Trapos sucios familiares

En La fábrica de canallas novela la vida de Otto Kraus, siempre a partir de un alter ego, un miembro de las SD – el servicio de inteligencia de las SS – y las tropelías en las que participa en la Europa ocupada, entre ellas participar en asesinatos masivos de judíos

Son los que dilucida en un libro Chris Kraus, al que el libro La fábrica de canallas le sirve para exorcizar su pasado familiar ciertamente ominoso, como es el hecho de que uno de sus abuelos fue un oficial de las SS.

Si ya el haber tenido un ascendiente que perteneció a las Schutzstaffel no fuera suficiente motivo de oprobio, la vergüenza se acrecienta cuando descubrió que el mayor de las SS Otto Kraus participó en la Solución Final.

Un enorme efecto emocional

Es el que sufrió Chris Kraus cuando se enteró del pasado nazi de su abuelo, alguien a quien ese momento veneraba.

El también cineasta alemán, que por su profesión ha desarrollado una enorme capacidad para contar historias, quiso indagar un poco más sobre el pasado de su abuelo, y lo que descubrió le descorazonó aún más.

Su abuelo, proveniente de la minoría alemana en Letonia, fue reclutado para formar parte del SD, el servicio de inteligencia de las SS, para finalmente participar en un grupo de tareas exterminando judíos.

Como miembro de Einsatzgruppen A, Otto Straus participó, al menos, en dos asesinatos masivos y uno de ellos en los bosques que rodeaban Riga, la capital de Letonia, episodio que se recrea con toda su crudeza en el libro.

En aquel bosque, el trasunto de Otto Straus en La fábrica de canallas no duda en ultimar a una mujer y su bebé moribundos, por el expeditivo método de meterse en la fosa común y descerrajar el cargador entero de su pistola sobre la madre e hija.

Una época terrible

Esa y otras escenas similares que se narran con todo lujo de detalles en el libro hablan bien a las claras del salvajismo de la tropa de élite que fundase Adolf Hitler cuando ya era el dueño del NSDAP.

Chris Kraus, haya por el año 1985, cuando comenzó a tener conciencia de lo que había supuesto para Europa y para Alemania la II Guerra Mundial, lo único que sabía era que su abuelo había participado y combatido en el ejército alemán.

Cuando Otto Kraus le contaba historias sobre aquellos tiempos solo hablaba de fusilamientos, y para estos utilizaba habitualmente eufemismos, como «acción especial», que el nieto identificaba, por ejemplo, como ir al bosque a buscar leña.

Sin embargo, el joven Chris se hizo con un volumen que hablaba del general Vlásov, un militar ruso que comandó tropas de las SS, y allí fue cuando se le cayó la venda de sus ojos, ya que en libro se hablaba de «acciones» en las que participó su abuelo.

A partir de ahí inició, por su cuenta, una investigación en archivos históricos y hemerotecas, donde descubrió que su abuelo, y sus compañeros, habían participado en crímenes contra la humanidad.

Hacerlo público

Con los descubrimientos sobre el abuelo Otto, Kraus explicó a su familia la realidad sobre uno de sus antepasados, y lo único que encontró fue incomprensión, ya que salvo su prima Sigrid nadie le creyó.

En una edición limitada, y con los datos que había logrado encontrar en su investigación, publicó el ensayo Das Kalte Blut, de la cual se publicó una pequeña tirada para familia y amigos.

Pero Chris Krauss quería gritar al mundo que su abuelo había sido un criminal de guerra, y encontró que el proyecto era posible en Salamandra, editorial de la cual su prima Sigrid era una de las fundadoras.

Ahora ve la luz La fábrica de canallas, que también se ha publicado en Alemania, donde el efecto de libro ha sido casi nulo: por lo visto para la mayoría de los alemanes no hubo nazis entre ellos y la culpa de todo la tuvieron los jerarcas nazis.

Todos los hermanos

No solo Otto vistió el uniforme de las SS, también sus otros dos hermanos, Hans y Lorenz, tomaron parte en las acciones de exterminio de civiles y población judía de los países que el III Reich iban conquistando.

En el caso de Hans, tuvo inclusive una mayor participación en crímenes de guerra y contra la humanidad perpetrados sobre todo contra población de ascendencia judía.

El otro hermano, Lorenz, el más pequeño, se convirtió en corresponsal de guerra para las SS, y dotado de habilidades artísticas, en su tiempo libre realizaba caricaturas donde se vejaba a los judíos.

Buscar la verdad

Es lo que guía a Chris Kraus, que inclusive después de haber escrito y publicado La fábrica de canallas sigue la investigación de su ominoso pasado familiar.

La investigación también le está sirviendo de catarsis, sobre todo para evitar verse como un testigo pasivo de haber tenido un abuelo que se convirtió en un verdugo de centenares de personas.

En cierto modo Chris Kraus queda exonerado de culpa, ya que no se enteró de la verdadera dimensión de la hoja de servicios de su abuelo hasta una década después de su muerte.

Tampoco, según el mismo Chris Kraus, hubiese servido de nada haberlo sabido antes y haber podido hablarlo con él, debido a que Otto ejercía un gran ascendiente sobre Chris, y el director de cine duda que hubiese podido tener una conversación franca con él.

Irónicamente Otto Kraus está enterrado en Núremberg, localidad que reunión los famosos juicios de los Aliados contra la cúpula del régimen nazi, aunque la ciudad tiene antes de esas fechas una fama bien merecida de antisemita.

Ficción

En La fábrica de canallas no aparece por ningún lado el nombre de Otto Kraus, pero si resulta una ficción de un alter ego de nombre Konstantin «Koja» Solm, de su vida durante la II Guerra Mundial.

Después de la II Guerra Mundial, y por su experiencia en inteligencia, Koja comenzará a trabajar para los servicios de inteligencia aliados, y posteriormente para el BND, el servicio de inteligencia de la República Federal de Alemania.

Hasta cierto punto el libro cuenta con muchos pasajes extraordinariamente humorísticos, como cuando el vehículo que transporta a Himmler pega un frenazo para dejar atravesar la carretera a una familia de sapos.

Esa mezcla de tragedia y humor que se pueden encontrar en La fábrica de canallas ha provocado críticas feroces, inclusive de críticos literarios y lectores, que no creen apropiado juntar humor con la descripción del régimen nazi y las SS.

Fuente – EL PAÍS / Schutzstaffel en Wikipedia

Imagen – Alonso de Mendoza / Alquiler de coches / Cars Down Under / Richard Mortel / Cassowary Colorizations / University of Liverpool / Adam Purves

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