Literatura desde la trinchera

En Mi madre era de Mariúpol, la escritora alemana Natascha Wodin, además de mostrarnos la historia de su familia, también desliza un fresco histórico que permiten entender en parte la invasión de las tropas rusas de Ucrania, que ya dura más de un mes

La ciudad ucrania de Mariúpol, que en estos momentos en un frente de guerra donde combaten ucranios contra rusos, también ha sido, a lo largo de la historia un reclamo literario de primer orden.

Es el caso de Mi madre era de Mariúpol, de la escritora alemana Natascha Wodin, hija de trabajadores forzados soviéticos, en donde bucea en sus orígenes ucranios.

La novela, además de indagar sobre los orígenes de la autora, también le sirve para hablar de su madre, que un buen día, en el año 1956, abandonó su domicilio en la RFA y desapareció, dejando a dos hijas huérfanas.

Una vida marcada por la tragedia

Yevguenia Yákovlevna Iváshchenko, ese es el nombre de la madre de la autora de Mi madre era de Mariúpol, y ella y su familia fueron represaliados por pertenecer a la clase alta ucrania.

La represalia por sus orígenes sociales fue la deportación, en compañía de su marido, a Alemania donde fueron trabajadores forzados en el fabricante del armamento Flick.

No fueron los únicos, ya que a Alemania llegaron hasta 26 millones de trabajadores forzados soviéticos, la gran mayoría dedicados a trabajar en fábricas de armamento, que fueron explotados hasta la extenuación.

Siguiendo el rastro de la vida de su madre, que desapareció en el año 1956, Natascha Wodin busco información sobre ella de todas de las maneras que fue posible.

Todos esos datos, novelados, son el contenido que podemos encontrar en Mi madre era de Mariúpol, publicado en castellano por Libros del Asteroide.

Por aire, mar y tierra

Wodin se ha dejado las pestañas buscando información sobre su madre, y sus primeras investigaciones las llevó a cabo en Ucrania y Rusia.

En ninguno de los países encontró nada significativo, ni entre los registros del gobierno ruso, que fue quién asignó a su madre a trabajar en una fábrica de armamento alemana.

Hasta ese momento lo único que guardaba de su madre eran tres fotografías, un acta de matrimonio y un icono de la iglesia ortodoxa.

Sin embargo, «buceando» por internet, escribió el nombre de su madre en un buscador que le remitió a un sitio web llamado Azov’s Greeks donde se podía encontrar información sobre la comunidad griega de aquella ciudad ucrania.

Contactando con ese sitio web, la autora de Mi madre era de Mariúpol, trabó amistad con un apasionado de la genealogía, que fue capaz de tirar del hilo para llegar a lo que fue su madre y sus familiares.

Una historia dramática

Fue la de Yevguenia Yákovlevna Iváshchenko, muy parecida a muchos de los ucranios de su generación.

Una historia trufada de desgracias, miserias, hambre y destrucción, las mismas que vivió Ucrania en aquella época rica en guerras, hambrunas y exilios.

En cierto modo no se puede desligar la historia de Ucrania de la de Rusia en pleno apogeo de la Unión Soviética, gobernada en aquellos tiempos por Stalin.

El autócrata georgiano participó en una guerra civil, ejecutó cientos de purgas y provocó una hambruna en Ucrania, el bien conocido como Holomodor.

Una obra reconocida y compleja

Mi madre era de Mariúpol se publicó originariamente en alemán en el año 2017, y pronto recibió el reconocimiento del público y de la crítica.

No en vano el libro ha sido merecedor del Premio Alfred Döblin y del Premio de la Feria del Libro de Leipzig y también se vio favorecido por unas cifras de ventas de las que pocas escritoras pueden presumir.

Tal como relata su traductor al castellano, en Mi madre era de Mariúpol se trata de una narración sólidamente construida y con un texto que puede ser fácilmente adaptado a un libreto teatral.

Además, el libro se puede leer en clave histórica, porque relata de una manera muy fidedigna lo que fue la Historia de Ucrania y Rusia desde el advenimiento de los sóviets hasta la Guerra Fría.

Navegando en esa Historia que presenta Mi madre era de Mariúpol también se llega a comprender profundamente la invasión que está perpetrando el ejército ruso sobre el territorio y los ciudadanos de Ucrania.

Crímenes de guerra

Los escenarios urbanos que podemos encontrar en el libro de Natascha Wodin son los que ahora están siendo bombardeados sin piedad por la artillería rusa.

Mariúpol por su privilegiada situación estratégica, es la entrada natural al Mar de Azov, está siendo hostilizada por las tropas rusas, que quieren hacerse con el control de ese importante enclave.

En algo más de un mes que llevamos de guerra, los rusos han cometido en la ciudad un buen número de tropelías: han bombardeado una maternidad y un hospital infantil, además de no haber dejado piedra sobre piedra en determinados distritos de la ciudad.

Una ciudad acostumbrada a las bombas

Esta no es la primera vez que Mariúpol es asediada y bombardeada; solo en la I Guerra Mundial la ciudad cambió hasta 17 veces de manos.

Sin embargo, la ciudad siempre ha florecido por derecho propio, y nada más alejado de ella que los paisajes oscuros, sucios y llenos de nieve.

Cuando sus habitantes hablan de su ciudad siempre relatan un territorio con clima suave, siendo el más importante puerto del mar de Azov, una zona urbana y periurbana llena de playas interminables y campos de girasol.

Una escritora contra la invasión

Natascha Wodin se ha posicionado en la contienda entre Rusia y Ucrania siempre a favor del bando ucranio y en contra de las pretensiones territoriales del Kremlin.

A pesar de ello se muestra crítica sobre la actividad de occidente en los antiguos países soviéticos, y considera que si occidente se hubiese comportado de otra manera quizás la invasión no se hubiese producido.

Inclusive remite a su libro para todos aquellos que lo lean se den cuenta de que, como dice el refranero popular, “Esos polvos trajeron estos lodos”, y en el decurso histórico de Ucrania y su relación con Rusia, se entienden las claves del actual conflicto bélico.

Fuente – el diario

Imagen – manhhai / Kieran Lynam / Frédéric Bisson / Ajay Suresh / Andrew Milligan /

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