“El lector del tren de las 6.27” es la primera novela publicada del escritor francés Jean – Paul Didierlaurent que se ha visto catapultado la éxito con la misma; en estos momentos ya ha vendido en su país de origen 60.000 ejemplares y se han comprado los derechos de la obra para publicarlo en 30 países. Con el libro pretende rendir un homenaje al talento que se esconde muchas veces en personajes anodinos
Con su primera novela – El lector del tren de las 6.27 – ha logrado vender en 25 países su primera obra publicada. Con ello además de haber tocado el Olimpo, al menos el literario en la Francofonía, ha logrado el sueño de todo escritor humilde que con su primer libro consigue ya la admiración unánime de crítica y público.
Jean – Paul Didierlaurent es un hombre de 52 años, funcionario desde hace muchos años de la compañía estatal de telefonía francesa y que hasta ahora vivía, plácidamente, en los Vosgos. Hasta ser mundialmente conocido con su primera novela publicada, escribía como hobby y había logrado algunos premios literarios menores.
Solo en Francia, y con el apoyo unánime de los libreros de ese país, ha vendido ya 60.000 volúmenes de su libro y los derechos de la obra han sido ya comprados para la publicación en 25 países.
Didierlaurent se muestra sorprendido de la repercusión mediática y literaria que ha tenido El lector del tren de las 6.27 y aunque algunas veces había tenido la ilusión de imaginarse a sí mismo como un escritor de éxito, la repercusión de la obra le ha dejado literalmente descolocado.
En El lector del tren de las 6.27 nos encontramos con Guibrando Viñol, un hombre de 36 años que arrastra una fuerte depresión por sus circunstancias laborales: se dedica a destruir libros descatalogados en una planta de reciclaje de papel. Auxiliado por una máquina bautizada como “la cosa” de dedica a triturar libros que nadie lee, desde novelas a enciclopedias.
Como una manera de hacer más llevadera su labor destructora, se dedica a leer en voz alta a los pasajeros del tren que lo lleva a su trabajo, utilizando como materia prima libros que ha logrado rescatar de la destrucción de “la cosa”.
La lectura se convierte para el destructor de libros en una terapia ante el hastío de vivir y a su alienación laboral. De ese modo se entabla una relación entre Viñol y los pasajeros del tren de las 6.27. Sin embargo al poco tiempo aparece la competencia.
Su rival no es sino Julie, la encargada de los lavabos de un centro comercial que ha decidido transformar su vida gris en una experiencia poética.
El objeto de Didierlaurent con su obra no es otro sino visibilizar a aquellas personas que son invisibles para la sociedad, una manera de convertir a alguien ordinario en extraordinario: encontrar esa pepita de oro que todos llevamos dentro.
Esa sensación la ha vivido el escritor francés durante mucho tiempo, ya que cada vez que presentaba una de sus obras a un concurso literario, los jurados lo catalogaban como un profesor de literatura, pero no como lo que era, un funcionario de una empresa pública de telecomunicaciones.
Más información – Martin Scorsese, una carrera en el cine guiado por su pasión por la literatura
Fuente – Diario El País
Imagen – Alain Gavillet