Somos lo que comemos. Partiendo de esa premisa el periodista David Remartínez nos presenta La puta gastronomía, un libro en el cual se hace una reflexión sobre la comida y los tópicos que la rodean. Con una intención parecida se va a celebrar, en el Basque Culinary Center, el evento Think Gastronomy
Mucha gente ya está en plena «operación bikini», esto es, apuntarse rápidamente a un gimnasio para perder el sobrepeso acumulado durante todo el año, con vistas a lucir regios cuerpos en playas y piscinas.
Es en este preciso momento cuando El Desvelo Ediciones presenta La puta gastronomía, un libro que enarbola el placer de la buena mesa, producto de los desvelos del periodista David Remartínez.
En el libro de Remartínez, en formato de ensayo casi cómico, veremos un buen número de situaciones agradables donde la «guinda del pastel» siempre culmina comiendo a dos carrillos.
Disfrutar de la cocina
Es quizás la principal tesis del libro, donde se reivindica el placer del arte culinario, alejada del más de medio siglo en el cual el «mainstream» dominante es censurar los grandes placeres culinarios, intentando convencernos de la necesidad de «guardar la línea».
El libro también se puede entender como un viaje histórico que comienza cuando nuestros primeros ancestros comían por necesidad e incluso comían todo lo que podían, cuando había comida, como una forma de resarcirse para cuando llegaban las «vacas flacas».
Con el paso de las épocas históricas, el libro nos lleva a momentos, como el actual, al menos en las sociedades desarrolladas, donde se come, muchas veces, por placer.
¿Cuál será el futuro de la cocina?
Que en el último medio siglo hemos dado unos pasos de gigante – del puchero al sifón de nitrógeno de la cocina experimental – es evidente. El autor de La puta gastronomía se pregunta cuál será el futuro de nuestra alimentación.
Remartínez considera que la evolución hacia nuevos modelos de alimentación será progresiva, nada de un «boom» como ha sucedido en otras etapas de la historia, con una convivencia entre cinco o seis modelos de alimentación.
Otra cosa que resalta en su libro Remartínez es que la economía capitalista y la «aldea global» que ha creado hace que los modelos de alimentación, a pesar de que predominen varios, se han homogeneizado.
Este periodista asturiano se muestra también convencido que la «alimentación natural» seguirá ganando adeptos, pero como ya se ha indicado, seguirá habiendo un amplio espectro de los habitantes de los cinco continentes que seguirá prefiriendo la «cocina industrial».
Abatir muchos tópicos
A pesar del tono guasón de muchos de los pasajes, se trata de un trabajo excepcionalmente documentado, que hace caer muchos de los tópicos alrededor de la cocina.
Uno de ellos es dejar de ensalzar la «comida de la abuela» frente a los productos alimentarios procesados por la industrial. En la cocina de los que nos precedieron hay buenos ejemplos de comidas bien aliñadas y otros no.
Por unos etiquetados claros
Es la principal reivindicación del libro, esto es, que las Administraciones públicas obliguen a las empresas de alimentación a un etiquetado claro para que los consumidores sepan a qué atenerse.
Otra de las exigencias es que, las empresas que comercializan los alimentos, ya sean procesados o no, cumplan con la normativa que dimana, en su mayor parte, de Bruselas, y en una menor medida del gobierno de estado y autonómicos.
Gruesas críticas
Remartínez no ahorra críticas a la situación que vivimos los españoles frente a la industria alimentaria, siendo la principal el desplazamiento de la responsabilidad de la industria de la «comida chatarra» a los consumidores, como si estos fueran culpables de la mala calidad de ella.
Por otro lado, el periodista también se queja de que desde las instituciones públicas se pone el acento en las campañas de concienciación más que en obligar a la industria alimentaria a que cumpla uno estándares.
Como dice el autor, «Está situando mal el foco. Primero que supervise a McDonald’s, que le obligue a informar de sus procesos e ingredientes con absoluta claridad, y que luego me advierta a mí como cliente del peligro de abusar de las hamburguesas. Que ya veré yo si me atiborro de bigmacs o no».
De cualquiera de las maneras, está convencido de que son necesarias buenas campañas de concienciación para que la población adquiera una «cultura» del buen comer, considerado este como la ingesta de alimentos sanos.
Gastronomía 2.0 y sustancia – 2.0
Remartínez se muestra muy crítico con estos nuevos gurús de la gastronomía que entran en relación con sus seguidores por medio de internet y las redes sociales.
Considera que muchos de ellos tienen poca «sustancia», esto es, si bien tienen una buena gestión de sus bitácoras y sus redes sociales, lo que les permite tener muchos suscriptores, en cuanto a conocimientos, estos nuevos apóstoles de la gastronomía, dejan mucho que desear.
Por otro lado, siendo el mundo de los medios de comunicación un «ecosistema» donde los comunicadores tienen egos hipertrofiados, las opiniones gastronómicas suelen estar salpimentadas con críticas de tipo personal hacia otros influencers.
Lo que si se puede encontrar en la comunidad gastrónoma es diversidad, ya que las opiniones sobre la buena mesa pueden ser dispares, y dentro para la difusión de contenidos que tienen que ver con la «buena mesa» hay de todo.
Entre los «opinadores» sobre temas gastronómicos, es tan válido un comensal especializado en restaurantes con estrellas Michelín que un historiador de los alimentos.
Un libro bien recibido
Es lo que comenta David Remartínez, que ha podido «pulsar» a la comunidad que se reúne alrededor de una buena mesa.
Dicha comunidad engloba a periodistas, editores y aficionados a la gastronomía, de manera que la mayoría de ellos han acogido bien este nuevo libro sobre la alimentación y la «buena mesa».
Think Gastronomy
De la mano del Basque Culinary Center, se va a celebrar en los próximos días la iniciativa Think Gastronomy, en un intento de maridar gastronomía, tecnología e innovación.
El plantel de expertos que van a participar en las jornadas, cada uno desde su especialidad – gastronomía, tecnología e innovación – va a aportar sus ideas para lograr sinergias entre esos tres ámbitos que en principio poca relación tienen.
En Think Gastronomy va a participar el Refugee Food Festival, que en boca de Marine Mandrila y Louis Martín explicarán la experiencia de una iniciativa surgida en París, donde un grupo de ciudadanos se reunieron para mejorar la acogida a los refugiados que llegaban a la capital del Sena.
Fuente – el diario / 20 minutos
Imagen – JB / Derek Gavey / jeffreyw / fruitnet / James Seattle / Alper Çuğun / Queseria la antigua de Fuentesauco