Tusquets acaba de publicar “La broma”, una de las primeras novelas de Milan Kundera, y en la cual se puede rastrear ya los grandes temas que tratará en su literatura. En este caso, a partir de una historia inverosímil protagonizada por una carta, veremos la crítica del autor oriundo de Brno a la censura de la época soviética
No todo Milan Kundera es La insoportable levedad del ser. A pesar de que es su obra más valorada y que casi le valió el Premio Nobel, en su dilatada carrera como escritor, a Milan Kundera le ha dado tiempo para escribir muchas más obras literarias.
Una de ellas es La broma, obra con la cual logró su primer reconocimiento. Se trata de la primera de una larga lista ya que podemos decir que Kundera lleva toda su vida escribiendo la misma obra.
En La broma nos encontramos con la historia de un muchacho checo, Ludvik, que pertenece al Partido Comunista Checo. Todo el libro es una carta a una mujer con la lleva tiempo tratando, Marketa.
Toda la carta peca de un tono ingenuo y bobalicón, que va de la ironía a la broma, en un tiempo trágico para Checoslovaquia, que no es otro que la ocupación del país por los tanques soviéticos que ahogaron a sangre y fuego lo que se denominó la Primavera de Praga.
El autor de la carta, el joven Ludvik, no duda en escribir en una parte de la misma, “¡el optimismo es el opio del pueblo!”.
La hilaridad comienza cuando los organismos soviéticos censores de prensa se enteran del contenido de la carta. La policía, los jueces y los investigadores ponen todo de su parte para que Ludvik no pueda enviar la carta y para ello se dedican a hacerle la vida imposible.
La censura y los organismos represivos del estado actúan para cortar cualquier tipo de desarrollo personal y emocional. La narración de Kundera toma unos derroteros en los cuales pronto llega el caos al relato.
En cierto modo, La Broma es también la historia del propio Kundera y también la de muchos escritores checos, que durante la guerra fría sufrieron la persecución ideológica y tuvieron que ver como sus textos eran, en parte, censurados por la dictadura comunista que se vivió en la extinta Checoslovaquia en aquellos años.
Más información – Imre Kertész acusa al New York Times de haberlo censurado
Fuente – Zenda Libros
Imagen – Roman Boed