Literatura criolla: en femenino

En estos últimos años, han saltado a la palestra una nueva generación de escritoras latinoamericanas que reivindican, por derecho propio y sin etiquetas, protagonizar el derecho de las mujeres a escribir y publicar

Son muchas de ellas, escritoras latinoamericanas, las que niegan categóricamente que se esté viviendo un boom de la literatura iberoamericana.

Pero la realidad es que la literatura criolla hecha por mujeres vive una eclosión similar al que vivieron sus pares varones en los años sesenta del pasado siglo.

Entre las escritoras más celebradas encontramos nombres como Fernanda Trías, Mónica Ojeda, Samanta Schweblin, Fernanda Melchor, Camila Sosa Villada, Mariana Enríquez, Valeria Luiselli, Jazmina Barrera, Paulina Flores, Giovanna Rivero o Gabriela Wiener.

Una etiqueta impuesta por la industria

No es raro que en los volúmenes escritos por estas escritoras aparezcan pegatinas con leyendas como “nuevo boom” o “boom femenino”, aunque las propias autoras muchas veces lo desmienten.

La principal crítica de las autoras latinoamericanas más leídas, a las cuales no les son ajenas los premios y el reconocimiento de la profesión, es que la visión de la crítica peca de eurocéntrica y exotizante.

Las llamadas explícitas al boom provienen de la industria editorial que pretende reeditar con ellas el éxito que tuvieron los autores latinoamericanos en los años sesenta del pasado siglo, en lo que se denominó el Boom Latinoamericano.

Sin embargo, si echamos la vista atrás, dicho boom no hubiese sido posible con la colaboración de muchas plumas femeninas, caso de Elena Garro, Rosario Castellanos, Nélida Piñón o Clarice Lispector.

Rechazo a esa etiqueta

Lo que comenzó como un reclamo comercial, el nuevo boom literario, esta vez protagonizado por mujeres, ha permeado, además de a la industria, los coloquios, debates y ferias literarias que se celebran por medio mundo.

Pero la realidad es que estas mismas autoras rechazan de plano que formen parte de una generación ni nada que se le parezca, agrupadas por provenir de Latinoamérica y haber nacido a caballo entre las décadas de los ochenta y los noventa.

Tanto es así, que Mónica Ojeda, Fernanda Trías y Giovanna Rivero han protagonizado no hace mucho, una mesa redonda con el explícito título de No somos un boom: escritoras en el horizonte latinoamericano.
La mesa redonda se celebró en la pasada edición de la Feria del Libro de Guayaquil, una de las ciudades con más pujanza económica de Ecuador.

No repetir algo ya pasado

Una de las escritoras más beligerantes con la etiqueta de nuevo boom es Mónica Ojeda (Guayaquil, 1988), ya que considera que el marchamo las encajona en una repetición del pasado.

Su negativa a utilizar la etiqueta la cifra en varias razones: el contexto es diferente, la escritura de estas autoras no es equiparable y la mirada política que tiene es diferente a sus pares de los años sesenta del pasado siglo.

Ojeda, ubicada – esa etiqueta si la reconoce – en lo que se ha venido en llamar gótico andino, es autora, hasta el momento, de las novelas Mandíbula y Nefando, el libro de cuentos Las voladoras y el poemario Historias de la leche.

Es ella una de las que reivindica que la mirada que se tiene de ellas es eurocéntrica: todas las autoras de ese pretendido movimiento son de una determinada generación, blancas o mestizas y que publican en España.

Reflexionar sobre el concepto

Es a lo que se ha aprestado Giovanna Rivero (Montero, 1972) cuando descubrió a tanto a ella como a otras escritoras les habían adjudicado, sin ellas pedirlo, la vitola de boom.

Lo primero que sacó en claro de sus cavilaciones fue que hablar de boom implica ante todo inmediatez, algo que no se ajusta a la realidad, ya que detrás de la prosa de ella y sus compañeras hay décadas de trabajo.

Hablar de boom literario parece indicar que el éxito que han tenido con sus publicaciones fuese producto de una generación espontánea, y no, como si es, de muchos años de duro trabajo.

Rivero también haya otro sinónimo nocivo del término boom, y es que se circunscribe a aquí y el ahora, y minusvalora, por ejemplo, la labor de zapa de generaciones anteriores de escritoras.

Esas generaciones fueron minando poco a poco las resistencias de una industria patriarcal, como es el rubro literario, para que finalmente, bien entrado el siglo XXI, ellas estén teniendo el éxito que están teniendo.

Renombrar el fenómeno

Es de lo que es partidaria Fernanda Trías (Montevideo, 1976), y para ella resulta irónico que las califique con el sustantivo de boom, cuando fue precisamente el boom latinoamericano de los años sesenta del pasado siglo el que invisibilizó a tantas escritoras.

Hace escasas semanas, Trías ha sido galardonada con el premio Sor Inés de la Cruz por Mugre rosa, una novela distópica con la cual refrenda es ser una de las escritoras latinoamericanas más prometedoras.

Trías llama a redefinir el fenómeno, buscando un término más imaginativo, teniendo en cuenta el componente simbólico que tiene cada palabra y también cada concepto, evitando que la denominación las encorsete y les reste libertad para crear.

Mejor calificar a los lectores

Es en algo que coinciden todas ellas, y es que sería mejor no definirlas dentro de un movimiento literario, sino que se calificase como un fenómeno y se nombrase a los miles de lectores que leen sus libros.

Han sido estos, los lectores, los que han decidido sacar del anonimato a una generación de escritoras que, debido al machismo, también al latinoamericano, seguían siendo un fenómeno marginal como las escritoras del boom latinoamericano de la década de los sesenta del pasado siglo.

En el caso de Iberoamérica, ha sido el movimiento feminista que se ha extendido desde Alaska a Tierra de Fuego, el que ha permitido que las editoriales se fijen en las muchas escritoras que hay en ese continente.

Quizás uno de los sucesos que ha impulsado la literatura iberoamericana hecha por mujeres fuese que en el año 2017 la argentina Samanta Scheweblin fuese finalista del prestigioso Premio Booker Prize.

La novela con la que Scheweblin quedó finalista fue Distancia de rescate, una novela que acaba de ser llevada a la pantalla grande por Patricia Llosa, en lo que seguramente será un éxito de público y de crítica.

Fuente – el diario

Imagen – William Warby / Alejandro / Daniele Devoti / Jan Willemsem / Buffalos / Ella Sofia / Bill Smith

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