
La editorial Minotauro publica ahora las tres mejores obras del maestro de la literatura de ficción Phillip K. Dick, donde podremos indagar sobre los principales temas como autor literario y los temas que fueron una constante en su vida. Una oportunidad que no hay que dejar pasar
Que no es otro que Phillip K. Dick un escritor que hizo ímprobos esfuerzos por consagrarse a la literatura «seria» aunque pronto se dio cuenta de que si quería alimentar a su familia debía optar por la literatura de masas.
Ahora la editorial Minotauro publica tres de sus novelas más literarias, hasta «serias» podríamos llegar a calificarlas.
Buscando el sustento

Tanto para el como para su progenie, no en vano Dick era un enamoradizo impenitente que no dudaba en tener un affaire con una casada con tres hijas, mientras era un recién casado que veía como nacía su primer hijo.
A pesar de que ya había publicado varios libros de ciencia ficción, su ambición le obligaba a beber en las fuentes de la literatura seria con la intención de convertirse en una especie de Jack Kerouac.
En poco tiempo se vio con tres hijas y con una más en camino, y necesitaba dinero, el que le dio la literatura de ciencia ficción, insulsa e intrascendente pero que le ayudaba a llegar a fin de mes y a poder pagar las facturas.
A pesar de tener una economía saneada ni por asomo llegó a cobrar por «pieza» el caché que en los años cincuenta del pasado siglo cobraban Isaac Asimov o Ray Bradbury, que hicieron que ese tipo de literatura se hiciese un hueco en los expositores de las librerías.
Unos autores mal pagados

Si bien es cierto que los autores de ciencia ficción podían vivir, algunos hasta holgadamente, de su oficio, también es cierto que tenían que producir novelas a una velocidad de vértigo.
Los autores de ciencia ficción, en los años en los que Dick trabajó en el sector, estaban considerados como los proletarios de la escritura, siendo despreciados por los escritores «serios» de la época.
Solo a partir de la repercusión que tuvieron los libros de Ray Bradbury se comenzó a tener a la literatura de ciencia ficción en la consideración que le debían.
Y eso a pesar de que la literatura de ciencia ficción era pasto de consumo de masas, para personas que lo único que querían era divertirse un rato y que en vez de la televisión o el cine se decantaban por la literatura.
El inductor de Blade Runner

De los 44 libros que firmó quizás el más famoso es el que lleva por título ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de donde se sacó buena parte del argumento de la película que filmó Ridley Scott bajo el título de Blade Runner.
En sus novelas participan como protagonistas personas de clase media baja y que desempeñan los más inverosímiles trabajos para salir adelante.
Muchos de ellos también son artesanos, como lo fuera el propio Dick cuando fabricaba y vendía abalorios para sacarse un sobresueldo con el que poder alimentar a su ingente prole.
A Phillip K. Dick no le costó pasar de ser prácticamente un desconocido a subirse al carro de la gloria una vez que se supo que el guion de Blade Runner se había inspirado en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Temáticas principales

A Dick le marcó el haber nacido en un hogar humilde y haber venido al mundo solo un año antes de la hecatombe de las Bolsas de valores de medio mundo.
Uno de sus temas preferidos, que aborda en varios de sus libros, tiene que ver con las relaciones de pareja, aunque también otro tema que se repite como un leitmotiv es que sus protagonistas que no son capaces de entender el mundo con la suficiente comprensión.
Incluso para algunos de sus críticos, bajo capas de relatos fantasiosos lo que se esconde es un relato costumbrista de la sociedad que mejor conocía, esto es, la norteamericana.
En el fondo los protagonistas de sus novelas son trabajadores que aspiran a un futuro mejor tanta para ellos como para sus familias.
Matarse a trabajar

La vida de Phillip K. Dick fue todo menos fácil, y la gran cantidad de horas que trabajaba para poder ganar el suficiente dinero como para mantener a su familia.
Dick fue todo un proletario de la literatura, que vivía de lo mucho que producía, para lo cual tomaba anfetaminas para poder hurtar horas al sueño y combatir la fatiga.
Eran noches y noches hurtando horas al sueño para ganar unos pocos dólares por cada página escrita, y aun así no dar su brazo a torcer y continuar con su pasión.
El ir dopado le permitía escribir una novela completa en 10 días, desarrollando una literatura que le pagaban casi al peso del volumen de cada original.
Un proceso creativo libérrimo

Admirador de la cultura beatnik, su proceso creativo se parecía mucho al de unos de sus autores más admirados, que no era otro que el poeta Jack Kerouac.
Dick cuando se ponía a escribir no planificaba nada, él escribía y era casi el relato el que evolucionaba con vida propia.
Ese método creativo hizo que su literatura alcanzase unas cotas de intensidad que muy pocos de sus escritores coetáneos lograron imprimir a sus obras literarias.
Al tiempo conseguía una sinceridad enorme en sus escritos, algo que muchos autores, que eran sus amigos, envidiaban y que marcó escuela en los escritores de generaciones posteriores, tanto en el ramo de la ciencia ficción como en otros.
Un solitario rodeado de gente

Fue una constante en su vida, del que fue un gran solitario pero que siempre estaba rodeado de mucha gente, y esta lo tomaba como una persona sociable, aunque no lo era.
Ahora la editorial Minotauro publica tres de sus más grandes novelas, unas obras que son imprescindibles tanto para entenderlo como autor como para entender los grandes temas de su literatura.
En esencia, una trilogía para aquellos que quieran acercarse a lo más granado de su obra para entender, rápidamente tanto a él como a su literatura.
Fuente – EL PAÍS
Imagen – Warner Bros. Picture / Stanley Wood / Tom Bullock / Grace Courvis / Stock Catalog / Erik Drost / Alex Livet