Una vida plagada de historias

La historia de nuestra especie ha estado ligada, desde que se desarrolló el pensamiento simbólico, lleno de narrativas, y así seguimos en pleno siglo XXI. La narrativa nos hace encontrar nuestro lugar en el mundo y explica muchas de las actividades que desarrollamos diariamente

La Historia de nuestra especie esta llena de historias del más variado tipo, pero inclusive antes de que se inventasen el alfabeto, la literatura, el teatro y el cine.

Inclusive, siendo el mundo a todas luces caótico, la literatura oral y posteriormente la escrita, han intentado, inclusive en la ficción, de dotar de un hilo conductor a todas esas historias que se cuenta, inclusive en la publicidad.

También se suele decir que en las novelas la vida tiene sentido, pero que, en la realidad, la vida no tiene ese sentido que si encontramos en las obras literarias.

Un cerebro que procesa narraciones

Aunque la historia del pensamiento ha evolucionado mediante el intento de dotar a todo lo que nos rodea de una lógica, como especie, nuestro cerebro no es una máquina inclinada a procesar lo que nos sucede alrededor de una manera lógica.

Si por algo destaca ese órgano que pesa aproximadamente kilo y medio es porque es un increíble procesador de narraciones.

Desde el nacimiento de nuestra especie, ya a algunos homínidos dotados de lenguaje les gustaba especialmente que alguien les contara historias que les permitiesen entender la realidad que les rodeaba.

La literatura, al menos la oral, nació mucho antes de que se inventase la escritura y la imprenta que hasta cierto modo ha democratizado el conocimiento y en especial la literatura, con la creación de bibliotecas, muchas de ellas públicas.

La ciencia de contar historias

Es el título del libro que teniendo a Will Storr como autor, acaba de publicar la editorial española Capitán Swing.

Con enseñanzas que proviene de la psicología, la neurociencia y el análisis de cientos de narraciones, el escritor británico nos explica como el cerebro se nutre de relatos, uniendo causas con efectos.

La lectura es bien sabido, sobre todo de literatura protagonizada por personas, aumenta el grado de empatía de las personas, que leyendo pueden imaginarse lo que piensan y sienten otras personas.

La tesis de Will Storr en La ciencia de contar historias es que como especie hemos hecho evolucionar nuestro cerebro para experimentar la realidad que nos rodea de una manera narrativa.

En cierto modo esa operativa de nuestro cerebro, que hemos logrado por evolución, nos permite entender toda la complejidad que nos rodea, generando unos parámetros que nos permiten actuar.

Delirio, hasta cierto punto

Además, en nuestras narrativas personales y también en las colectivas, algunas veces casi rozamos el delirio.

Las creencias que nos promueven esos relatos que hacemos de nosotros mismos y del grupo al que pertenecemos, suelen ser interpretaciones heroicas, y muchas veces suelen estar bastante alejadas de la realidad.

Nuestro cerebro tiende a dividir la realidad, al menos la humana, entre héroes y villanos, lo que hace que muchas veces vemos connotaciones negativas en aquellas personas que no pertenecen a nuestro grupo, religión o partido político.

La realidad es que lo único que pasa es que esas personas que no ven la vida como nosotros lo que hacen, al igual que nosotros, es aplicar un relato diferente del que nosotros tenemos a la hora de explicar el mundo.

Esa es uno de los motivos por los cuales es muy difícil que cambiemos de opinión, debido a que hacerlo puede hacer que dinamitemos nuestra propia narrativa, que es uno de los pilares que nos mantienen en equilibro con el mundo que nos rodea.

Rodeados de narrativa

Aunque pensemos que no, estamos rodeados de cientos de ejemplos de narrativa a lo largo de nuestra vida: no solo la literatura, el teatro o el cine.

La publicidad nos cuenta historia, las grandes empresas crean una narrativa que explique su situación en el ecosistema empresarial; inclusive el periodismo es una muestra clara de lo que es una buena narrativa.

Sobre todo, en el ámbito empresarial, y en nuestro país, son miles de empresas las que recurren al storytelling para posicionarse en el mercado.

Desde la fábrica de pasta fundada por el abuelo hasta la historia de éxito de una startup fundada en un garaje de la casa de un emprendedor californiano, todo vale para contar una bonita historia de superación.

En política, concretamente enzarzados en España en plena batalla cultural, la narrativa, a falta de otros argumentos de más enjundia, la narrativa lo es todo, sobre todo para intentar imponer sus ideas frente a las del adversario.

Un uso torticero del relato

Tal como defienden muchos expertos, algunos de ellos en tradición oral, nos encontramos rodeados de relatos, muchos de los cuales nos pretenden convencer de cosas que no son reales.

Desde narraciones que encumbran a héroes con pies de barro, justificar teorías económicas a todas luces injustas o justificar guerras de todo tipo, como la invasión de Ucrania bajo los designios de Vladimír Putin.

Pero afortunadamente del mismo modo que se construyen los relatos también se deconstruyen, que es lo que en estos momentos están realizando muchos medios occidentales para contrarrestar la propaganda del Kremlin.

La justificación de lo que los medios rusos califican como «acción militar especial» se la pueden permitir los dignatarios rusos porque viven en lo que únicamente es una democracia en el sentido formal.

Vladimír Putin y sus adláteres, después de dos décadas de gobierno ininterrumpido, han laminado a la opinión pública libre; los medios de comunicación que quedan no son sino altavoces de la propaganda del gobierno ruso.

Integrar el relato en nuestra vida

La comprensión de lo que hemos vivido se recuerda y se comprende mejor. Además, cuando estamos convencidos de algo esa narrativa se encuentra engarzada en nuestra biografía y nos permite entender lo que nos rodea.

Además, los relatos generan oxitocina en nuestro cerebro lo que nos hace tener una sensación agradable, aumentan la confianza y reduce el miedo social, aumentando nuestra empatía ante los demás.

Es por ello que, ante un relato en el cuales los protagonistas son humanos acabamos experimentando sus propias emociones e incluso podemos llegar a reír o llorar ante situaciones que suceden a los protagonistas de la narración.

Fuente – EL PAÍS

Imagen – Travis Wise / John Woo / Killer Cinema / Movieclips Classic Trailers / Mandy Goldberg / DonkeyHotkey / Michael Hamman

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