
Jens Weidmann abandona la presidencia del banco central alemán después de diez años de haber estado al timón, por lo que él explica como motivos personales. «Halcón» en política monetaria y fiscal, es un clamor que su sustituta podría ser Isabel Schnabel, que ocupa un puesto en el consejo del BCE
“Por motivos personales”, esa ha sido la lacónica explicación que ha dado Jens Weidmann para dejar el cargo en el todopoderoso Bundesbank, para lo cual ha tenido que solicitar a Frank-Walter Steinmeier, a la sazón presidente alemán.
La dimisión, en caso de que la más alta magistratura alemana lo acepte, se hará efectiva el 31 de diciembre del 2021, tal como ha anunciado en una nota de prensa la entidad emisora alemana.
Una década

Es el tiempo que Jens Weidmann se ha pasado pilotando el banco central alemán, y en su renuncia pública este egresado de la Universidad de Bonn ha hablado de cerrar ese capítulo y abrir otro.
Durante estos diez años Weidmann ha sido testigo de como la entidad emisora alemana se hacía cargo de más y más funciones, habiendo tenido que capear varias crisis, algunas de proporciones ciclópeas.
Weidmann se estrenó con las consecuencias de la crisis financiera de 2008, a lo que siguió una crisis de sobreendeudamiento y, por último, como fin de fiesta, una crisis económica mundial producto de la pandemia de SARS-CoV-2.
En el caso europeo, el PIB cayó en el año 2020 un 11%, y fue acompañado de un aumento del endeudamiento soberano que no se conocía desde la II Guerra Mundial, con una Europa en ruinas.
Un mensaje por la estabilidad
Weidmann deja como legado una economía alemana que ha logrado estabilizar y ha lanzado un mensaje de para su sucesor o sucesora.
Para el ya exbanquero central el Bundesbank y el BCE tendrán que estar vigilantes ante el peligro de deflación, pero también «atar en corto» a la inflación, que se empieza a recuperar en la zona euro.
Duro entre los duros

Weidmann siempre se ha caracterizado por aplicar la ortodoxia fiscal, sobre todo a los países del sur de Europa, entre los que se encuentra España, y ha dejado su impronta en las políticas financieras del BCE.
En comandita con los gobernadores de los bancos centrales de Austria y Holanda, Weidmann se partió el bazo para frenar la compra de deuda pública de los países miembros de la UE por parte del Banco Central Europeo.
Esa táctica, la de compra masiva de deuda pública, en el caso de España y en el de Italia es lo que ha permitido que la prima riesgo de esos dos países no haya escaldo como lo hizo en la crisis financiera de 2008.
En el caso de España, la prima de riesgo, esto es, el diferencial que exigen los inversores para comprar el bono español con respecto al bono alemán, llegó a escalar hasta los 638 puntos básicos, poniendo la economía de nuestro país a un paso del default.
A un paso de la presidencia del BCE

Eterno aspirante a presidir el BCE, el ser un duro entre los duros y su intransigencia en materia fiscal, puso en solfa todas las decisiones que tomó Mario Draghi, lo alejaron definitivamente del trono.
De hecho, la prestigiosa revista Foreign Policy lo llegó a calificar como el hombre más peligroso de Europa, después que en el 2012 fuera el único banquero central que se opuso al programa OMT, el programa de compra de deuda pública.
Inclusive cuando España estaba en los peores momentos, a un paso de la suspensión de pagos, llegó a decir que la misión del BCE no era la de ayudar a países como España y como Grecia, y que había que dejarlos caer.
Ahora, será el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, el encargo de elegir y nombrar al próximo banquero central alemán, aunque debido a que la administración de Merkel abandona el poder será el próximo gobierno el que lo ratifique.
Alguien menos ultra

La llegada al poder de la coalición semáforo, llamada así por el rojo de los socialdemócratas, el verde de Los Verdes y el amarillo de los liberales, trae nuevos aires en lo político, pero también en lo económico.
Además, todo parece indicar que será el líder del SPD, Olaf Scholz el que ocupará el puesto que deja bacante Ángela Merkel, y que la política económica que dictará el nuevo gobierno estará alejada de los «halcones» económicos que sobrevuelan Europa.
A la Cancillería llegan una hornada de políticos, y también economistas con una visión de Europa más heterodoxa y firmemente convencidos que las decisiones que se tomen en Bruselas, deben ser seguidas a pies juntillas por los gobiernos nacionales.
Quizás una gobernadora

En cuanto se ha conocido la sorpresiva dimisión de Weidman en los mentideros y los corrillos del poder económico, han empezado las quinielas que pretenden adivinar quien puede ser el sustituto, o la sustituta, del hasta ahora banquero central alemán.
Uno de los nombres que se repiten con insistencia es el de Isabel Schnabel, que participa en el consejo del BCE y que puede ser del gusto de una administración de la entente formada por el SPD, los Verdes de Die Grünen y los liberales del FDP.
Una gobernadora del Banco Central Europeo no alineada con los «halcones» del consejo podría permitir que el BCE siga comprando deuda pública de los países miembros, anatema para los banqueros centrales más ortodoxos que se reúnen en Frankfort.
Antes de que se nombre al nuevo responsable del Bundesbank, Weidmann podría dejar una «bomba de tiempo» si logra formar una mayoría para el día 16 diciembre.
Ese es el día cuando el BCE decidirá si aumenta las compras de activos estándar del PPA y si hace esas compras más sensibles, teniendo en cuenta que esas compras ya tienen fecha de finalización en abril del 2022.
Todo ello se puede producir en un entorno donde la inflación vuelva a campar por sus respetos, con un alza prevista para finales del 2023 del 2%, medio punto porcentual más de la que sería conveniente.
Fuente – el diario / Jens Weidmann en Wikipedia / invertia / Bolsamania
Imagen – Chatham House / Наталия19 / Edtag / Jim Woodward / Chris Turner / European Central Bank