El Premio Anagrama se pone barretina. Jorge Herralde ha creado el Premio Anagrama para obras escritas en catalán. Con el mismo ímpetu para fomentar la experimentación que el Anagrama en castellano, los galardonados en esta primera edición han sido Albert Forns por “Jambalaia” y Anna Ballbona por “Joyce i gallines”, dos textos absolutamente experimentales y con argumento no convencional
El Anagrama, ahora también en catalán, parece que sigue la senda de su hermano mayor, es decir, tener una dotación económica de 6.000 euros y centrarse en obras heterodoxas que mucho tienen de experimental.
La primera edición del Premio Anagrama en Catalán ha optado, en esta su estreno, por premiar a dos autores – aquí por lo visto sigue la tradición “en cremallera” ya impuesta en otros ámbitos sociales – desconocidos y hasta cierto punto experimentales.
Ha resultado premiada Jambalaia, una prosa del escritor experimental Albert Forns, mientras que como finalista ha quedado la poetisa Anna Ballbona, aunque con una obra también en prosa bajo el título de Joyce i gallines.
Tal como confiesa Jorge Herralde, el editor de Anagrama, el nuevo premio pretende descubrir y consolidar a autores que escriben en catalán. Los dos galardonados de esta primera edición comparten muchas señas de identidad: ambos están en la treintena, ambos son del Vallés y también comparten lecturas y antes han publicado en nuevos sellos editoriales.
Al mismo tiempo ambas obras muestran unas características muy marcadas y que por otra parte son ya señas de identidad de toda una generación de jóvenes escritores catalanes: sus obras exudan calidad literaria, son descaradas a la par que divertidas y logran humor a base de adjetivaciones inesperadas y una redacción deslavazada.
Los premios, a pesar de su juventud, no le son esquivos a Albert Forns ya que con su primera novela gano el Documenta por la novela Albert Serra. La obra premiada por el Anagrama, Jambalaia se encuentra dentro de los límites de la autoficción en un viaje a lo que antaño fuera un antiguo poblado de pescadores que se ha reciclado en un retiro cuasi religioso para surferos y hípsters.
Por su parte en la propuesta de Ballbona, Joyce i gallines, la protagonista, Dora, inicia un viaje hacia el autoconocimiento en medio de situaciones vitales no muy estándar, y en dónde cabe desde una conversación con pacientes psiquiátricos hasta un viaje a Dublín dónde se recreará en la figura de James Joyce.
Las gallinas en la novela son la contraparte rural a una realidad urbanita e intelectualizada en la búsqueda de los pasos de James Joyce en Dublín, búsqueda que en el fondo no deja de ser una búsqueda en la cual buceará en su propio yo para saber definitivamente quien es.
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Fuente – Diario El País
Imagen – srgpicker
¡Pintan bien! Habrá que darles una ojeada.