen como base narrativa de no ficción escrita en castellano.
Es el caso de El director de David Giménez, Primera página de Juan Luís Cebrián, El analista de Juan Juanetay o El traficante de David López Canales.
El intermediario en buena parte de esas filmaciones ha sido la agencia Scenic Rights, dedicada a gestionar los derechos de autor de las obras de aquellos libros que se convierten en guiones para películas o series de televisión.
De lo que sí podemos estar seguros es que, son las tendencias las que gobiernan lo audiovisual, y de ello depende que en un momento determinado una temática determinada acapare toda la producción de series.
Un negocio modelado en Norteamérica

En cierto modo, las agencias españolas, caso de la ya citada Scenic Rights, prácticamente lo único que hace es clonar el modelo de negocio que se hace en Norteamérica.
En el caso de la agencia española, su misión es de servir de «correa de transmisión» entre autores y editoriales, por un lado, y por el otro con el sector audiovisual.
Las agencias conforman un «paquete» formado por un buen libro, buenos guionistas y se lo intentan vender a las productoras audiovisuales.
El negocio más suculento es cuando se logra tener los derechos intelectuales de una obra literaria y un buen guion sobre el mismo. Ahí es donde la agencia puede hacer dinero grueso, siempre, claro está, que logre venderlo.
Grandes y pequeños

El grupo empresarial que fundase José Manuel Lara es un emporio editorial que tiene muy buenas relaciones con lo audiovisual y que cuenta con su propia división audiovisual.
Eso le permite muchas veces imponer sus condiciones y tener un control total del producto final y del precio que puede poner a mismo.
Sin embargo, una constelación de pequeñas productoras logra salir a delante coexistiendo con empresas de gran tamaño.
Uno de esos casos es Producciones del KO, cuya matriz es la editorial Libros del KO, un sello editorial especializado en narrativa de no ficción.
Viendo que algunos de sus éxitos editoriales, como es el caso de Fariña, El editor o El analista han sido convertidas en exitosas series, han decido emprender en el sector audiovisual con Producciones del KO.
Fundamental un buen texto

Últimamente sobre todo se están serializando muchos reportajes, como es el caso explicado de Fariña, y es esencial tener un buen texto.
En el caso de los reportajes también es muy importante tener acceso a las mismas fuentes con las cuales el periodista «armó» la historia, ya que eso permite, en determinados momentos, dar un giro inesperado a la historia.
También tocar temas reales hace que se tenga una especial sensibilidad con las historias que se cuentan, ya que afectan a personas de «carne y hueso» que pueden estar todavía vivas.
Eso se ha podido ver En el corredor de la muerte donde se dramatiza la vida de Pablo Ibar, que lleva años el corredor de la muerte esperando su hora.
Productos derivados

Finalmente, inclusive las series o películas pueden dar lugar a otras obras derivadas, como el caso de Fariña.
El libro de Pablo Carretero ha dado para una serie, pero también para un cómic y una obra de teatro.
Otro de los éxitos de Libros del KO, En el corredor de la muerte, también de Carretero, ha dado para una serie y hasta para un podcast, y quien sabe si para más.
Por otro lado, y de esa manera, los autores ganan más por derechos de autor, ya que cada nuevo producto derivado generar royalties para el autor, con lo cual puede multiplicar sus ingresos.
Y eso en un medio como el del periodismo freelance que no tiene nunca ingresos fijos, hace que la vida de esos periodistas sea un poco más amable.
Fuente – EL PAÍS / Grupo Planeta en Wikipedia
Imagen – Evgeniy Isaev / Alfredo Pérez Rubalcaba / Miami Film Festival / HBO / Giuseppe Milo / Rachel H / Honou / Jennifer Morrow