
Ha fallecido José Manuel Caballero Bonald a los 94 años. Nos deja uno de los más brillantes representantes de la Generación del 50: poeta, ensayista, novelista, académico y hasta musicólogo, deja un vacío que será muy difícil de llenar
Si por algo se caracterizó la carrera literaria de José Manuel Caballero Bonald fue por tocar todos los «palos»: novela, poesía, ensayo.
De cualquiera de las maneras si por algo destacó Caballero Bonald fue por la calidad de sus versos, que lo han convertido en uno de los poetas más sólidos de la literatura hecha en español.
Las adivinaciones: el primer libro y el primer poemario

Fue lo primero que le publicaron a Caballero Bonald cuando era un joven de 26 años que vivía y estudiaba en Madrid en el año 1952.
Publicado en la colección de poesía de Adonáis, los linotipistas de la editorial lo recordaban como la pesadilla que les obligaba a cambiar las galeradas en el último momento.
Caballero Bonald se sintió decepcionado con la ortotipografía de Las adivinaciones, dado que se publicó casi como libro de bolsillo en un cuerpo de letra minúsculo.
No dejándose vencer por el aspecto el volumen, salió a la calle el mismo día que el libro salía de máquinas para enseñárselo a personas que pudiesen ayudarlo a sobrevivir en el panorama literario de una España, como la de ahora, que casi no leía.
Desaprendizajes, su último poemario

Corría el año 2015 cuando Caballero Bonald publicó Desaprendizajes, habiéndose convertido, en todos esos años, en un poeta que otorgaba una misión política a sus versos.
Caballero Bonald también se convirtió en las más de cinco décadas que median entre ambos poemarios, en un indignado ante la fealdad que el literato veía que se iba apoderando, inexorablemente de España.
Por más de 60 años, Caballero Bonald fue un volcán de creatividad que se mantuvo activo como escritor, además, como ya hemos indicado, tocando todos los «palos».
El autor, entre otros, de Ágata ojo de gato fue poeta, novelista, ensayista, memorialista, editor y hasta producto de cine y de televisión.
Escritor proteico

Las seis décadas en las que ejerció como escritor fueron fecundas en abordajes a la literatura desde ópticas siempre vanguardistas y novedosas.
Suele ser habitual que escritores con trayectorias tan largas como las de Caballero Bonald acaben en callejones sin salida por la dificultad de proponer estilos novedosos y renovación literaria.
No fue el caso del autor de Campo de Agramante, que siempre supo seguir innovando y sorprendiendo a sus lectores con nuevas propuestas que suponían un salto adelante en cuanto a creatividad e imaginación.
Nos volvió a sorprender con Examen de Ingenios, publicado en el 2017, y donde compartió con sus lectores semblanzas de escritores y artistas de los que fue coetáneo.
Caballero Bonald novelista

De todas las novelas que escribió, merece fijarse en tres de ellas: Dos días de septiembre, En la casa del padre y Toda la noche oyeron cantar pájaros.
En este trío de novelas recrea lo que era la sociedad jerezana del momento, grandes familias de bodegueros que evolucionaban entre la juerga flamenca y el té de las cinco.
Allí aparecen apellidos míticos, que todavía domina la buena sociedad jerezana como los Domecq, los Osborne, Garvey o Terry.
Aunque Caballero Bonald quiso crear una historia de una familia arquetípica de bodegueros y todo lo que le rodeaba, tal como el mismo definía, se quedó simplemente en tres intentos que plasmo en esas mismas tres novelas.
Una semblanza propia en sus novelas

Para conocer a fondo a José Manuel Caballero Bonald nada mejor que una lectura atenta de sus dos volúmenes de memorias: Tiempo de guerras perdidas (1995) y La costumbre de vivir (2001).
Actualmente se pueden encontrar fusionados los dos libros en La novela de la memoria, publicada en el año 2010.
En dicho título reflejaba magistralmente lo que pensaba de los libros de memorias, que no era otra cosa que lo que se cuentan no son vivencias exactas de lo que se ha vivido.
Los recuerdos, aunque no queramos, los media la memoria, que siempre establece sus digresiones e inclusive tizna esos hechos muchas veces con deseos o inclusive con mistificaciones de las que no se es consciente.
Unos 94 años en los que lo fue todo

José Manuel Caballero Bonald fallecía en su domicilio de Madrid el pasado día 9 de mayo a los 94 años de edad, siendo uno de los últimos representantes vivos de la Generación de los 50.
Su obra se puede entender como un diálogo entre las letras españolas y las latinoamericanas, no en vano pasó muchos años viviendo en el cono sur latinoamericano.
Aunque primeramente se enroló en el realismo social que se hacía en aquella época en la piel de toro, en poco tiempo adquirió un barroquismo que pronto se dejó translucir en sus poemas.
Miembro destacado de la Generación del 50, compartió mesa y mantel con escritores tan famosos como Francisco Brines, Carlos Barral, Ángel González o Agustín Goytisolo, por citar solo a unos cuantos.
Caballero Bonald como académico

Además de como escritor, José Manuel Caballero Bonald también destaco como profesor y académico.
Durante años fue profesor de literatura española en la Universidad Nacional de Colombia y también del Centro de Estudios Hispánicos del Bryn Mawr College.
También desempeñó importantes puestos en el gremio editorial, siendo director literario de la Editorial Júcar y subdirector de la revista Papeles de Son Armadans.
En el terreno estrictamente académico trabajo en el Seminario de Lexicografía de la Real Academia Española.
La escritura como terapia, también ante la política degradada

Caballero Bonald siguió escribiendo hasta los 90 años, con vigor, tal como decía, habiendo encontrado en la escritura la mejor terapia que conocía.
También decía que, a su edad, siendo ya nonagenario, escribir le servía para no desfallecer y para no quedarse mucho tiempo mirando las musarañas.
Toda su vida adulta ejerció de insumiso de muchas cosas, y también fue un crítico vehemente contra el poder, muchas veces no dejando títere con cabeza en la política española.
Con una sensibilidad de izquierdas, los tejemanejes del PP los entendía en el sentido que a la derecha nunca le ha gustado vivir en un España civilizada; a pesar de ello tampoco comulgaba con el PSOE y era muy crítico con sus barones.
Fuente – EL PAÍS / LA VANGUARDIA
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